La muerte


Hace algunos años estuve interesada en algunos temas relacionados con la muerte. Me aterrorizaba el pensar que algunos de mis seres queridos se pudieran morir, que a mis hijos les pudiera suceder algo.
Comencé a leer a la Dra. Elizabeth Kübler-Ross, su libro La rueda de la vida me impactó y seguí con otros de la misma autora.  Compré el Bardo Thodol o Libro tibetano de los muertos.  Leí Lazos de amor y otros de Brian Weiss , Vida después de la vida, de Moody Raymond. Y algunos más que cayeron en mis manos…

Algo de serenidad, de aceptación, pude obtener con estas lecturas y me relajé en el tema.  Desde entonces ha trascurrido el tiempo y he despedido a algunos seres queridos con la tranquilidad y la paz necesaria para asumir que sólo es un cambio de estado. No quiere decir que no extrañe su presencia, pero eso es cuestión de  apego… y de cariño aún a pesar de la ausencia.

Este fin de semana he vuelto a las andadas.  He asistido a un seminario sobre la muerte y sobre el acompañamiento en un proceso de duelo, básicamente ante la pérdida de un bebé nonato o recién nacido.  Y aunque sin duda la muerte de un niño, de un hijo, es lo más duro de asumir, creo que el haber hecho aquellas incursiones en el tema me ha aportado la calma necesaria para poder asistir.

Ahora me reafirmo en que todos los días nos enfrentamos a la muerte desde distintos planos.  La niña que tras su primera menstruación muere como tal para dar paso a la mujer.  La madre que en su parto consciente se siente morir para dar vida a su hijo. El abandono de normas, creencias, actitudes, pensamientos… que mueren para dar paso a otro ser distinto y renovado. 

Y la muerte física, esa gran señora con la que convivimos codo a codo sin querer mirarla como si así pudiéramos negarla,  el abandono de este cuerpo, el cambio de estado, de plano. Algo temido pero que es una de las dos únicas verdades que tenemos: nacer y morir. Y es que en nuestra cultura se esconde, se amaga… no queremos hablar de ella, no la mencionamos ante nuestros niños, mentimos cuando nos preguntan… la ocultamos. 

Recuerdo en Un mundo feliz donde a los niños se les lleva con las personas que comienzan su proceso, con las personas que ya no van a estar… en Sinuhé el egipcio donde, igualmente,  a los niños se les lleva a la casa de la Muerte, para que se familiaricen con lo que es. Claro, que sólo son novelas… pero creo que si desde niños aprendiéramos a entender este proceso de despedida, cada cual desde su perspectiva, desde sus creencias, pero aceptándolo como tal, luego no llegaríamos a sufrir tan inconsolablemente y el duelo sería un proceso  de rechazo, de rabia, de dolor, de despedida y de aceptación, los cinco pasos que describe la Dra. Kübler-Ross a través de su experiencia.

Estos son pensamientos míos en voz alta... Y aún así, puedo ponerme en la piel de cada persona ante este sentimiento de tristeza y desolación, puedo sentir su dolor como mío.  Lo sé, lo he vivido. Y es por ello que he realizado este seminario, intentando obtener las herramientas necesarias y poder estar ante situaciones de tránsito doloroso donde lo único que puedo aportar es mi cariño, mi silencio… y mis abrazos.

Comentarios

  1. Concha de mi alma (porque cuanto más te leo más cercana te siento):
    La muerte, como bien dices, es algo innato al ser humano, a cualquier ser vivo. Es el precio a pagar por la vida que nos dan nuestros padres. Nacemos para morir y no hay vuelta de hoja. Pienso, luego existo. Nazco, luego muero. Bien dices que en nuestra cultura tratamos de ocultarla. No hablo de ella luego no existe. Qué ilusos. El que la gente te diga que hablar de la parca es algo macabro siempre me ha hecho pensar que, en realidad, somos incapaces de aceptar nuestra desaparición física.
    Quizás deberíamos plantearnos la vida de otra manera: no vivir el día a día sino morir el día a día. Cada día que pasa deja de existir; es la muerte diaria pero no la vemos, no la queremos ver porque es radical,definitiva.
    Alguien dijo (y no recuerdo quién) que partir es morir un poco. ¿No decimos adiós sin darle más importancia a la palabra? Y con cada adiós vamos más hacia nuestro destino final. Estoy completamente de acuerdo contigo en que cada día algo se nos muere: una amistad que creímos sincera, honesta, las flores que pusimos en un jarrón, la sonrisa que algo o alguien nos arranca de golpe, el verano…
    Y la llamamos de mil maneras por ver si así no viene. Yo la conozco desde bien niña. Cuando aún no tenía siete años murió mi padre. Y aún no entiendo su ausencia, aún no entiendo la ausencia de mi adorada madre, la de los otros tantos seres queridos que ya no están. Siguen vivos en mí y sólo morirán cuando yo misma desaparezca. Pero ellos me siguen llenando el alma de paz. No sé si están en otro lugar, me cuesta creerlo. Pero mientras yo respire sé que no han muerto, no me han dejado. Y así sigo esperando mi turno.
    Te quiero:
    Toya

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  2. Ya lo has dicho todo... nada que añadir. Solamente que me alegro un montón de verte por aquí.
    Yo, también te quiero. Very much, indeed!

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  3. La muerte es un tema que de joven te inquieta, te asusta, no entiendes y todos esos tópicos que todos hemos oído. A medida que pasa el tiempo, reflexionas, lees, llegas a conclusiones distintas. Entre los muchos libros que me han hecho reflexionar sobre el tema, yo recuerdo “La puerta de la esperanza” de Vallejo Nájera y “Paula” de Isabel Allende, el primero desde una perspectiva cristiana el segundo desde una más vital
    En mi caso he llegado a la conclusión de que la muerte es un bien necesario. Cuando alguien me habla de la muerte en sentido negativo yo siempre le hago la misma pregunta ¿Te imaginas si no nos muriéramos? Y en plan caricatura le digo ¿Qué harían por aquí los Reyes Católicos, Napoleón,…..? Saramago tiene una novela sobre el tema “Las intermitencias de la muerte”. En mis analogías de la vida yo la comparo a la subida de una montaña, es dura, te cansas, hay momentos en que te dan ganas de abandonar, pero cuando llegas la emoción te embarga y la sensación de plenitud todo te compensa y ya una vez culminada, sólo te queda disfrutar del descenso.
    Cuando asistes al final de la vida de una persona que nunca se ha traicionado, que no alberga odios ni venganzas, que se siente satisfecho con su obra y la ves con esa serenidad, casi felicidad, despidiéndose de los que se quedan con buen humor, tranquilidad, asumiendo su final, es muy posible que la imagen de la muerte ya no sea esa calavera que te acosa con su guadaña.
    Alberto

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  4. Tus palabras, ciertas y sabias, son un remanso de paz, Alberto,
    Gracias desde mi corazón.

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  5. ¿Nos asusta la Muerte o cómo morir? Los que son afortunados y creen en un Más Allá pleno de felicidad, los que creen que esta vida sólo es un paso hacia otra mejor, los que creen que volveremos a tener otra oportunidad... la aceptan con la tranquilidad de saber que es el final inevitable para iniciar un cambio. Aún así, la tranquilidad necesaria para el tránsito deberíamos poder alcanzarla día a día sin el temor de dejar asuntos pendientes, sin haber dejado de decir ese sincero "te quiero" que tantos malentendidos podría borrar. ¡Ojalá cuando nos llegue la hora nos encuentre en paz con nosotros mismos y con los demás!
    Manolo.

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