Psiquiatría infantil



Al poco de enterarme de la publicación del nuevo libro del Dr. Estivill (cuyo nombre no voy a mencionar por no hacerle publicidad), escuché una conversación en la radio que encendió, una vez más, mis alarmas.

Comentaba una madre de un niño de ocho años su calvario con él al estar diagnosticado de TDH (trastorno de déficit de atención con hiperactividad) y su necesidad de que el niño estuviera medicado, pues “no podía con él”. ¡Ufff!  Yo tiendo a dar importancia a las palabras, a lo que transmiten,  y si escucho a alguien decir que no puede con su hijo… intuyo algo más, intuyo una relación dificultosa que quizás empezara en el embarazo y continuara en la cuna siguiendo los consejos del sr. Estivill.  Y me ha quedado mal cuerpo al conocer los tratamientos con medicamentos que llevan estas criaturas. Esta madre, comentaba que su hijo se autolesiona, que tiene depresión, que no alcanza los mínimos en el colegio… y que para todo ello necesitaba “sus” pastillas
¡Dios mío! ¿Qué futuro le espera a un niño de ocho años si ya está tan medicado, si ya está dormido y desconectado de su propio espíritu, si ya no siente su alma? ¿Cómo vivirá la adolescencia con todos sus choques emocionales? ¿Llegará a ser un adulto feliz?

He estado averiguando sobre este trastorno y es más común de lo que parece. Desde luego que no soy psiquiatra ni tengo conocimientos del tema y por tanto no trato de ahondar en ello,  pero siempre tiendo a pensar que, si un niño desde su concepción recibe TODO lo que necesita, sin condicionamientos sociales, simplemente desde la satisfacción de sus necesidades primales en conexión con su madre, siempre tendrá menos números para que le toque este tipo de “lotería” ¿no?

Partiendo de la base de que yo respeto cada opción que la mujer escoja, siempre que esté bien informada y pueda decidir libre y conscientemente, pongamos unos ejemplos comparativos.

Niño A, que desde el vientre de su madre vive un desarrollo amoroso, sereno, conectado emocionalmente con ella. Que tiene un nacimiento a través de un parto natural respetado, sin agentes externos que impidan un desenlace feliz, que es puesto en el pecho de su madre inmediatamente, que es amamantado a demanda, que va siempre en brazos y que duerme bajo la protección de su madre, de sus padres.
Niño que no es separado de su familia de origen. Un niño que crece arreglo a sus necesidades, que es acompañado en su proceso de maduración, en la gestión de sus rabietas, de sus frustraciones desde la escucha y el respeto amoroso. Un niño que disfruta del contacto de la naturaleza, de los animales… que está en conexión con los ciclos de la Vida siempre bajo la mirada atenta y cariñosa de unos padres, de sus personas de referencia, que comparten con él sus momentos y que le acompañan en su crecimiento. Un niño gestado, parido, criado con Amor Incondicional.

Niño B, cuya madre vive el embarazo como una enfermedad, pendiente de pruebas, bajo presión continúa por lo que éstas puedan decir, madre que vive su gestación en estado de ansiedad permanente y que llegado el momento del parto no se quiere enterar de nada (para ello está la epidural). Bebé que es separado de su madre recién nacido, bebé que es alimentado por un biberón de leche de otro mamífero no humano, que pasa su horas en la cuna, que lo dejan llorar hasta que se agota y se duerme. Que no es cogido al brazo “para que no se mal-acostumbre”, que lo llevan en un carro viendo imágenes de seres que desconoce… (Véase método Ferber-Estivill)
Bebé que a los pocos meses se siente abandonado en un espacio fuera del núcleo materno-familiar por necesidades coyunturales (de los padres, claro), niño que a los pocos meses es “socializado” en un espacio impersonal, niño que antes de cumplir dos años ya está en la guardería… y que crece bajo un estado de nerviosismo de una madre que trabaja ocho horas fuera de su casa y que cuando regresa, las tareas acumuladas la desbordan y pocas ganas le quedan de atender a ese hijo que reclama atención y que es colocado delante de la caja tonta (véase TV), o del ordenador,  para que se entretenga y deje a los mayores hacer sus cosas.
Niño que no es escuchado, que no es respetado, niño que crece bajo el mandato de un padre autoritario, de una madre agobiada y desconectada incluso de ella misma…

No hace falta ser un lince para ver cuál de estas dos criaturas tiene más posibilidades de desarrollar cualquier trastorno psico-afectivo. Y llegado este caso siempre me surge la duda por saber qué pasa con los niños en otras culturas, en otras “civilizaciones” donde los niños siguen el dictado natural de la vida, de la naturaleza.
Donde las madres no se cuestionan qué deben hacer, sino que simplemente hacen lo que sienten… lo que han visto y aprendido a través de generaciones. Porque no tienen un gurú que les dice que no cojan a sus hijos al brazo, porque no tienen una industria farmacéutica que les venda leche de fórmula, porque no tienen preciosas guarderías donde tengan que llevar a sus hijos para ir a trabajar y fomentar una sociedad de consumo…

No sé… este tema daría para largo, pero como he dicho al principio, tampoco soy experta en ésto. Sólo sé lo que a través de los años, de mi experiencia y de mi sentir estoy viendo, estoy aprendiendo.
Por ello creo importante esta reflexión. Para que nuestros bebés, nuestros niños sean criados bajo el concepto de ese Amor Incondicional muchas veces mal entendido. Para que prevalezca el cariño y el respeto, la intuición y la empatía, frente al sentido común. Sobre todo si “ese” que alguna personas recomiendan.


(Dibujo de la entrada:     http://cosodeilustradores.blogspot.com/2009/08/el-nino-triste.html)


Comentarios

  1. Pienso que en el embarazo estamos muy sensibles (algunas, claro, que las hormonas juegan al tenis) y perdidas, y el entorno se aprovecha de ello y nos manda multitud de información -contradictoria muchas veces con lo que quieres hacer o sientes- con muy buena intención y te descolocan. Pienso que una madre para pedir medicacion para su hijo tiene que estar desesperada y pasándolo tan mal como su hijo y cansada...y lo que es peor, sin apoyo alguno. Es una pena que estemos las mujeres (y qué porras, los padres también) tan desconectados entre nosotros, sin compartir comunicación ni informacion ni cuidados - ay, el ritmo de vida actual....- y sin apoyo real y efectivo cuando se dan casos de tdah o cualquier otra cosa. Y que siempre nos creemos mas debiles de lo que somos, también.:(

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  2. Así es, cielo. Pero nunca es tarde, poco a poco vamos cambiando conciencias, vamos tejiendo una red entre todas las mujeres que comenzamos a sentir las cosas de otra manera.
    Lo pasado, pasado está. Todos los días, en cada segundo, comenzamos de nuevo...
    Bendiciones.

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  3. Hay casos de hiperactividad en los que realmente es necesaria la medicación. No siempre responde a causas externas. Hay un componente biológico importante, que hace que la atención no se focalice sobre estímulos concretos, y en esos casos la medicación aumenta considerablemente la calidad de vida de los chavales. Esa es mi experiencia como maestra y eso es lo que he estudiado en diveros cursos y libros sobre el trastorno.
    Besos

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  4. Recomiendo un blog llamado
    Yo amo a alguien con ¿THDA?
    Un beso

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  5. Gracias por tu aportación, Carmen,

    Le he echado una mirada a ese blog y me parece muy interesante. Seguro que hay mucho para aprender. Y lo haré, no te quepa duda.
    Gracias por estar ahí, Anónimo del alma.

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