Centésimo mono


“Si reprimes o callas lo que sientes, si niegas o quitas importancia a lo que ves, o no expresas lo que quieres, y nadie a tu alrededor parece advertirlo, el circulo es el lugar en donde, en una atmosfera de igualdad, por el simple hecho de estar presente puedes aprender”…”el centésimo mono es la alegoría que alienta la esperanza de que cuando un número decisivo de personas transforman su actitud o su comportamiento, la cultura en su totalidad se trasformará” Jean Shinoda Bolen

Un grupo de científicos se dedicó a estudiar durante treinta años ciertas colonias de monos en diversas islas separadas entre sí en las inmediaciones de las costas de Japón. Necesitaban que los monos bajaran de los árboles para estudiar su comportamiento y para ello les arrojaban boniatos a modo de cebo. Cuando los monos se acercaban a comérselos, podían observarlos cómodamente.


Al cabo de un tiempo, un buen día, una monita a la que llamaron Imo empezó a lavar su boniato en el mar antes de comérselo. No se sabe por qué razón, tal vez porque le gustara con el sabor salado o porque quisiera limpiarlo de pesticidas o de la arena. Casi de inmediato se dedico a enseñar a lavar el boniato a sus compañeras de juego; después lo hicieron las hembras adultas a imitación de sus crías, pero poco a poco otros empezaron a hacerlo. Al cabo de un tiempo, todos los monos de la isla lavaban sus boniatos antes de comérselos. Pero lo que más sorprendió a los científicos fue que en el resto de las islas, todos los monos empezaron a lavar sus boniatos aunque nunca hubiera existido contacto directo entre las colonias. 

El centésimo mono fue el hipotético mono que anónimamente, inclinó la balanza de forma decisiva para la especie: aquel cuyo cambio de conducta significó que todos los monos, a partir de ese instante, lavarían los boniatos antes de comérselos. Para que la cultura cambie debe existir un centésimo mono que cambie la tendencia de la especie, aunque antes, debe haber una Imo que con sus amigas emprenda el camino que inicie ese cambio. 
La energía femenina bien aspectada es circular, es abarcadora; incorpora, incluye, comprende y no jerarquiza. El círculo de mujeres es resultado de la idiosincrasia femenina, de la manifestación espacio-temporal de su energía. El mensaje de las mujeres que trabajan en el círculo es el de la igualdad y el del compromiso, un compromiso de escucha implícito en y desde cada una de ellas.
La única manera de que el patriarcado pueda incorporar la compasión y la sabiduría que emanan del aspecto femenino del ser humano es que alguien de prueba de ello y ese alguien somos las mujeres. La lucha es un recurso ya obsoleto, se desgastó en el tiempo y empieza a tener muchos detractores, se ha justificado desde hace miles de años en razón de la ideología dominante para mantener el poder y el control del mundo; se ha manifestado continuamente en contiendas, guerras, litigios, segregaciones, ejecuciones, persecuciones. Allí donde la razón de la fuerza se posaba, allí donde el juicio crítico se permitía, el amor no tenía cabida.


Muchos seres humanos ya estamos cansados de luchar en y por la vida; desgastados, exhaustos, invadidos y manipulados nos ha llegado el momento del “basta ya”. Algo se está acabando, una nueva era va empezar, necesitamos muchos círculos con sus respetivos ciclos para continuar.


¿Por qué círculos de mujeres? Porque las mujeres somos un ciclo constante, tenemos mucho que aportar en este planeta que está gritando en silencio ese “basta ya”. Necesitamos tanto de la energía emprendedora de lo masculino presente en tod@s nosotr@s como de lo femenino que es plasmado en el círculo y que expresa la inexistencia de aristas, cantos y ángulos; que comprende todas y cada una de las manifestaciones de nuestra naturaleza. En círculo de mujeres, la vida se expone, se escucha, se entiende y se aprende.
Aunque el motor del cambio está en las mujeres porque somos las candidatas naturales y nuestros cuerpos son el escenario vivo de los ciclos de nacimiento, muerte y resurrección (para que exista un cambio, algo tiene que morir y algo que tiene que nacer), la responsabilidad del cambio es de todos, hombres y mujeres, ya que necesitamos del centésimo mono para que la tendencia ya iniciada empiece a extenderse y sea definitoria en la cultura y en el ambiente.



Amelia Izquierdo Acamer. Psicóloga Clínica. Máster en sexualidad
www.zentrame.es
Sura Lillo. Terapeuta de geometrías de Obsidiana. Psicomagia y Cristaloterapia
www.mujerdespierta.es




Comentarios

  1. A ver si ahora me deja...
    Decía ayer que ningún esfruerzo tiene que dejar de hacerse por pequeño que parezca: es como lo de el efecto mariposa, o la rama del árbol que cede justo cuando cae sobre ella el copo de nieve número 1.000.000.
    Me ha encantado el artículo, gracias.

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  2. ¡Por fin has podido! Así es, cambiando la forma de criar cambiarmos el mundo (Michel Odent). Cambiando nuestra actitud, cuando las mujeres seamos conscientes de nuestro poder... cambiarán muchas cosas...
    Gracias a tí, por estar.

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  3. Me gusta lo del centésimo mono, el impulsor del cambio. Puede que sea mono, puede que sea mona. A lo largo de la historia parece que solo cuentan los hombres para el progreso, cuando lo más probable es que muchas mujeres hayan participado en el avance de la humanidad aunque sea de forma menos visible.

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  4. Seguro que si, Iranzu. Al menos en este caso dicen que Imo era una monita.
    De todas formas, la mujeres seguimos en la brecha de muchas maneras...
    Gracias por venir, linda.

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