Violencia de género



El 25 de noviembre se celebra el día internacional de la lucha contra la violencia de género.

Este es un tema que, desgraciadamente está a la orden del día. Y los resultados de las encuestas en gente joven, son escalofriantes.  Una parte de nuestros adolescentes, no considera maltrato determinadas actitudes que ya tienen integradas en su actuar.
Para muchas chicas jóvenes, el simple hecho de que su novio "no les deje" ponerse tal o cual pieza de ropa, de que "les prohíba"  reunirse con amigas y/o salir a solas sin él, o cualquier otra actitud que suponga negación o prohibición de ejercer su voluntad, ya debería de suponer una alarma...

Este texto que pongo a continuación lo ha escrito en su blog Vanessa Narváez Peralta, Psicóloga y lo reproduzco con su permiso.




“Lamentablemente, la violencia de género sigue siendo hoy en día una de las problemáticas más desconcertantes de nuestra sociedad. Los datos sobre la frecuencia de los actos de violencia contra las mujeres continúan alarmándonos y nos exigen, como individuos y como comunidad, un esfuerzo e interés en pro de su erradicación.

 Son varios los países que, en este sentido, han elaborado e implementado leyes con el objetivo de facilitar la gestión policial y judicial de esta problemática. Sin embargo, aunque esto ha resultado de gran ayuda, la complejidad de la cuestión exige que estas acciones sean complementadas con otras procedentes desde distintos ámbitos comunitarios como la sanidad, la educación y los servios sociales.

 Como ocurre con todo lo demás, el primer paso para detectar y poder lograr cambios en esta situación es intentar comprender en qué consiste y cuáles son sus mecanismos de funcionamiento.

Según la declaración de las Naciones Unidas de diciembre de 1993, entendemos la violencia de género como “cualquier acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que causa o puede causar un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, así como las amenazas de estos actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada”.

 Dentro de la violencia de género diferenciamos varios sub-tipos de violencia cuya definición puede ayudarnos a comprender en mayor profundidad a qué nos estamos refiriendo:

 Violencia emocional: este tipo de violencia tiene como objetivo conseguir el sometimiento psicológico de la mujer. Cuando ésta entra en escena, la mujer recibe a menudo insultos, humillaciones y desvalorizaciones (críticas constantes a su manera de ser o actuar, por ejemplo). Es también muy habitual que el agresor intente que la mujer se sienta culpable aunque no haya hecho nada malo, y que muestre una gran desconfianza hacia ella principalmente en forma de celos. Cuando estos mensajes negativos se repiten en el tiempo, ésta puede llegar a ver muy mermada su autoestima y su seguridad en sí misma, de manera que llegue a sentirse como si realmente no valiera como persona.

 Violencia física: consiste en intentar controlar a la mujer mediante la fuerza física usando las manos, objetos o armas. Existen otras variantes de este tipo de violencia que pueden resultar más difíciles de identificar, como por ejemplo el conducir de forma temeraria con la mujer dentro del coche, negarle ayuda (cuidados, atención médica, alimentos) en caso de necesidad o dejarla encerrada dentro o fuera de casa.

 Violencia sexual: bajo este tipo de violencia la mujer es coaccionada física o psicológicamente (mediante amenazas, chantaje o generando sentimientos de culpa, por ejemplo) para tener relaciones sexuales que no desea. En algunos casos las mujeres pueden llegar a ser forzadas a mantener relaciones estando enfermas, en un proceso de recuperación quirúrgica, embarazadas o en el posparto. También se considera violencia sexual el obligar a la mujer a hacer intercambios de parejas, tener sexo con animales o a usar pornografía o juguetes sexuales. La grabación no consentida de momentos íntimos y/o su posterior difusión es otro ejemplo de este tipo de violencia.

 Violencia económica: su objetivo es coartar la libertad de la mujer impidiendo su autonomía económica. Suele producirse limitando el acceso de ésta a las cuentas bancarias, obstaculizando su desarrollo laboral, apropiándose de sus bienes patrimoniales o explotándola laboralmente.

 Violencia social y de control: con el objetivo de que la mujer quede aislada y sin apoyo, el agresor le impide ver o hablar con su familia y amigos. Este impedimento se puede dar de forma explícita en forma de prohibición o mediante el uso de amenazas, o de manera más sutil, enviando mensajes a la mujer para que desconfíe o se sienta traicionada por las personas que la rodean y decida alejarse progresivamente de ellas. Este tipo de acciones suelen ir acompañadas de otras conductas de control como la invasión de la privacidad de la mujer (revisando por ejemplo el teléfono o el correo) o con un constante asedio para saber en todo momento dónde y con quien está. A veces, este tipo de control se puede camuflar presentándolo como actos de cuidado y preocupación de la mujer: por ejemplo no dejándola a solas con el pretexto de cuidar de ella y protegerla.

