Y otro año que termina...

Parece ayer cuando comenzábamos el nuevo milenio y ya ha  pasado una década. De nuevo aflorarán proyectos a cumplir, deseos de cambio, promesas de dejar viejos hábitos e ilusiones de comenzar algo distinto… y a poco que nos demos cuenta, estaremos otra vez, haciendo recuento.
Creo que voy a pedir para el próximo 2011, en lo material, que me quede como estoy. Que ya es bastante.
En lo personal, no. Ahí tengo muchas ilusiones, proyectos que ya van tomando forma, esperanzas en cosechar lo que estoy sembrando y unas enormes ganas de aprender y de seguir creciendo como persona. Y no es poco, de verdad, porque conforme los años pasan… siento más y distintas energías.  Porque creo que no es cuestión de la edad, sino del espíritu que mantiene el cuerpo.
Este texto lo envié a un blog en el que estuve colaborando…

“A menudo escuchamos a personas de mediana edad lamentarse de sus achaques, de lo malo que es cumplir años, de que “un@ no es lo que era”,  y si son mujeres amas de casa que han centrado toda su vida en la crianza y ahora padecen el síndrome del nido vacío,  esta sensación de inutilidad se acrecienta.
Creo que, a veces, puede resultar interesante colocarse las gafas de color de rosa para que aunque la vida, en ocasiones,  nos resulte un poco oscura podamos darle un toque de color. Porque cuando entramos en esta franja de edad,  puede ser tranquilizador hacer un repaso de quiénes somos y con qué contamos. Seguramente nos dará el valor de reconocer la realidad, nuestra realidad,  y aceptándola  hacer más llevaderos y felices los días que nos queden por vivir.
Cierto es que el tiempo pasa, los años se suceden y cada vez por ley natural estamos más cerca del final. Pero es algo que no hemos de plantearnos si no más bien, procurar vivir con intensidad el día a día y emprender nuevos proyectos, nuevas ilusiones para mantener la chispa encendida. También es cierto que el cuerpo ya no aguanta… lo que aguantaba, pero sé que es mucho peor mantenerse quietos. Emprender alguna actividad física permite que el deterioro debido al paso del tiempo, sea menor y vaya avanzando más lentamente.  Pero todavía nos hace sentir mejor una actividad “interior”, un ejercicio de apertura a la Vida, admitir la constante sorpresa por tantas cosas que podemos aprender, las ganas de escuchar y de interactuar… Y sin comparaciones reconocernos en la medida de lo que intentamos hacer y de lo que estamos consiguiendo, de modo que la autoestima se vea fortalecida.
El hecho de relacionarse  con personas jóvenes aporta  frescura y  nos puede enriquecer con  lo  que saben, lo que también a nivel de conocimientos y tecnología nos pueden enseñar.  Y asumir, así mismo, que las personas más mayores tienen una gran experiencia de vida que no puede quedar en saco roto. Pero… creo que la edad proporciona algo que cuando se es joven no se valora lo suficiente, y que incluso en muchas ocasiones se menosprecia: la experiencia. Y he de  aceptar que cuando se tiene juventud  se puede considerar que ya se sabe todo o casi todo y que a veces no vale lo que l@s demás digan, sobre todo si son personas más mayores.
No hace tanto tiempo que mi madre me decía “ya te acordarás de lo que te digo…” uf, ¡y es verdad! Cuánta razón tenían sus palabras, porque si algo tiene la experiencia es  “ver” lo que puede suceder en determinada circunstancia, entender que todo tiene un principio y un final, intuir sobre el devenir de las personas, aceptar que ciertos comportamientos suelen conducir a ciertos resultados… y enseña a tener paciencia y cordura.
Algunas mujeres de mi edad, ya no quieren celebrar su cumpleaños y es algo que a mí me encanta. Yo tengo -taitantos- como decía una cómica en no sé cual parodia, y estoy contenta de ver que  tengo un año más… que cada día son más las cosas que puedo aprender, que puedo hacer y  también, por qué no,  puedo comunicar.
Y a pesar de que acepto como verdad incuestionable la realidad de que cada cual ha de vivir su propia vida para adquirir sus propias experiencias, también es cierto que como reza el dicho “la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo”.
La población en nuestro Estado es cada vez más mayor, así hoy consideramos anciana a una persona de más de 80 años por lo que habrían muchas  vivencias que se podrían escuchar con el fin de tener otra perspectiva de la vida. Bastaría no olvidar que todas las personas que ahora somos más mayores también fuimos algún día jóvenes.
Así, con toda esta reflexión, poco a poco voy integrando algo que me repetía mi padre en mis años mozos, cuando no quería escuchar  y que entonces me molestaba mucho: que “el diablo sabe más por viejo que por diablo”

Comentarios

  1. A lo mejor si tod@s intentáramos ver la muerte como una etapa más de la vida, como un paso adelante, como si simplemente nos fuéramos a otr habitación dentro de la misma casa todo sería distinto. Para mí ha sido uno de los logros más importantes de mi vida, aunque todavía me sienta en su mitad más que acercándome al final: la reconciliación con mi propia mortalidad.

    Bueno, y dejando de lado las reflexiones metáfísicas: ¡Feliz 2011 y gracias al 2010 por haberte puesto en mi camino!

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  2. Bueno Concha, creo que tienes razón y que de todos podemos aprender: de los pequeños a disfrutar de la vida y a querer seguir aprendiendo y de los mayores a profundizar en la escucha, a saber que hemos heredado de ellos y aprovechar esa riqueza de sabiduria, por eso te leo y te escucho. Que ignorante sería por mi parte no querer oir lo que los mayores que ya recorrieron el camino que piso, me quisieran contar.
    Felices Ilusiones para todos y todas.

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  3. Felicidades y gracias, a vosotras. Por SER y por ESTAR. Por compartir el camino...

    Con Amor.

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  4. Concha, a mí me falta mucho por aprender...
    porque la foto que has puesto, me entristece mucho...
    bueno, yo también doy gracias al 2010 por haberte conocido.
    esta noche brindaré por tí,
    tienes reservada una campanada... ;-)

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