De la Real Academia de la Lengua.
Aceptar: Recibir voluntariamente o sin oposición lo que se da, ofrece o
encarga. Aprobar, dar algo por bueno, acceder a algo.
Conformar: Dicho de una persona: Convenir con otra, ser de su misma opinión y
dictamen. Tolerancia y sufrimiento en las adversidades.
Resignarse: Someterse, entregarse a la voluntad de alguien. Conformarse con las adversidades. Resignación: Entrega voluntaria que alguien hace de sí poniéndose en las manos y voluntad de otra persona.
Realmente es difícil diferenciar los matices pues son sutiles, quizás por ello en muchas ocasiones siento que se llegan a confundir estos conceptos. Ante todo reconozco que
tengo una vena “respondona”, siempre he sido así, me cuestiono las cosas y
ahora, con la edad y al perder los miedos a la crítica, todavía tengo más claro
lo que SÍ y lo que NO.
Y es que a la hora de
hablar, de expresar nuestro sentir o nuestra opinión respecto a algo, veo que muchas veces subyace el miedo a que nos digan que estamos juzgando…
y también, por qué no, a ser juzgados por lo que decimos. Nos movemos en
momentos de tolerancia o eso es lo que queremos, ser tolerantes y que nos
toleren. Pero puede ser un arma de doble filo ya que con estas premisas –de no
expresar lo que en realidad sentimos- difícilmente seremos honrados con
nosotros mismos.
El mundo virtual es
enorme, inconmensurable, es imposible controlar la información que
llega por todos lados. Me ceñiré a lo mío, ya que de lo que desconozco no me
gusta hablar.
En el mundo de la espiritualidad,
del crecimiento personal, de la maternidad incluyendo a Doulas y acompañamientos,
lactancia, crianza, enseñanza… etc.etc. son
varias las corrientes de pensamiento, eso es algo que salta a la vista. Y de no ser que sea algo absolutamente en
contra de nuestros principios –como el
tema Estivill o los castigos, por citar algún ejemplo- no solemos pronunciarnos
abiertamente. Nos quedamos en un “sí pero…”
“bueno es que…” “cada cual…” o el
tan utilizado “todo está bien”. ¡Jo!
Pues a mí me cuesta –todavía- darlo todo
por bueno, lo siento pero, a pesar de todo, aún estoy ahí.
Porque me cuestiono
opiniones, porque todavía me salen por qués, porque puedo ver ciertas actitudes
u opiniones incorrectas, porque intuyo que algunas actuaciones no son honestas,
porque algunas formas no son apropiadas, porque hay personas que se alejan de la realidad de esta vida terrenal que estamos viviendo… No considero a la persona y las circunstancias que la llevan a ello porque cada cual está en el sitio que le corresponde, sino los modos, las formas... ¿y qué hago: lo acepto, me conformo o me
resigno?
¡¡Ufff! Ya me gustaría en más de una ocasión no ver…
no intuir… no saber, pero parece que mi destino está en esa dirección. O quizás, como dice Shinoda Bolen todo ello
sea fruto de la madurez, de la experiencia o de esa sabiduría que aporta el
resultado de todo lo anterior unido a una clara toma de conciencia, porque en
mi caso, voy viendo que el tiempo me aporta una confirmación de los hechos, una fuente de experiencias y de conocimientos
que me abren los ojos, que me muestran y me ratifican el camino elegido, que me
conducen, hacia una continua búsqueda irremediablemente. Y siendo honesta
conmigo, he de hablar claro para no quedarme sin voz… reconociendo mis errores
y mis fracasos, pero también mis logros.
Y vuelvo al principio del
texto. No es fácil poner nombre y razonar (RAE: discurrir sobre las razones, probabilidades o conjeturas referentes a la
verdad o certeza de algo) cuando se teme el juicio y la incomprensión que esto conlleva. Cuando los criterios y las ideas propias son distintas, cuando van en otra dirección, cuando el hacer se afronta de otro modo...
Así, hay ocasiones en las
que simplemente creo que merece la pena callar, con el consiguiente peligro de
que se interprete el silencio por consentimiento, por aquello del que calla otorga…
Por ello, como dije en
otra de mis entradas emulando a Ortega y Gaset, me seguiré mostrando como soy, “seguiré
siendo yo y mis circunstancias”.
Decía Wilde que la relación más permanente va a ser la que uno tiene consigo mismo, por lo tanto, aun siguiendo la premisade no juzgar porque no estamos en los zapaos de otro, lo importante es tener claro lo que somos, queremos y opinamos y hacerlo así.
ResponderEliminarMientras uno no traicione sus creencias mas profundas, ya está mas que cumpliendo.
Besos desde el sol del norte
No puedo negar cómo aprendo cada día. Y estas palabras tuyas resultan una enseñanza en estos momentos. Gracias, eres rápida y estás al quite, como se suele decir. Esa actitud tuya es incentivante... vaya por delante mi agradecimiento.
EliminarYo lo vivo más bien como coherencia personal. Hay veces que por esa coherencia no puedo callarme sin sentir que estoy traicionándome a mí misma. Y otras siento que no merece la pena y que tengo que medir mis fuerzas para otras "batallas". Pero sí que es un difícil equilibrio.
ResponderEliminarAbrazos.
Claro, coherencia personal, fidelidad a unos principios, avance en el camino... ¡y un puntito respondón!
EliminarCallar o no callar, he ahí la cuestión.
Un abrazo.
Te admiro y me inspiras. Yo sigo en el camino de aprender a ser coherente conmigo misma pues el no serlo es, sin duda, es dañino para la salud en general. Tantos años de domesticación hacen que a veces dudes de tu propia naturaleza, tu propia sabiduría, negando tu Yo más original...Seguimos en el camino y, afortunadamente, no estamos solas. Gracias Concha.-
ResponderEliminar