Como suele ocurrirme cuando paso
por un proceso emocional intenso, me cuesta conciliar el sueño. Y si bien
anoche me dormí rápidamente, esta mañana me he despertado sin apenas luz en el
cielo. Eran las 6 h y mi ser completo estaba procesando lo visto, escuchado y
sentido este viernes y sábado pasado en Madrid, en la II Jornada en Salud Mental Perinatal, máxime cuando se han expuesto y
desmenuzado diversos casos clínicos. Así es que hoy, domingo 3 de diciembre
siento la necesidad de plasmar, de algún modo, estas emociones que van
apareciendo.
Decidí ir a esta Jornada a pesar de
no ser psicóloga ni personal sanitario porque me interesan las mujeres y las
emociones que las envuelven durante sus maternidades. Porque cada vez estoy más
convencida de que no podemos separar los procesos físicos de los emocionales y
puesto que acompañar en algunos de ellos es mi papel como doula, no quiero
parar de formarme porque siento que es mi manera de seguir creciendo para aportar
lo mejor de mí en cada momento.
La exposición de los casos
clínicos se iba a llevar a cabo el sábado, sin embargo, el viernes por la tarde
se ofreció por parte de la organización la posibilidad de celebrar un encuentro
con alumnas de las tres promociones habidas hasta ahora.
Y gracias al AVE,
llegué justo a tiempo de reencuentros, presentaciones y abrazos. La sensación
de acogida y de sentirme entre iguales, me produjo un bienestar indescriptible.
Tal vez pueda parecerte una nadería, sin embargo y como suelo comentar en estas
circunstancias, para una mujer de mi edad y de mi generación, sentirme
integrada en círculos de mujeres, profesionales jóvenes y con inquietudes que
compartir, es un auténtico regalo. Y como tal lo acepto y lo vivo.
Ibone Olza, tres doulas y una matrona, Lola, entre varias psicólogas. Se palpaba
la oxitocina en el aire. Nos presentamos y comentamos la actual situación en
que nos encontramos después de la formación. Esperanza en el futuro cuando las
escucho, eso es lo que siento. Y me alegra. Y me emociona.
Algunas, con la compañía de
Isabel Fernández del Castillo, continuamos después con unas cervezas en un bar
cercando y tomando algo ligero como cena.
De vuelta al hotel, compartí un
rato de charla y un café con una mujer encantadora, psicóloga clínica y
compañera de formación que el año pasado expuso un precioso proyecto en un
hospital de Barcelona y que en esta ocasión nos presentaría otro proyecto en el
mismo hospital. Me encantó este momento de conversación en el que compartimos
temas personales. Gracias María Emilia
por tu profesionalidad, por tu carisma.
Y llegó el sábado con más
reencuentros y más abrazos. La jornada iba a ser intensa y me dispuse a escuchar,
con plena atención, los casos clínicos y la resolución de los mismos, estos
temas tan profundos y conmovedores por tratarse, especialmente de experiencias con mujeres,
madres, bebés, niñas y niños,
No voy a detallar ponencia por
ponencia. Algunas situaciones expuestas me resonaron con facilidad, unas
hicieron más mella en mí y otras, me dejaron realmente impactada.
Cito, con diferencia, los casos
expuestos desde la perspectiva de los duelos, las experiencias de las mujeres,
el origen de las consultas clínicas, las terapias utilizadas para la resolución
de los casos. Duelos por la pérdida de un bebé intrauterino, por el parto que
no fue, por la familia que no se constituye, por el padre que no cumple las
expectativas de la madre, por la pérdida de un bebé a término que no llega a
nacer con vida, por las consecuencias de una interrupción voluntaria del embarazo… y lloré, confieso que sentí sus dolores y me asaltó el llanto.
La Jornada fue realmente intensa y,
sin embargo, mi sensación desde fuera sin ser profesional en estas materias,
fue de esperanza en el futuro tal y como sentí el viernes por la tarde. Escuchar
a personas que se forman y trabajan para mejorar la maternidad en una
actualidad donde prima la deshumanización y banalización de estos procesos de
dar vida a la Vida, me abre una vía de confianza en un futuro mejor.
A estas alturas y tras mi experiencia personal y profesional, creo que no es el hecho en sí lo
que marca una situación patológica, sino
la forma en que cada persona, en este caso, cada mujer que deviene madre lo
vive y lo integra, según sus propias vivencias y experiencias de vida. Así, hay mujeres que quedan traumatizadas tras una pérdida
gestacional y otras, a pesar de la dureza de la situación y de su dolor, la
integran con mayor normalidad y aceptación una vez finalizado el duelo. Y lo
mismo ante cualquier otra circunstancia gravosa que se pueda presentar.
A título personal, me volví a
casa con una sensación de plenitud, de acogimiento y con una inmensa alegría por la oportunidad que se me brinda de hacer, en esta etapa de
mi vida, algo que realmente me llena y me satisface.
Como suelo decir cuando me
presento, sólo soy doula y como tal acompaño procesos emocionales dentro
de la normalidad durante la maternidad. Sin embargo, cada vez soy más
consciente de esa delgada línea que separa lo normal de lo patológico, de lo
que puede ser un baby blues o una depresión pos parto con todas sus características
y consecuencias.
Y es por eso que me alegro
infinito de haber hecho esta formación y de continuar indagando en ello. Mi honestidad
profesional me lleva a derivar a la persona cualificada ante la menor duda y
eso, me reafirma y me tranquiliza en las decisiones que tomo.
Para finalizar quiero añadir que
estoy convencida de la necesidad de trabajar en torno a la maternidad desde un
enfoque multidisciplinar, donde cada persona o equipo (profesionales de la
psicología, de la psiquiatría, personal sanitario, profesionales en lactancia materna,
doulas…) aporte sus conocimientos y su experiencia para lograr un objetivo
común: el bienestar de las madres, de los bebés, de las familias y por ende, de
la sociedad entera.
Reitero mi enhorabuena y agradecimiento a Ibone e Isabel por sus constantes iniciativas (Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal) para mejorar el mundo.
Agradecida a Sara Jort por su
confianza y su apoyo. Y a las mujeres
que he conocido en esta ocasión y con las cuales me sentí maravillosamente
integrada.
Mi agradecimiento especial a
compañeras de mi promoción que estuvieron presentes. A Macarena, Esther, Silvia Fernández, María Emilia Dipp, Cristina
Castaño, Patricia (de Ronda), María Sanz matrona, Jazmin Mirelman, Isabel
Echevarría, Patricia (de Asturias), Esperanza Amado, y Máximo Peña Villafranca. Vuestros abrazos nutritivos y palabras de aliento me
impulsan a querer ser cada día mejor persona y, sobre todo, mejor doula.
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