Ejerciendo como madre, como padre...




Cada vez más me acuerdo de lo que me decía mi padre, especialmente de aquellas frases hechas que utilizaba como sentencia y que a mí me daban tanta rabia.  Hoy me acuerdo de ti padre, de cuando me decías… “cuando tú vas, yo he ido y he vuelto”

Mis padres, creyendo siempre que hacían lo mejor (como TODOS los padres) y a pesar del sacrificio que supuso en algún momento para ellos, me llevaron a un colegio de monjas del que salí con casi 18 años.  Me considero una mujer muy abierta, liberal, respetuosa, para nada mojigata en temas de sexualidad, tolerante con las opciones de vida que cada cual escoja. Soy una mujer con muchas inquietudes, con curiosidad por un montón de cosas, con ganas de vivir y de aprender… Hago deporte, acudo a círculos de mujeres, ayudo a mis hijos cuando lo necesitan. Soy Doula…

Digo todo esto para manifestar que, a pesar de haber tenido una educación patriarcal y represiva por un padre niño de la guerra, por una madre ama de casa y sumisa, por un colegio de monjas católico y conservadorNO estoy frustrada ante la vida, ni deprimida… ni me considero una desgraciada. Que estoy donde estoy gracias a todo lo que me dieron,  a mi trabajo personal y a la toma de conciencia, a mis elecciones responsables. Porque cada persona es ella y sus circunstancias (¡me encanta esta frase!)

Seguramente, mis padres, cuando yo era pequeña, verían que era una niña lista, inquieta, curiosa, puede que incluso pensaran que era “mala”… Porque yo era una niña que peleaba con mis hermanas cuando jugaba con ellas, que discutía por tonterías cuando éramos adolescentes, porque era respondona y cuestionaba mucho la autoridad…

Mis padres no fueron a talleres para saber manejar nuestros enfados. No acudieron a escuelas de padres. No nos dieron educación sexual ni emocional. Ellos nos enseñaron mayormente con su ejemplo, con su trabajo día a día, con su presencia,  y a pesar de que no lo hicieron todo bien y se equivocaron muchas veces, como TODOS los padres, hoy tienen a tres hijas adultas que se quieren, son amables, amorosas, y son tolerantes y respetuosas con las opciones que cada cual escoja.

Hace unos días, conversando con unas amigas -de esas que generalizan en todo- , les decía que las cosas no son así (hablábamos sobre la vida de la mujer hoy en día) que yo no pesaba ni hacía como ellas comentaban… una me increpó varias veces diciendo que no personalizara, que no hablara por mi… y tal vez tuviera razón pero SOLO puedo hablar de lo que desde mi experiencia conozco.  Aunque esto parece no gustar a personas más jóvenes, ya que en varias ocasiones me lo han echado en cara.   Y no es que me las dé de sabelotodo, no, para nada, sino que vamos a aquello de que el diablo sabe más por viejo que por diablo (que también me lo decía mi padre…).

Estamos en un momento en que parece que no existe un término medio en muchas cosas.  En educación, las corrientes educativas se ven altamente diferenciadas: una educación “con respeto” y la otra, la tradicional, la de toda la vida… que se supone es siempre sin respeto, por lo que se da a entender.  Algo similar en cuanto a escolarización: escuelas libres muy minoritarias y con tasas económicas muy elevadas, escuelas Waldorff y Montessori (también para privilegiados por lo elevado de sus precios), homeschooling… frente a la escolarización tradicional en escuelas públicas y/o privadas.

No voy a ser yo quien diga lo qué es mejor y lo que no es bueno, para ello hay estudios e investigaciones realizados por quien vive de esto. Yo doy mi punto de vista desde fuera, la opinión de una simple mujer, madre y abuela, persona de la calle  sin emitir juicio hacia quien elige una determinada opción. Porque, insisto, cada cual hace lo que cree mejor para sus hijxs.  Que lo acierte o no… solo el tiempo lo dirá.

Porque ¿acaso tenemos la garantía al cien por cien de que lo que estamos haciendo es lo que nuestrxs hijxs necesitan?  Como adultos, tomamos elecciones hacia un camino o hacia otro, pero no son ellos quienes consciente e informadamente elijen debido a su edad e inexperiencia, y lo hacemos porque los padres somos tutores responsables de lxs hijxs hasta que son capaces de decidir por ellxs mismxs, hasta que tienen edad de ser responsables, al menos, ante la ley…

Cuando se habla constantemente de lo maravilloso que es un hijx de pocos años, de las conversaciones tan lúcidas y los hechos tan responsables, de que todo es tan fácil… cuando se trata de un hijx únicx, en una familia situada bien económicamente, con una vivienda digna y un entorno favorable, con unos padres con formación y tiempo para dedicarle… me parece estupendo por esa personita, por la suerte que ha tenido de nacer en ese ambiente.  Pero TODXS los niñxs no están es esas condiciones.

