de Perros (canes).




Como indico en la cabecera de este blog, no solamente es de maternidad y mujeres.  También me sirve para expresar lo que siento en torno a cualquier tema y, desde mi lado puramente material  manifestar, si ha lugar, mi disgusto o enfado respecto a cualquier situación.  Me he dado cuenta de que no tiene sentido ocultar estos sentimientos  ya que pretender creer que siempre todo está bien me hace perder la perspectiva de mi parte humana.

El otro día escuché una noticia que me dejó pasmada. El 49% de la población en España tiene perro a pesar de la situación económica y social. Y a juzgar por lo que veo en mi barrio, pensándolo bien no me sorprende.

Libre y deliberadamente, no tengo una mascota que me suponga una obligación, pero me gustan los animales, me gusta todo bicho viviente -excepto las cucarachas- y estoy en contra de que se les lastime. Aunque no tengo muy claro donde están los límites en cuanto a que una persona disfrute con sus mascotas… y otras lo suframos.  Me explico.

Vivo en una zona en la parte alta de la ciudad. Es un barrio de clase media trabajadora donde hay muchos parques y jardines, bastantes colegios y muchos niños.  Es un barrio con juventud, con mucha vida. Y con muchos perros, algo que está comenzando a resultar un inconveniente, al menos para mí y algunos vecinos que sienten como yo. 
Baste decir que en mi escalera hay 28 viviendas  y  en 10 habitan perros, incluso en algunas tienen dos.

Por las mañanas y por al anochecer salir a comprar o a pasear resulta un suplicio. El olor a orines  por doquier provoca náuseas.  El mobiliario urbano está destrozado: papeleras, farolas corroídas por las meadas; los setos y alcorques inundados de excrementos;  las fachadas y zaguanes descoloridos y corroídos también por la orina de los animalitos. En honor a la verdad, de vez en cuando puedo encontrar a alguien que recoge las cacas de su mascota pero no he visto a nadie que tras orinar eche un cubo de agua para disipar los líquidos malolientes… y así, se secan, se acumulan y muestran un aspecto oscuro y apestoso.

Ahora, desde la Asociación de Vecinos se ha comenzado una campaña de concienciación ciudadana, pero sinceramente, poca confianza tengo en ello.

Otro tema que me suscita curiosidad es el económico. Tener un perro es un chorro continúo de dinero: vacunas, des-parasitos, recortes de pelambreras y aseo personal, problemas bucodentales, amén de que no surja cualquier enfermedad (curiosamente cada vez más propia de los humanos) como tumores y similares que requieran hospitalización e intervención quirúrgica y finalmente, tras un proceso de enfermedad, una eutanasia con la consiguiente entrega del cadáver.  No tengo ni idea de lo que puede suponer económicamente hablando, pero las personas que me lo han comentado hablan de un puñado de euros   Y si la economía familiar apenas tiene para cubrir necesidades básicas ¿qué pasa con sus mascotas? ¿Las dejan sin atención veterinaria?

Por último y por no alargarme demasiado dando una imagen equívoca en torno al respeto que siento por los animales, en este caso por los perros, hay otra situación que me tiene desbordada y para la que, sinceramente, no encuentro solución.

Arriba de mi casa siempre ha habido perro. El último ha vivido 15 años y ha sido un tiempo de ladridos continuos.  El animalito ladraba por todo: cuando sonaba el teléfono, cuando escuchaba al ascensor, cuando llamaban a su timbre (lógico, claro), cuando llegaban los hijos por la noche a las dos o a las cuatro de la madrugada (el perro no entiende de horas, lo sé).  Si quería dormir la siesta… el perro ladraba.  Por la mañana, a las siete cuando se levantaba el dueño… el perro ladraba… y así durante todos estos años.  Ladraba por cualquier cosa, por todo.

Por mantener la buena vecindad y aunque me habían aconsejado denunciarlos, nunca lo hice, pensaba que se podría solucionar de otra manera. Así, en numerosas ocasiones le decía al perro cuando lo veía paseando con su dueña ¡me tienes harta, Yaki, te voy a pelar el rabo! y el perro me ladraba y su dueña… ¡se reía! Pero lo cierto es que he dormido con tapones para no oírlo, he pasado situaciones de auténticos “nervios” y el perro sin parar de ladrar… ¡tremendo!

