Síndrome de la covada: cuando los hombres dan a luz


Covada Huichol

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Este blog es uno de los sitios que me tiene “hechizada”.  Conocer de otras culturas me aporta una amplia visión para saber, entender,  aceptar y tener siempre presente que hay tantas realidades y pensamientos como personas. 

En diciembre de 2011 estuve realizando un curso “El nacimiento al alba de un nuevo paradigma” con Michel Odent.  En un momento dado, comentando sobre los hombres en el momento del parto (conocidas son sus opiniones sobre este tema), habló del síndrome de “couvade” y me quedé con ganas de más datos...
Ahora y gracias a esta antropóloga,  he obtenido mucha más información y como me ha parecido muy interesante os la comparto, con permiso de su autora.


Cuando los hombres dan a luz: la covada.

"Mientras ella está de parto, el marido huichol se sienta en las vigas situadas sobre su cabeza con una cuerda atada a los testículos. Cada vez que tiene una contracción, la parturienta tira de la cuerda. Al final, el marido siente tanta alegría por el nacimiento del niño como la mujer."  

Los varones de muchas sociedades intentan “demostrar” que ellos, igual que las mujeres (o incluso en lugar de ellas) hacen bebés. En muchos lugares existen medios rituales o de otro tipo para realzar la importancia de los hombres en el proceso reproductivo. 

La costumbre de involucrar al padre de forma más directa en la reproducción -y darle a él más méritos por lo que está haciendo su esposa- se llama covada,
Covada (del frances couver 'incubar'), costumbre por la que la madre, durante el nacimiento de un hijo o inmediatamente después, le cede el lecho al padre, y a veces es más mimado y apartado que ella. 

Desde el punto de vista de algunas mujeres, la covada es una forma que los hombres utilizan para imponerse en el proceso de embarazo y nacimiento, allí donde no poseen una función natural. Para otros, la covada era otra forma de engañar a la muerte. El marido venía a ser el pararrayos de la mujer, hacía de tripas corazón y asumía los golpes de los malos espíritus. El marido esperaba en momento fatal del parto en la cama, lo alimentaban como si se tratara de una delicada parturiente, mientras que la mujer realizaba las tareas domésticas e intentaba que ningún espíritu advirtiera su estado.Todavía hoy, en algunas comarcas de Suiza y de Alemania, se expone la camisa del marido, cuyos pantalones vestirá la madre el primer día que salga de casa.

Sea por la razón que fuese, antropólogos y geógrafos de todo el mundo han documentado la extensión de esta práctica tanto en América del Sur, Nueva Guinea y en los Estados de Nayarit y Jalisco en Méjico. Enrique Casa Gaspar publicó en 1924 un recorrido por las costumbres de covada de medio mundo.

La tribu Huichol
 (autodenominados Wixarica) se asienta en Sierra Madre, en el estado de Jalisco,México. Es una de las tribus más alejadas de las culturas actuales que se pueden encontrar en el norte de América. Gracias a este aislamiento han podido conservar muchas de sus tradiciones y costumbres más arcaicas. Ellos piensan que el parto es un momento de gran dolor y de gran placer, y creen que tanto el dolor como la alegría deben ser compartidas por hombre y mujer. Según Adele Getty:


“El acto de parir, ya se trate de un hijo, una idea o una obra de arte, va siempre acompañado de dolor. Los indios huicholes piensan que la pareja de la mujer debe compartir el dolor y el placer de dar a luz: por eso, mientras ella está de parto, el marido se sienta en las vigas situadas sobre su cabeza con una cuerda atada a los testículos. Cada vez que tiene una contracción, la parturienta tira de la cuerda. Al final, el marido siente tanta alegría por el nacimiento del niño como la mujer ¡O incluso más! Esta costumbre de compartir los dolores del parto, en la que el hombre mantiene una actitud simpática de empollamiento ante la llegada del hijo, está extendida entre muchos nativos”.

Durante el parto el hombre consume peyote (un cactus de propiedades alucinógenas).

El varón caribe de los Galibia de las Guayanas ayunaba seis meses desde el quinto mes del embarazo de la mujer, permanecía inmóvil en la hamaca durante el parto y los primeros días posteriores, y, mientras la madre volvía al trabajo con el recién nacido en bandolera, él era cuidado por todas las mujeres del poblado. 

En el alto Paraguay, era lo mismo, pero con el detalle de que, cuando la madre regresaba de lavar al niño la primera vez, no podía hablar, sino sólo mirar con recogimiento al marido. 

En Venezuela, a esto se le llamaba “empolladura”: la madre tras el parto se incorporaba a sus trabajos, y el marido se metía en la cama quejándose de dolores abdominales.

Entre los wogeo, en una isla en la costa de Nueva Guinea, los hombres cuya esposa está embarazada dicen que sufren tantos mareos matinales como ellas; se cansan fácilmente y tienen que evitar las actividades fatigosas, como la caza y la lucha. 