Cuando se habla del amor incondicional que demuestra una criatura de pocos años, del enamoramiento que produce en su madre que, lógicamente,  no ve más allá, sería más sencillo entender que los niños a esa edad y por naturaleza propia, son así. Evidente que cada hijo o hija es especial y único para su madre, pero en ocasiones hay cosas que me hacen saltar una sonrisa… y no precisamente por graciosa, sino porque TODXS los niñxs no están en esas condiciones.

Hablamos de amamantar, de colechar,  de llevarles en brazos hasta que ellos quieran, de protegerles frente a otros niños de su misma edad cuando discuten en un parque, de que no compartan sus juguetes si no quieren, de que no den besos y abrazos si no les apetece, de que hagan lo que les de la real gana. Todo eso está muy bien, yo soy la primera que adoro y respeto a lxs niñxs y no les obligo a hacer cosas… pero de eso a no poner límites en nada, hay una brecha.  Y son muchas las veces que me pregunto si realmente permitir que lxs niñxs en una edad temprana en la que todavía no son capaces de diferenciar hagan lo que realmente les apetece… es educar con amor incondicional… o es tener miedo a decir que NO, a enfrentarse a la PROPIA frustración,  porque todas las cosas que los niños piden no son siempre oportunas, o apropiadas, o saludables…

Y vuelvo a hablar desde mi experiencia. Porque lxs niñxs son unos seres muy inteligentes. Ellos (y me refiero a criaturas mayores de tres años aproximadamente) saben en todo momento en qué entorno están, con quién se pueden mostrar de una forma u otra, a quién le van a sacar una chuche y quién les va a contar el cuento que más les gusta. Porque están conectados a su instinto más primario: al instinto primal de conservación de la especie. Y saben obtener lo que quieren frente a unos padres que se muestran excesivamente… tolerantes. Sea bueno para su crecimiento o no lo sea.

No querer ver ciertas actitudes de los hijxs es engañarse, es pensar en un utópico mundo maravilloso, en un mundo donde lxs pequeñxs son las únicxs protagonistas de la vida de sus padres. Cuántas parejas rotas, cuántas madres y/o padres criando en solitario por no alcanzar acuerdos adecuados para la familia. Cuántos niños que crecen en soledad interior a pesar de escuelas públicas, de educación en casa, de manejo de rabietas, de educación libre, de padres tolerantes y respetuosos… de padres que no están en el lugar que les corresponde.

Me muevo mucho por ahí, hablo con muchas mujeres,  me relaciono con abuelas que crían a sus nietxs y ni todo es tan idílico, ni todo es tan reprimido. Hay mujeres que han sido educadas de manera represiva y son tan “tolerantes” con sus hijxs que éstos traspasan la línea de la mala educación.  Madres que han tenido carencia de maternaje y no son capaces de ver que, con su excesiva protección están haciendo hijxs inseguros y dependientes. Porque una cosa es la teoría y otra la realidad en la individualidad de los mortales.

Éste sería un tema interminable, así es que voy a ir concluyendo. Cada persona, cada familia tiene una realidad que ha conformado arreglo a su propia experiencia de infancia.
Cada vez son más las mujeres que NO desean ser madres, opción total y absolutamente respetable, por ello, a menudo me pregunto qué nos lleva a querer tener hijos.
Creo que hacerse cargo de una criatura cuando no se tiene una vida emocional equilibrada, cuando no se tienen las heridas de infancia sanadas (heridas que toda persona tiene, las pueda ver o no), cuando se decide tener hijos porque toca, porque se “pasa el arroz”, porque mi pareja quiere pero yo no… criar hijxs en estas condiciones es una empresa difícil, complicada, porque no se puede dar aquello de lo que se carece.

Lxs hijxs merecen ser acompañadxs por el mejor camino, pero el hecho de que los padres elijamos por ellos no está exento de reveses. Se trata de sortearlos de la mejor manera, sin sentirse culpable y sin culpabilizar, sin exigirse perfección y sin exigirla a los demás.

Cada persona conforma su vida en torno a sus experiencias de infancia principalmente, ya lo he comentado antes.  Querer borrar esa historia para hacer lo diametralmente opuesto puede ser un error. Y desear para lxs hijxs aquello que por circunstancias no obtuvimos ofreciendo todo tipo de capricho y tolerancia, también.

Ser madre, ser padre, ha de ser una actitud en constante revisión teniendo en cuenta la personalidad, la idiosincrasia de cada vástago en particular, por lo que hay que ir ofertando en la medida de SU necesidad y demanda,  ajustándose a los tiempos, al crecimiento… ¡cuántos padres frustrados porque no han comprendido y aceptado que, en su proceso interior, aquellas maravillosas pequeñas criaturas razonables y de amor incondicional luego han sido adolescentes rebeldes, jóvenes inmaduros, incluso adultos frustrados…!

Como he dicho al inicio, el diablo sabe más por viejo que por diablo. No, a veces no resulta fácil ejercer de padres, pero ¿acaso he dicho yo que lo fuera?

Comentarios