Llega
el fin de semana y parece que la calma se asienta en los montes de la Comunidad
Valenciana. Atrás han quedado las horas de angustia, de miedo, incluso de
pánico en más de una situación.
Ahora
vienen las promesas políticas, el colocarse medallas, el salir en la foto…
mientras se sigue sin hablar de aquellos que han estado en primera línea de
fuego porque los medios de comunicación no han llegado hasta allí para
grabarlos en plena actividad (los efectivos de las Brigadas Rurales de
Emergencia). Es algo que suele ocurrir pero no por ello, algo que yo -al menos-
acepte de buen grado. Y mucho menos en una situación como ésta en la que un
hijo mío ha estado jugándose la vida por culpa de la ineficacia de los
políticos y de un grupo de desaprensivos (y no me refiero exactamente a los
autores materiales de los incendios).
Ahora,
también vienen las resacas. La tristeza de ver el monte quemado, la rabia de
ver cómo algo que se hubiera podido evitar no se ha hecho, la pena de ver perdido
el trabajo de muchos años: viviendas, campos de cultivo, montes adultos… y las
secuelas físicas y emocionales de todos los que se han visto involucrados de una forma u de
otra.
Quemaduras,
contusiones, crisis de ansiedad… cada cual manifestará en su cuerpo lo que ha
pasado en la medida que se haya visto afectado.
Y
ahí me encuentro. De nuevo, este cuerpo mío está manifestando el miedo
acumulado y acallado durante estos cinco días. Mis riñones están endoloridos a
consecuencia del bloqueo que me ha producido esta emoción.
Pero
afortunadamente y gracias a la experiencia y a escuchar lo que mi cuerpo me
dice, puedo reconocer la causa del dolor. Así, necesito poner palabras,
expresar, aceptar y trascender lo que me ha sucedido, porque sé que el MIEDO siempre
me bloquea. Es la única forma de que el
malestar desaparezca y vuelva a funcionar con normalidad.
Esta tarde voy a desaparecer hasta el lunes. Sin ordenador y sin televisor. Con la compañía de
una persona Amiga y un libro, paseos por la playa y cura de silencio,
prácticamente en solitario.
Es
todo lo que ahora mi cuerpo y mi alma necesitan. ¡Buen fin de semana!
Estrella
que caminas
en
el espacio sin final,
detente
un momento, solo un instante,
escucha
nuestros corazones
caídos
en este mundo,
somos
muchos los que esperamos,
regálanos
la paz,
pan
fresco para comer,
protege
nuestros sueños verdaderos
de
la vida cotidiana
y
sálvalos del odio y del dolor,
y
a nosotros, que estamos siempre solos
en
la oscuridad de la noche,
ojos
azules para ver.
Este
amor grande,
grande,
grande,
este
cielo
se
ilumina en un instante.
No
te vayas,
déjate
caer
estrella,
estrella mía
quédate
en mi corazón.
Protege
a nuestros hijos puros,
en
la vida cotidiana
sálvalos
del odio y del poder
como
el primer día,
como
en la fantasía,
ojos
azules para ver.
Grande,
grande, grande
este
cielo
se
ilumina en un instante.
No
te vayas,
no
nos abandones
estrella
mía,
quédate
siempre en mi corazón.
me encantaría acompañarte en la experiencia, aún a miles de kms.
ResponderEliminarya fue el tiempo del miedo, de la rabia, del dolor... ahora que venga el tiempo de la reconstrucción, la alegría, y por último, pero no lo último, la serenidad.
Un beso.
PD again, no soy Ray sino su media sandía
Graciaa, cielo, por acompañarme desde la distancia. Y ya me imaginé que eras tu, again, no pensé que Ray se metiera por aquí, aunque si le apetece, también será bienvenido.
EliminarKisses from Spain.
Que bueno es expresar, no dejes nunca de hacerlo. El primer paso para curarse.
ResponderEliminarQue descanse tu cuerpo, tu mente y tu alma.
No creas, cariño, me costó mucho tiempo de mi vida aprender a poner nombre a mis sentimientos. Y en ello ando aunque no guste...
EliminarGracias por estas palabras tuyas tan bonitas.
Un abrazo.
Que hayas descansado, que hayas sanado de la angustia de saber a tu hijo, ahí en la línea de fuego.
ResponderEliminarLeí el post anterior y se me "achiquititó" el alma.
Un beso a tu héroe.
Le dejo un pequeño homenaje en mi blog. A él y a todos.
Un abrazo.
Gracias, cariño. Ya estoy, de nuevo, en la normalidad...
EliminarUn beso.