Hay algunas sociedades, especialmente Nueva Guinea, en las que los hombres, simbólica o artificialmente, menstrúan. La mayoría lo realizan insertando al instrumento en la uretra para hacer que el pene sangre. En muchas de estas mismas sociedades, los hombres también realizan ceremonias de dar a luz simbólicamente. Entre los mehinaku, los hombres cuecen medicinas especiales que son ingeridas ritualmente por los muchachos pubescentes para asegurar que los chicos producirán semen.

La gente de gran parte de Nueva Guinea cree que los hombres no solamente tienen una parte activa en el hecho de embarazar a las mujeres, sino que también son responsables de convertir a los chicos en hombres con semen. Creen que los chicos deben ser separados de la influencia no sólo de sus madres, sino de toda feminidad. Los varones no pueden convertirse en «hombres» hasta que tenga lugar esta ruptura y no crecen y se desarrollan de forma natural hasta que no produzcan semen. Son los hombres de más edad los que implantan el semen de forma que los muchachos sean capaces luego de producir el suyo a partir de esta semilla. Esto significa que los hombres son, en cierto grado, responsables del crecimiento de los muchachos (y en sentido metafórico tienen poderes reproductivos análogos a los de las mujeres).

Se ha especulado mucho sobre la covada en etnias del norte de España; los galaicos, los astures, los vascones y los cántabros. Todo se lo debemos a Estrabón quien, no hay que olvidar, no fué testigo directo de estas culturas sino que simplemente recogía las historias de los soldados y mercaderes romanos que en tiempos de Augusto venían de Hispania. También hay descripciones de la covada entremaragatos, ibicencos y corsos.

De todas formas, en los Estados Unidos y en Europa, durante los últimos veinticinco años, se ha desarrollado la única institución que tiene visos de covada. Los hombres modernos frecuentemente acompañan a sus esposas embarazadas cuando van al tocólogo, asisten a seis semanas de preparación para el parto con ellas, e incluso algunos dicen experimentar dolores de espalda y malestar durante el embarazo, muchos hombres cuentan enternecedoras historias sobre los sentimientos que experimentaron cuando nacieron sus hijos. También apoyan a las mujeres durante las contracciones y cada vez más hombres piden presenciar el parto. A veces cortan el cordón umbilical y son los primeros en coger al recién nacido. ¿Y qué hay de la imposición automática del apellido paterno al bebé en primer lugar? 
Apoyan a las mujeres física y psíquicamente, pero también les proporciona un lugar en la procreación que antes no tenían.



 "Abecedario de antropologías." Luis Pancorbo.
"Para raros nosotros. Introducción a la Antropología cultural." Paul Bohannan.

Comentarios

  1. Muy interesante, sobre todo para replantearnos esa teoría de que el vínculo materno-filial es mucho más fuerte que el paterno...
    Gracias por compartirlo.

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  2. ¡Sabía que te interesaría! Bueno, bueno, tratan de imitar o de, al menos, llamar la atención. Que lo consigan o no, eso es otra cosa...
    Gracias por tus palabras.
    Abrazos.

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  3. O de demostrar que para ellos tener un hijo es igual de importante...¿por qué no?. :)

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    1. Nadie niega que no lo sea... Otra cosa es el instinto y de eso, hay muuuucho que hablar (y no seré yo quien lo haga, ja, ja)
      Besos.

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    2. Pues yo sí, con tu permiso ( así queda claro que aquí no tod@s l@s que escribimos estamos de acuerdo en todo con la autora, como dicen algunos). Una cosa es que las hembras mamíferas tengamos un instinto maternal distinto al de los machos y unido especialmente al embarazo y la lactancia y la otra es afirmar que por ese instinto el vínculo entre padre e hijo no pueda ser igual de fuerte que el de la madre. Y me parece significativa esa forma de "reivindicarlo" que tienen esas culturas...
      Un beso.

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  4. Ay concha!! Leí sobre esto hace unos 8 años, entonces me quedaba muy lejos el instinto maternal... me ha hecho revivir pensamientos de entonces... Supongo que me impactó la foto de la mujer pariendo y estirando de la cuerda cogida a los testículos... jajaja

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    1. Seguro que tus pensamientos de hace 8 años no tienen nada que ver con los de ahora, después de tener a tu preciosidad.
      ¡Me alegra verte por aquí!
      Un abrazo.

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  5. Bueno...yo tengo dos ejemplos de cercana cosecha de la "couvade"...uno el esposo de una amiga que sentía él nauseas y malestar...y a raíz de ahí descubrieron que Claudia estaba embarazada de su rimera niña. 100% verídico, y real.
    El otro es el DaddyBlue...que al quedarme de Jordi también sintió algun malestar neuseoso...¡y muchas ganas de comer, el gordito jajajaja!!
    Por mi naturaleza "yo me lo guiso yo me lo como" creo que hubiese sido incapaz de tirar de la piola atada a los góblins ¡Auch!!
    Besote.

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  6. Mujer, lo de tu DaddyBlue tiene explicación teniendo la profesión que tiene.
    Y lo de tu amiga "mi no entender" pero ya ves, hay quien le da una explicación.
    Gracias por tu puntito de humor, perla.
    Besotes.

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