Este verano el animal falleció. Al encontrarme con la vecina y decírmelo, me comentó que ya estaba cansada porque toda su vida había tenido perro y era muy esclavo y que ahora quería descansar.  Cuál no ha sido mi sorpresa al verla, hace poco con otro perrito.  ¿Pero no dijiste que no querías más? Ya… si… claro… pero me lo ha traído mi marido de la perrera, pero no te preocupes porque este no ladra…
Y efectivamente no ladra ¡pero aúlla! Se pasa el día llorando, el animalito.  Y estamos de nuevo ante el mismo problema sufrido durante 15 años… y de cara a otros tantos.

He buscado normativa al respecto y NO hay nada que indique qué hacer ante situaciones como éstas. O sea que, si los ciudadanos quieren tener perros están en todo su derecho, pero si al resto nos ponen de los nervios los ladridos continuos,  la mala olor de las calles,  el mal aspecto del mobiliario urbano, con el peligro que supone sacar a los niños al parque y que en la zona verde recojan una mierda y se la lleven en sus zapatos… frente a todo, esto la única solución es “ ajo y agua” ( a-joderse y aguantarse, vaya, por si alguien no lo sabe).

Para colmo, en mis visitas a algunas ciudades españolas, principalmente castellanas,  y sobre todo europeas lo primero que siempre llama mi atención es la limpieza en las calles, la ausencia de detritus perrunos. Concretamente, recuerdo haber hecho este comentario en un hotel de Estambul, donde  no recuerdo haber visto perros en las calles.  La respuesta a mi cuestión fue la siguiente “Ustedes, en España, tienen perros… nosotros aquí tenemos niños”  Quien tenga ganas de pensar, que lo haga.

De acuerdo que las mascotas proporcionan  compañía, que son muchas las personas que en situación de soledad el único cariño que reciben es el de sus perros, también que los perros lazarillos tienen un especial y muy loable cometido,  que para algunos niños con problemas tener un perro es una posibilidad de rehabilitación, pero…

Desde luego que los perros NO son los responsables de vivir en la ciudad, metidos en un piso, casi todo el día solos (la mayoría), con sus movimientos y sus paseos limitados a dos o tres veces al día a lo sumo. Los perros NO son responsables de sus actos, pero SÍ lo son sus propietarios y deberían de serlo las autoridades competentes.
Porque  ¿Qué hay de aquello de que la libertad de uno termina donde comienza la del otro?


Comentarios

  1. Una mascota bien cuidada y atendida no tiene por qué causar molestias a nadie. Me temo que los mismos que dejan que su perro deje la calle hecha un asco son los que no usan las papeleras, no bajan la música a partir de cierta hora.
    En cuanto a lo económico, sí: mis dos gatos cuestan dinero. Pero mucho menos de lo que cuestan unas vacaciones a la playa o un viaje, o salidas frecuentes a un restaurante, o comprar ropa y maquillaje de marca... Yo , simplemente, elijo gastarme esa misma cantidad en su cuidado. Para mí es mucho más gratificante...
    Se puede tener niños y animales, ser solidario y además disfrutar del cuidado y el cariño de otro ser vivo. Es más, yo creo que es de las mejores cosas que les he regalado a mis hijos...
    Un abrazo.

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    1. Si todas las personas fueran e hicieran como tú, esta entrada no habría tenido lugar, querida Carmen. Pero no es así. La realidad que vivo es tal y como la describo, sin exagerar un ápice.
      Evidentemente y como en todo, cada cual elige de qué forma emplear su dinero, pero dudo que en ese 49% la mayoría tenga que escoger. Muchos, simplemente con cubrir sus necesidades básicas ya hacen un esfuerzo.
      Tus preciosos gatos son de tu familia y como tal, son educados y respetuosos (además de que los gatos en las ciudades no suelen ir sueltos por las calles...)
      Gracias por tu opinión, tal como esperaba y suponía. Abrazos.

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  2. Suscribo todo lo dicho - y espero que de resultado la campaña.
    El amar a los animales no ha de estar reñido con respetar a tu vecino

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    1. Yo también espero que de resultado, Esther, los comerciantes están cansados de ver deterioradas las fachadas de sus comercios y ellos serán quien más fuerza hagan.
      De verdad que es una pena, porque efectivamente, el amor a los animales debería de estar por encima de ésto. Y el respeto al prójimo, también.
      Un abrazo.

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