¿Crianza instintiva?




Día tras día y a través de esta blogosfera en la que he aprendido a moverme, puedo ver la cantidad de información y de apoyo con que cuentan ahora las madres y los padres para la crianza de sus hijos.

Creo que la maternidad es algo muy instintivo, pero que debido a los condicionamientos educacionales -patriarcales y  sociales-,  el instinto ha permanecido oculto durante muchos años, llevando a que la crianza se haya producido desde un lado demasiado represivo, demasiado condicionado por lo que se suponía que los demás esperaban que se hiciera con los hijos.

Cada generación ha transmitido a la siguiente sus buenas costumbres, su buen hacer, pero también los defectos o los “vicios” de conducta. Solamente en el caso de haber tenido consciencia de lo que NO nos ha gustado de lo que hemos recibido, hemos sido capaces de efectuar un cambio hacia lo positivo.


Resulta significativo ver cómo, mujeres que antes de tener hijos tenían un pensamiento de cómo iban a criar y que, luego, con los hijos a su lado el comportamiento es bien distinto.

Madres protectoras hasta la paranoia que no dejan de vista a sus hijos ni un minuto, transmitiendo una ansiedad que el niño capta y cuya actitud llega a resultar estresante incluso para los que están cerca.
O todo lo contrario, madres que manifiestan tal tranquilidad que, estar a su lado se convierte en un estado de ansiedad… por ver que los niños no están lo atendidos que debieran.
Y es que todas estamos convencidas de que estamos haciendo lo mejor y es necesario que pasen muchos años para poder mirar con perspectiva y ser conscientes de nuestros errores.  Y a veces, ni aún así.

Mi madre ha sido testigo de la crianza de mis hijos,  de mis horas de entrega, a pesar de lo que yo había recibido y a pesar del poco conocimiento que tenía acerca de la crianza llamada hoy “con apego”.
Recuerdo, con dolor, que en una ocasión, llorando, me dijo que ella había sido una mala madre porque no se había comportado conmigo y con mis hermanas de la forma en que yo estaba criando a mis hijos. También, con lágrimas en los ojos, le dije que ella había hecho lo que había sabido, lo que había podido arreglo a su propia crianza… a lo que había recibido. Y que a pesar de lo que yo estaba intentando hacer, seguro que también me equivocaría en algo.

Así y ahora, sé que a cada uno de mis hijos le ha llegado de muy distinta forma lo que yo he hecho y que, así mismo, transmitirá a los suyos lo que sepan y crean conveniente. Porque hemos de tener en cuenta que cada ser es único y que cada cual viene a la vida con unas necesidades,  y es así como se establece la relación con todos y cada uno de los hijos que tenemos. Única e individualmente.

Hace 35 años las referencias en cuanto a crianza eran bien distintas a las de ahora.  No había tanta información, no había “gurús” de la pediatría ni del sueño, no se leía a Alice Miller ni se sabía de la pirámide de Maslow, ni de la teoría de la necesidad maternal de Bowlby…  sino más bien todo lo contrario.  Los niños  -por regla general-  eran educados y en algunos circunstancias “amaestrados” con técnicas conductistas. Salvo en los casos de aquellos que, sin saber por qué, seguíamos -de alguna forma- el dictado de nuestro instinto.

Me atraen mucho los niños y soy una voraz defensora de sus derechos, pero en ocasiones creo que se confunden los términos. Estoy viendo que, detrás de una forma de criar “con apego” a veces se esconden los temores y frustraciones de muchas madres.  Puedo intuir que, en ocasiones,  tras esa querencia hacia los hijos se esconde la propia necesidad de maternaje… 
Los niños necesitan de referencias sanas y estables, porque para los niños su mejor ejemplo a seguir siempre será el de su madre y su padre, de unos padres equilibrados y sin traumas propios.

¿Qué hacer entonces?  Creo que nada.  No se puede hacer nada frente a una madre que confunde los términos de crianza respetuosa con un continuo consentimiento de caprichos innecesarios (seguramente manifestando sus propias carencias). No se puede hacer nada frente a un padre que, queriendo lo mejor para sus hijos, utiliza el chantaje emocional y la amenaza estando convencido de que es lo mejor y, posiblemente, no se da cuenta de que así es como le educaron a él y de que está repitiendo los mismos y equivocados patrones. Como mucho se les puede aportar información para que conozcan... y decidan.

Porque somos nosotros, las madres y los padres,  los que hemos de ser conscientes de nuestra actuación y desde esa toma de consciencia, asumir la responsabilidad de una crianza respetuosa y de acuerdo con las necesidades de nuestros hijos, no de las nuestras propias.

Me muevo entre familias, tengo muchos niños alrededor y viendo la variedad, veo la necesidad del propio individuo.  En más de una ocasión me he sentido mal por ver cómo es tratada una criatura desde el absoluto convencimiento de su padre o de su madre, pero he aprendido a no meterme (siempre que no haya maltrato de por medio). Creo que todo forma parte del propio aprendizaje en la vida de cada cual y si es la razón quien puede frente al instinto, poco puedo hacer.

Bueno, quizás si pueda hacer algo.  Escribir estas líneas e intentar que  lleguen a alguien para que despierte su alerta y conecte con esa necesidad de ver, de saber que hay más opciones, de saber que la crianza puede resultar más sencilla si se atiende a esa llamada del sentido común y del instinto a través del Amor incondicional.




Comentarios

  1. " Puedo intuir que, en ocasiones, tras esa querencia hacia los hijos se esconde la propia necesidad de maternaje"
    Yo lo resumiría todo ahí. Y es tanto más peligroso cuanto más inconsciente.
    UN beso.

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    Respuestas
    1. Pues si, Carmen, puedo intuirlo... y puedo verlo. Y desde luego que cuando se es consciente, deja de ser peligroso. Como todo...
      Gracias por decir lo que piensas.
      Abrazos.

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