Ritual en la Cueva.


Lo he conseguido. Tras varios intentos para volver a encontrarme con las Doulas compañeras de mi formación después de dos años, el pasado sábado día 16, algunas de nosotras nos abrazamos, finalmente, en Xorret de Catí (Castalla, Alicante) el lugar donde compartimos nueve meses de intensos seminarios, donde hubo una gestación envuelta en risas, lágrimas, abrazos, emociones abiertas y heridas cerradas.

 Habíamos quedado a las 10 de la mañana y yo me tendría que volver pronto, ya que por la tarde asistiría en Valencia a la boda de un sobrino mío. Así y gracias a marido, quien condujo el coche (para que yo no estuviera luego cansada) durante los 280 km de distancia recorrida entre ir y volver, pude pasar una mañana inolvidable.



 Nuestra finalidad era acudir a una cueva con una característica muy especial que estaba situada en una zona próxima y allí realizar algún sencillo ritual. Una vez amortiguada la euforia del reencuentro, comenzamos a caminar por un sendero entre pinos y matorrales. Dos de mis Doulas queridas bajaron en coche con el avituallamiento. Las otras cinco lo hicimos andando. La estrechez del camino apenas nos permitía hablar a pesar de nuestras ganas y así, fuimos acompañadas por una nube constante de mariposas de colores que presagiaba algo especial y fantástico. Y tras algo más de una hora llegamos a nuestro destino… bueno, todavía faltaba lo más ¿divertido?

Para acceder a la cueva teníamos que bajar por un terraplén de piedra casi vertical que parecía un rocódromo y en más de una ocasión tuvimos que hacerlo con las posaderas en el suelo.  Y llegamos a nuestro destino.


Boquiabiertas nos quedamos al ver el acceso, un agujero tallado en la montaña que rezumaba agua por todas partes, los preciosos culantrillos (adiantum capillum veneris), los musgos, el hilillo de agua que salía de la cueva, el olor a tierra húmeda… nos proporcionó la sensación de frescura que necesitábamos tras la caminata y la bajada.


 Pero nuestro asombro, nuestra emoción,  no tuvo límites al encontrarnos con la imagen que vimos al final de la cueva: una vulva gigantesca aparecía perfectamente esculpida -de forma natural- en la roca. Aunque ya sabíamos lo que íbamos a encontrar -pues una de nuestras compañeras había hecho el descubrimiento y por ello habíamos decido acudir-, estar allí entre la humedad, las gotas que calaban desde el techo y filtraban por las paredes, el rumor del agua... todo ello nos condujo a una especie de éxtasis y nosotras, poderosas mujeres conscientes de nuestra situación, nos cogimos de las manos formando un círculo.

Y recitamos una oración surgida del alma, y entonamos nuestras voces en un cántico que hizo vibrar la roca, y nos abrazamos y nos besamos, y recordamos a todas las mujeres que por menos de esto habían sido perseguidas y quemadas… y así, en este Círculo mágico,  las siete mujeres pasamos unos minutos y quedó sellada nuestra complicidad compartida.



Y ahora quiero intentar expresar las sensaciones que viví durante tan corto espacio de tiempo. Para una mujer de sesenta años encontrarse entre un círculo de mujeres que no alcanzan los cuarenta y que todavía menstrúan, mujeres conscientes y emprendedoras de una búsqueda personal más allá de los convencionalismos, mujeres que han conseguido un despertar en una edad en la que yo estaba totalmente dormida, mujeres que buscan, que confían, que comparten… es un auténtico privilegio. Es una emoción que tuve que expresar con la voz, con los abrazos y con las lágrimas.

Ahora, y con el permiso de todas ellas, transmito mi experiencia en este relato y deseo, con anhelo, volver a repetir este encuentro en otra ocasión y, a ser posible, completando al máximo con las compañeras de formación que no han podido acudir esta vez.

Situaciones como estas son las que me hacer sentir afortunada, por poder ver lo que me está llegando como regalo del cielo, porque me reafirma para seguir confiando en la Providencia, porque desde mi lado humano me doy cuenta de que el tiempo es algo que hay que aprovechar de la mejor forma para ser feliz.

Gracias “doulitas mías” como nos llama una de ellas. Vuestra presencia y el recuerdo de las ausentes se volvieron conmigo, guardando estos momentos en mi corazón, reforzando ese vínculo y fortaleciendo mi alma de Doula para los nuevos acompañamientos que vayan surgiendo y que vaya a realizarY gracias a la Vida, como siempre.

Y quiero compartir, también, este texto enviado por una de mis compañeras quien descubrió, “casualmente” que éramos siete… ¿de verdad que fue casualidad?




Ayer éramos siete mujeres. El SIETE, su palabra clave es SABIDURÍA.

Cifra cósmica y sagrada por excelencia. Formada por el 4 (la tierra) y el 3 (el cielo). En ella se reúnen todas las fuerzas antagónicas de la creación, pero no se enfrentan, sino que se equilibran proporcionando seguridad.

En los cuentos y las leyendas simboliza siempre los siete estados de la materia, las siete etapas de la evolución espiritual o vía mística cuyo propósito es alcanzar sucesivamente la calma de los deseos instintivos; el control de la emoción; la claridad mental; el despertar del yo espiritual; el desapego de lo material, la adquisición de la voluntad que permite convertir en acción el conocimiento; y la conciencia del amor y la unidad universal.

