Doulas y formaciones



Comentaba con una compañera Doula que este año había mucha oferta de formaciones para Doulas, y que eso estaba bien porque así se podría elegir lo que más acorde estuviera con el sentir de cada mujer que quisiera iniciarse en esta profesión.

Comentábamos que sería muy interesante, llegados a este punto, que se homologaran las formaciones, que hubiera una igualdad de criterios a la hora de hacer los programas.  Personalmente,  entiendo que si las organizadoras creen que hay que hacer incidencia en un tema más que en otro, en ello basarán su programación. Y por eso la disparidad en las temáticas.

Si bien es cierto que la fisiología de la mujer, el embarazo y el parto, el bebé recién nacido son temas comunes, luego hay quien hace más incidencia en la alimentación, en el tema emocional, en la crianza o en la recuperación del suelo pélvico, por ejemplo.  Está bien, de nuevo creo que cada cual incide en lo que más le resuena. Y creo que unas cosas no excluyen a otras,  pero estoy convencida de que algunas son absolutamente necesarias.

Todas sabemos que ser Doula es acompañar y contener desde el respeto, desde la escucha y  el dejar hacer , desde la empatía. Pero creo que una mujer en su devenir como Doula ha de estar bien nutrida emocionalmente y no ha de tener sombras, o al menos, ha de saber cómo impedir que afloren en un momento determinado. 

Supongamos que estamos  acompañando a una madre que pierde a su bebé al momento de nacer… y eso mismo nos sucedió a nosotras. Supongamos que acompañamos en la pérdida a una mujer que ha tenido un aborto… y eso mismo nos sucedió a nosotras. Supongamos que acompañamos a una madre que tiene mala relación con la suya y al nacer su hijo se activan una serie de emociones que la bloquean… y eso mismo nos sucedió a nosotras. ¿Cómo podremos hacer frente a esas situaciones u otras similares sin haberlas sanado?  Yo no lo sé.

Cierto es que siendo Doula no vamos a hacer de terapeutas, cierto es que no son esas nuestras atribuciones, pero sí que es importante el habernos formado para tener recursos ante situaciones que se nos escapan e incluso saber derivarlas hacia un profesional cualificado, si llega el caso. Y cierto es que necesitamos una continúa nutrición emocional para poder mantenernos en nuestro lugar frente a una cascada de emociones ajenas… y propias.

Cuando me plantee hacer la formación, estuve mirando los programas que había y finalmente opté por el que más me llegó al corazón. Y acerté, de nuevo mi intuición no me engañó. Así es que me parece importante que antes de emprender una formación –sea del tipo que sea- se vean todas las ofertas,  se estudien los temas, se valoren todas las circunstancias… y luego se elija. Y me parece genial que hayan tantas opciones para poder acercarnos a la que más se ajuste a nuestro ser. Creo que en la diversidad está la riqueza y que, finalmente,  el Universo nos provee de aquello que necesitamos.

Namasté.

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