Violencia ambiental: por último, este tipo de violencia consiste en romper o estropear objetos, espacios o lastimar animales que sean importantes para la mujer. Se incluye en este tipo de violencia la amenaza, tortura o asesinato de animales domésticos, así como el robo o daño de objetos con un valor material o sentimental para la mujer (joyas, fotos, plantas, ropa, muebles...).

 Lo más habitual en los casos de violencia de género es que coexistan en el tiempo varios de estos tipos de violencia, la cual cosa provoca consecuencias devastadoras para la salud física y psicológica de la mujer.

 Es importante tener en cuenta que la violencia de género es un fenómeno que suele darse, sobre todo al principio, de forma sutil y mezclada con supuestas expresiones de interés, amor y arrepentimiento que hacen que la mujer llegue a sentirse muy confusa. El terror generado por las amenazas y agresiones físicas, la sensación soledad consecuente al aislamiento progresivo, la falta de autonomía económica, la falta de libertad debido al control extremo, las consecuencias emocionales de las situaciones vividas (principalmente síntomas de ansiedad, de depresión (incluidos los sentimientos de culpa y auto-desprecio), y de estrés postraumático) y la pérdida de seguridad y de autoestima hacen que las mujeres se vean inmersas en una situación de la que les resulta muy difícil escapar sin ayuda.

 Es por esta razón por la que es de vital importancia la toma de consciencia por parte de todos nosotros de la necesidad de trabajar en equipo para poder detectar y prestar ayuda a estas mujeres. Para lograr esto es fundamental estar atentos a los posibles casos de violencia de género que pueden haber en nuestro entorno yendo más allá de nuestros estereotipos o ideas preconcebidas (a menudo erróneos) sobre el “aspecto” que debe tener un maltratador o una víctima de violencia de género. Si tienes dudas sobre si alguien está siendo víctima de violencia de género intenta preguntarle de forma amable pero directa si necesita ayuda, si está siendo tratada con el respeto que merece y hazle saber que puede contar contigo si lo necesita.

Muy a menudo, fruto de la ignorancia de quienes las rodean, estas mujeres reciben respuestas inadecuadas por parte de su entorno cuando por fin se deciden a pedir ayuda. A menudo estas reacciones confirman sus peores temores y hacen que se vuelvan a sumir en el silencio: echarles la culpa de lo que está ocurriendo, quitarle importancia a su sufrimiento concibiendo la violencia como algo “natural” en las relaciones de pareja, pedirles que “sigan aguantando” por el bien de su matrimonio o de sus hijos, o pensar que se trata de una cuestión privada que no es de nuestra incumbencia, son algunas de las reacciones que debemos evitar.

 Si como mujer te sientes identificada con algunas de las situaciones descritas, ten en cuenta que el primer paso para mejorar tu situación es compartirla con alguien. Pide ayuda a tu médico o a alguien de tu confianza o intenta contactar con algún servicio de orientación a la mujer o con los servicios sociales de tu comunidad. Si te sientes en peligro, ponte en contacto inmediatamente con la policía y explícales tu situación para que puedan orientarte. Recuerda que tu (y tus hijos, si los hay), como todos los seres humanos, mereces ser tratada con respeto y consideración, y que todo lo que se aleje de esto es una vulneración intolerable de tus derechos fundamentales. Aunque ahora te sea muy difícil de creer, los profesionales que trabajamos con mujeres víctimas de violencia de género vemos cada día como muchas de ellas salen de su  difícil situación y vuelven a reencontrarse, poquito a poco, con las personas que son en realidad: mujeres con ganas de vivir y que miran el futuro con esperanza.

 NO ESTÁS SOLA.”

Comentarios

  1. Querida Concha:
    No creo que se pueda añadir más. La violencia de género la llevan en los genes millones de hombres amparados en cualquier excusa. Tan sólo una educación adecuada cambiará en el mundo la visión de que la mujer es un ser inferior... Cuando bien sabemos que es un ser maravilloso, como muchos hombres.
    Toya

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    1. Cierto es, querida Toya, la esencia está en una educación para la igualdad. Ni mujeres, ni hombres, iguales cada uno con sus características.
      Ambos somos diferentes pero necesariamente complementarios. Algunos hombres han de aceptar este principio, y muchas mujeres, también,
      Un abrazo.

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  2. Es un artículo estupendo, gracias por compartirlo. Me lo guardo.

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    1. Claro, compartimos. Me alegra que te guste, esta chica tiene cosas muy buenas en su blog.
      Abrazos.

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