La energía de esta vibración: es reflexiva y filosófica. No puede sustraerse a la necesidad de buscar un sentido a la existencia. Necesita de la soledad para desarrollarse plenamente, los espacios abiertos, el contacto con la naturaleza y la amistad de otras personas interesadas en hallar una respuesta a los grandes interrogantes del ser humano: ¿quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Hacia dónde voy?...

En el plano material: pondrá toda su energía al servicio de la razón. Atraído por el mundo de la ciencia, la filosofía, la enseñanza o el misticismo. Para conseguir sus objetivos, tendrá que combatir cierta tendencia a la inacción y la pereza.

SIETE: fases lunares, los colores del arco iris, las estrellas de la Osa Mayor, los planetas de la antigüedad, los días de la creación bíblica, los cielos musulmanes, las plagas del Apocalipsis, los emblemas de Buda, los árboles sagrados, las vueltas que dan a la Meca...


Comentarios

  1. Muchisimas gracias Concha por dejar plasmado el recuerdo de un día tan especial.
    Verdaderamente fueron unas horas súper nutridoras, en las que todo fluyó de una forma casi mágica, sin cobertura de teléfono y llegando a los encuentros justo en el mismo segundo.
    Para mi fue un espacio donde pude sentir Paz, Armonía y mucha Confianza, que me cargó las pilas tan desgastadas por mis circunstancias de hace unos años atrás y que todavía sigo con el efecto de las mujeres maravillosas con las que estuve ese día y el de todas las que no pudieron estar en mi corazón.
    Sentir cómo vibraba la cueva, cómo aumentaba el sonido del agua al cantar, sentir la fuerza de la vagina esculpida en la roca... todos y cada uno de los detalles era potente y fue directo a esa parte no racional.
    Muchas gracias a todas!!
    Un abrazo (mira si estoy sensible, que este abrazo, sin pellizco.... ;) para que no pierda nada, nada de esencia)

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    1. ¡Ja, ja! Princesa mía, no hay nada como compartir desde el corazón, como bien dices sin teléfonos, sin interrupciones, sin nada que perturbe la paz, sentir el presente y vivir el "aquí y ahora". Lo teníamos claro... lo necesitábamos.
      Gracias a ti por tu presencia. Siempre.
      Abrazo de Doula.

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  2. bravo y felicidades a todas por esos momentos! ojalá muchas podamos vivirlos en nuestro camino.
    besos


    PD a título personal y como nota absolutamente frívola sin venir a cuento, qué gusto ver a gente con tirantes y mangas y pantalones cortos ;).

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    1. Pues ya ves, Esther, cada cual busca... y halla. Ojalá quien sienta la necesidad se atreva a comenzar su propia búsqueda.
      Y lo de los tirantes y el sol... ¡ja, ja! pues no es lo mismo los 30º que teníamos que los ¿11º? que tenéis ahí.
      Abrazos calentitos (para que entres en calor).

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  3. Una experiencia de esas que marcan hitos en el camino. Me alegro de que la hayas disfrutado. Un beso.

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    1. Si, ciertamente así fue. Una EXPERIENCIA.
      Gracias.

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  4. Me he quedado alucinada con tu relato y el descubrimiento de esa forma mágica en la cueva.
    Tuvo que ser muy especial ese "akelarre" diurno.
    Enhorabuena a las 7.

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    1. ¡Ja, ja! Ya te digo... si nos hubieran visto los de la Inquisición. Pero afortunadamente hoy somos muchas las que estamos...
      Una gran experiencia, Iranzu.
      Un beso.

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  5. Hola mi querida Concha
    No he podido evitar emocionarme al leer la maravillosa experiencia que viviste y compartiste con nuestras compañeras,se lo que significaba este reencuentro y aunque no estuviesemos todas en cuerpo, lo estabamos en alma.
    Te felicito por tu forma de transmitir tus pensamientos y tu sinceridad.
    Sigue asi, no cambies nunca,

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    1. Hola querida compañera de endorfinas...
      Realmente te eché a faltar, pero sé cual es tu situación en estos momentos. Ya vendrán días mejores y nos volveremos a encontrar y la emoción no tendrá límites.
      Ánimo, cuídate mucho.
      Un fuerte abrazo y gracias por tus palabras.

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  6. Me encanta veros a las siete, sentir vuestra emoción y la vibración del encuentro...la cueva es impresionante!!!
    Ay, yo me quedé con la miel en los labios, la comidita preparada y todo organizado para la excursión...y a última hora no pudo ser...ya os diría Pilar.
    Un abrazo muy grande

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    1. Silvia, te echamos de menos, pero seguro que habrá otra oportunidad. Gracias por compartir, aún en la distancia, estas emociones.
      Abrazos.

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  7. Una compañera que no ha podido insertar su mensaje me lo ha enviado para que lo ponga transmitiendo su sentir en sus palabras.
    "Muchas gracias Concha por este broche tan especial, que pone palabras e imágenes a unos momentos preciosos. Así puedo releerlo y saber que no fué un sueño. Un abrazo para todas las que estábamos que en realidad éramos todas."
    Sole.

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