ABUELIDAD

 
Susan Seddon Boulet


Al poco de nacer mi primer nieto, mi hija me hizo llegar un artículo de Laura Gutman que hablaba sobre la abuelidad, "Las mujeres sabias". En aquellos momentos yo estaba susceptible, pues a pesar de las ganas que había tenido por ser abuela, una serie de sentimientos indescifrables rondaban mi emoción. 
Y las palabras de Gutman me calaron hondo pues pensé lo hermoso que sería transmitir y compartir, de generación en generación, la experiencia, la sabiduría, la confianza... la madurez.
Después de casi cinco años he recordado el texto y lo he leído de nuevo, lo he vuelto a sentir... pero ahora desde otra perspectiva.

En cierta ocasión,  en un espacio virtual, se desató una polémica al intentar averiguar qué opinaban las madres de las abuelas de sus hijos, pues eran muchas más los momentos en las que las quejas superaban al agradecimiento. Por fortuna, hubieron algunas respuestas con aspectos positivos si bien la relación entre abuela-madre no es, generalmente, fluida.

Durante algún tiempo me he interesado por la relación madre-hija, por saber cómo se sienten las hijas con sus madres tras la maternidad y me he puesto del lado de muchas de ellas. Ahora, he estado haciendo un sondeo sobre cómo se sienten algunas abuelas, cómo se sienten las madres que ahora quedan por ley natural de vida, relegadas a un segundo plano por sus hijas e hijos, aquellos por los que en su momento lo dieron todo (y lo siguen haciendo a la vista de los resultados). Y la verdad es que comparto su pesar, no es para menos. Voy a intentar resumir, pues hablar de las emociones que transmiten otras mujeres, no siempre es fácil.

Creo que el papel de la abuela debería de ir mucho más allá de lo que se espera de nosotras. Creo que desde la buena voluntad, el cariño y el respeto hacia el otro, las abuelas somos poseedoras de una experiencia que nos ha aportado la maternidad  y la propia Vida, y que podemos compartir con las madres más jóvenes. Cierto es que si la abuela ha vivido situaciones penosas y desagradables poco de positivo puede transmitir, pero se debe apoyar, comprender, admirar y respetar a la hija, a la nuera, dejando al margen las propias experiencias negativas. Se puede y se debe.

Porque al ser abuelas tenemos la gran ventaja de no tener que alimentar, sino nutrir, palabras distintas y con distintos significados. Aportar y compartir una nutrición emocional que tan necesaria es para una joven madre en sus momentos de crianza en solitario, en momentos en que aparecen sus dudas y sus sombras, como la misma Laura Gutman comenta.

Porque son muchas las mujeres que hoy crían a sus hijos en soledad, sin tribu, sin referencias o con las referencias de mujeres en su misma situación. Creo que se debería de hacer un esfuerzo de aproximación por parte de ambas generaciones, las abuelas y las jóvenes mujeres devenidas en madres. Compartir sentimientos, emociones, tiempo de calidad y Amor, aportaría beneficios a todas especialmente al bebé que es quien se encuentra en medio de ambas.

Pero parece que desde esta sociedad de consumo en la que prima la juventud, la belleza, las carreras universitarias, la buena apariencia física, todo lo que queda atrás pierde valor. Se nota cierto desprecio hacia el mayor, se desmerecen sus opiniones, no se valoran sus vivencias... 

Y este pensamiento también ha penetrado en lo referente a la maternidad. Pocas son las abuelas a las que se les tiene en cuenta, pocas son las abuelas que son consultadas, escuchadas y valoradas.
Crían a los hijos de sus hijos, los atienden, los llevan al colegio… un sobre esfuerzo físico y emocional que hacen gustosas por complacer ¡de nuevo! a sus hijas, a sus nueras… 

Este verano, estando en la parada del autobús no pude evitar escuchar una conversación. Dos señoras, mayores que yo, estaban sentadas y hablaban de sus hijas.  Una decía que le había tenido que parar los pies, porque le mandaba y le ordenaba como si fuera una criada… la otra comentaba que ella, en lugar de parecer que tuviera una hija, creía que tenía una madrastra de cuento (palabras textuales).  No pude evitar una sonrisa y me dijeron “no se ría que es cierto lo que está oyendo”. Les contesté diciendo que las creía, que esa situación era bastante más habitual de lo que ellas podían pensar.

En general, las abuelas que he consultado -más o menos de mi generación-  se sienten utilizadas por sus hijas.  No saben, no se atreven a decirles que NO y cuando lo hacen, supone malas caras y/o enfrentamientos.
En general, se sienten desvalorizadas. Sus hijas les hacen ver que ellas no saben de crianza, que están "pasadas de moda”, que las cosas no son como antes. Y aunque estén dispuestas a escuchar y a aprender, son las propias hijas quienes les niegan toda posibilidad.
En general, se sienten inútiles. “Tú no sabes, tú no puedes”.
En general, se sienten solas.  Las hijas no les cuentan, no comentan, no les preguntan sobre ellas… Son abuelas-cuidadoras, poco más.
En general, no les gusta como llevan esta relación pero lo hacen por sus hijas, por sus nueras, por sus nietos y nietas…
En general, lloran en silencio su situación.

Creo que hemos de dar valor a lo que puede significar la abuelidad desde un intercambio de experiencias, desde una escucha y acompañamiento. Desde el respeto por los sentimientos de la otra.  Creo que es un esfuerzo que valdría la pena intentar. Por el bien nuestro y de generaciones futuras.


Cierto es que deben de haber casos en los que la relación sea fluida y amorosa, y de hecho he encontrado una lectura que me ha parecido preciosa, que me ha hecho saltar las lágrimas... 

Comentarios

  1. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. Nunca he compartido esos desahogos en los que lo único que se expresa es "mis hijos son exclusivamente míos, pero tengo todo el derecho a pedir a sus abuelas que los cuiden cuando lo necesite, aunque por supuesto todo lo que hacen está mal y me saca de quicio".
    Yo jamás he dado por hecho que mi madre tenga que cuidar de mis hijos, y cuando lo ha hecho se lo he agradecido profundamente. Tampoco he dado por hecho que tenga que compartir mi forma de criarles. Una cosa sí tengo clara: les quiere y la quieren. Es alguien importante en sus vidas. Eso me basta.
    Esas mujeres que tanto critican a las abuelas de sus hijos no se dan cuenta de que un día ocuparán su lugar...
    Abrazos.

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  2. Ahí está la cuestión. La madres de hoy seréis las abuelas de mañana... así es el ciclo de la Vida.
    Gracias por tus palabras. Besos.

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  3. Concha, estaba leyendo embelesada tu escrito, pensando en cuanta razón tienes y en lo fácil que es olvidarnos de mirar la realidad desde los ojos de los demás, y cuando he ido a abrir el enlace que recomiendas, je,je,je me he dado cuenta de que ¡es de mi blog!!! me siento emocionada y orgullosa ¡Gracias!

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  4. ¿Sabes qué pasa, María? Cuando se es joven no se piensa en que la vida pasa muy rápida. Que los niños crecen... pero las madres también. Y que la historia se repite si no se ha sanado.
    Podría haber añadido más situaciones, pero consideré que era suficiente.
    Pero la realidad es tal como la cuento, incluso más triste, solamente que la voz de la juventud tiene más fuerza y las mayores optamos por el silencio.
    Gracias por pasarte por aquí. ¡Y preciosas las palabras dirigidas a tu madre!

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