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"Contactó conmigo una chica joven embarazada de su primer bebé. Estaba en su tercer mes y tenía mucho miedo. Ella sabía quienes somos las Doulas. Es más, a ella le habría gustado poder serlo. Hablamos, se sentía sola y tenía un impedimento real para su acompañamiento: su madre. Tras este primer encuentro, no volví a saber de ella.
Pasados cuatro meses, me localiza de nuevo. Se siente muy mal, necesita hablar... proseguir el acompañamiento. En este nuevo encuentro me entero de que su niña se ha colocado de nalgas... y la chica tiene horror a la cesárea.
Establecemos, según su criterio, un ritmo de visitas, comentamos algunas cosas prácticas en torno a hospitales, plan de parto, lactancia... La invito a venir a la próxima reunión de El Parto es Nuestro y no aparece, lo que me produce cierta intuición...
Estando cercano el siguiente día de nuestro encuentro, mediante correo electrónico me comunica que su madre, apoyada por su marido (el padre de la criatura), ha decidido que no necesita de una Doula. Y nada más.
A los dos meses de este suceso, y también mediante mensaje , me comunica que ha tenido un parto horroroso que finalizó en cesárea. Pero que la niña está bien.
Sucedió lo que tanto temía, lo que tenía que suceder".
(Este hecho es real. He cambiado y omitido algunos datos por respetar la intimidad de las personas. Pertenece a la recopilación de mis acompañamientos)
Y es que uno de los
miedos que tienen las mujeres embarazadas a la hora de tener a una Doula como
acompañante en cualquier fase de su proceso de embarazo, parto y/o lactancia, es
cómo va a afectar esta decisión a su propia madre.
Pasados cuatro meses, me localiza de nuevo. Se siente muy mal, necesita hablar... proseguir el acompañamiento. En este nuevo encuentro me entero de que su niña se ha colocado de nalgas... y la chica tiene horror a la cesárea.
Establecemos, según su criterio, un ritmo de visitas, comentamos algunas cosas prácticas en torno a hospitales, plan de parto, lactancia... La invito a venir a la próxima reunión de El Parto es Nuestro y no aparece, lo que me produce cierta intuición...
Estando cercano el siguiente día de nuestro encuentro, mediante correo electrónico me comunica que su madre, apoyada por su marido (el padre de la criatura), ha decidido que no necesita de una Doula. Y nada más.
A los dos meses de este suceso, y también mediante mensaje , me comunica que ha tenido un parto horroroso que finalizó en cesárea. Pero que la niña está bien.
Sucedió lo que tanto temía, lo que tenía que suceder".
(Este hecho es real. He cambiado y omitido algunos datos por respetar la intimidad de las personas. Pertenece a la recopilación de mis acompañamientos)
De las mujeres
que he acompañado desde que terminé mi formación, todas lo han ocultado,
excepto una de ellas que se lo dijo a su madre –no sin cierto temor- clara y abiertamente, explicándole sus
razones. Sorprendentemente para ella, ésta lo tomó muy bien e incluso estaba orgullosa de ver cómo su hija estaba
preparándose durante la gestación, “incluso tiene una Doula” comentaba a sus
amigas cuando surgía el tema.
Y es que el
tema de la propia madre es como un león dormido, que parece plácido pero
despierta, listo para el ataque, ante el menor ruido.
Según comenta
Maureen Murdock en su libro "Ser mujer:
un viaje heróico", “la desvalorización
de la mujer comienza con la propia madre, a través de su individualización, cuando comienza a separarse física y
psicológicamente de la madre y de su arquetipo”. Porque muchas hijas desean ser más “completas” y más libres que su madres lo
fueron, pero en cambio necesitan de su
tiempo… y de su aprobación.
Y esta lucha
les produce un miedo a la pérdida, una herida oculta que solamente sanarán ellas
mismas desde su interior, nutriendo su alma y su cuerpo, manifestando sus
sentimientos, su creatividad, su sentido del humor y su sexualidad. Si no se llega a este punto y una está en paz
con ella misma, con su condición de mujer, con su femineidad y acepta a la
madre en lo que ha sido, en lo que ES, la herida sin cerrar fácilmente se
abrirá cuando ella misma devenga madre, especialmente si lo es de una niña.
De igual manera,
algunas madres no entienden por qué su hija necesita de una Doula… si la tiene
a ella. Esto, quizás, resulta más fácil de entender desde fuera: cuando no existen lazos emocionales, el acompañamiento surge de otra
manera. Y fluye.
Porque aunque
las madres creamos que las hijas cuentan con nosotras, hay muchas cosas que son
de su propiedad, de su intimidad y que antes las confían a otra persona preparada
para tal propósito, que a su propia madre. Porque no quieren pre-ocuparla,
porque temen la respuesta, porque no quieren ser juzgadas, porque temen el
poder de la matriarca… hay tantas razones como mujeres.
También es
cierto que algunas madres a punto de ser abuelas se pueden sentir dolidas, porque ellas no han oído
hablar de la Doula, y desde el desconocimiento la menosprecia, aunque hayan sentido en propias carnes esa necesidad de acompañamiento. Porque
ellas, parieron a sus hijos en un entorno hostil y frío, la mayoría solas. Y
se conformaron.
Por eso creo
necesario hablar con la madre desde la humildad, y de una manera sencilla explicarle cuál es la
labor de la Doula. Y tranquilizarla
porque nosotras, las Doulas, nunca ocuparemos el lugar de una madre en el
corazón de su hija.
Porque las Doulas
estamos dispuestas para un proceso y pasado el tiempo, cuando éste finaliza, termina nuestra labor.
Por eso, cuando
a una embarazada durante el acompañamiento, por sí sola, le surge el tema de la
madre, creo importante que lo solucione. En el libro de Gabriella A. Ferrari "Meditaciones para realizar durante el
embarazo", hay una visualización preciosa que les propongo hacer si se
sienten preparadas para ello.
Y es curioso... porque siempre dicen que sí, ya que realmente subyace la necesidad de madre.
Estas reflexiones
me han surgido en este periodo de duelo. Porque al volver a la casa materna y
reorganizarla tras la muerte de mi padre, parecen asomar mis fantasmas respecto
a este tema. Y ahora les ponga cara, les
pongo nombre, porque en estos momentos, desde la distancia propia del tiempo
transcurrido, el aprendizaje, las heridas sanadas… entiendo muchas cosas que en
su día no entendía, y pienso que ojalá todas las mujeres tuvieran la
oportunidad de una reconciliación con su madre para que cuando llegue el
momento de su parto y busquen el apoyo de una Doula, no surja nada que lo
limite y pueda compartir sus experiencias desde el Amor y el respeto mutuo, con
esa mujer que la albergó en su útero y que, como supo, la trajo al mundo.
“Toda
mujer contiene en sí misma a su hija, y cada hija a su madre; todas las mujeres
se extienden hacia atrás hacia su madre y hacia delante, hacia su hija”
C.G.Jung “Physichological
Aspects of the Kore”, Jung & Kerenyi, Essays on a Science of Mythology,
p.215
La imagen de portada es "Doula", dibujo de Gioia Albano a través de http://www.facebook.com/doulasyprofesionalesfcc
La imagen de portada es "Doula", dibujo de Gioia Albano a través de http://www.facebook.com/doulasyprofesionalesfcc
Preciosa entrada, como siempre...
ResponderEliminarAh, Laura, no sé si será preciosa, pero es una realidad que constato casi a diario.
EliminarEn cualquier caso, me gusta que te guste.
Un abrazo.