La DOULA en un
parto es bien útil, en eso estamos de acuerdo. Tenemos estudios que lo avalan.
Pero ¿de quién es el poder? El problema más difícil de resolver es el poder de
la parturienta.
Es cierto que
el sistema hospitalario es como un monstruo que nos absorbe tanto a las Doulas
y mucho más a las parturientas... porque somos muy vulnerables en el momento de
parir, la situación nos obliga a "soportar" lo que el médico decide y
hace, porque él sabe más que nadie... sin embargo y aquí les lanzo algo con lo
que quizá no se van a sentir cómodas pero que pienso puede ser útil para
discutir y reflexionar:
¿Porqué las
mujeres permitimos que eso ocurra y siga ocurriendo?
¿No se tratará
de un problema de auto-estima, que no tenemos la fuerza suficiente ni los
ovarios para protestar masivamente por esas injusticias?
¿No será que el
rol de víctimas lo tenemos tan internalizado que seguimos permitiendo que decidan
por nosotras, por nuestro cuerpo y por nuestros bebés?
¿Cuándo
tomaremos la decisión de ser más enfáticas, más decididas…?
Nos enseñaron a ser sumisas, a soportar, a
"ser buenitas", porque si no sobre nosotras caía el peso de la rabia,
la violencia del hombre. Yo me pregunto ¿hasta cuándo lo vamos a permitir?
Somos quienes llevamos al bebé en la panza por nueve meses, somos las que
parimos y cargamos con las cicatrices, somos las que amamantamos hasta el
cansancio, somos las que todos los meses vemos nuestra ropa interior con el
miedo de estar embarazadas, de que no nos venga la menstruación... entonces
¿será posible comenzar a ser más radicales con el patriarcado? ¿Será posible
tomar el poder de nuestros ciclos en nuestras manos nuevamente?
¿Qué lograron
nuestras hermanas feministas? ¿Cuánto lucharon ellas? ¿Cuánto estamos
dispuestas a seguir siendo testigas silenciosas de abusos, de cesáreas
innecesarias, de sistemas ineficientes que nos separan de nuestros bebés al
nacer, de palabras groseras, de gestos que disminuyen la confianza en nuestro
propio cuerpo y sabiduría?
¿Y en cuánto a recibir remuneración? Por
supuesto que nuestro trabajo debe ser reconocido económicamente. Pero también
es cierto que hemos trabajado tantas veces sin honorarios, no somos
comerciantes de la salud, nuestro trabajo como doulas y comadronas conscientes
es muy grande, va más allá del dinero, del sistema capitalista, nuestra misión
es crear CONSCIENCIA, retornar el poder a la mujer, recordarle que ella es
quien tiene en su cuerpo la memoria celular del parto y del amamantamiento,
sanar nuestras relaciones entre nosotras mismas porque es la sed de poder las
que nos pone una contra las otras, en el pasado remoto, en el momento del parto
las mujeres se unían todas para acompañar a la madre, porque sabían los riesgos
a los que se enfrentaban (la muerte), no creo que comadronas y doulas no
estaban unidas haciendo su trabajo, cada quien tenía claro su rol, aunque no
nos llamábamos doulas, siempre en el parto acompañaban las madres, las tías, o
las que ya habían parido para ayudar.
Creo que
tenemos que tomar acciones más asertivas, debemos trabajar aún más por lo que
sentimos y sabemos es lo más lógico. Debemos invocar nuestras diosas internas,
a nuestras Artemisas para hacer escuchar nuestras voces y activar más acciones,
nuestras Ateneas para establecer estrategias de guerra, nuestras Deméter y
Perséfone para recordar la dulzura y la calidez de la maternidad...
La ciencia ya
lo ha demostrado , ya hay estudios, testimonios, evidencias científicas, pero
no ha sido suficiente, porque al sistema le conviene seguir mal-funcionando,
entonces ¿qué debemos hacer?
¿Será que tenemos que crear nuestro propio
sistema de salud? Casas de parto llevadas por comadronas, doulas, médicos y
enfermeras ganados a la humanización del nacimiento... etc? En Centro-América
las parteras lo hacen, en México, en Sur-América. Mujeres que viven en zonas
rurales, alejadas de la academia, de las facultades de medicina, actúan por la
sencilla razón de que son conocimientos heredados de varias generaciones, de
que las parturientas no tienen acceso al sistema hospitalario, no hay
transporte, están aisladas y alejadas de las ciudades. Y atienden partos en
casa, dando consejo no sólo acerca del parto sino de crianza, lactancia
natural, remedios naturales accesibles, planificación familiar, son sabias
mujeres que actúan por vocación de servicio, por respeto y solidaridad hacia
sus semejantes.
Somos muchas y
muchos en el mundo y cada día descubrimos más gente que aboga por la
humanización del nacimiento, porque hemos hecho consciencia de que debemos
actuar, de que se nos está acabando el tiempo, es un problema que tiene que ver
en términos más amplios con la sanación de nuestra relación con la MADRE
TIERRA, a la que estamos explotando sin consideración, violentando desde sus
seres más vulnerables, los animales, la naturaleza y nosotros mismos los
humanos que tenemos ciencia, tecnología, herramientas pero que nos hemos
olvidado de sentir y no hemos podido encontrar equilibrio y armonía... a pesar
de tanto adelanto.
Generamos más
violencia y aislamiento con la tecnología cuando una máquina sustituye el
contacto piel con piel tan necesaria para sanar un enfermo, generamos más gastos energéticos cuando una
incubadora debe calentar a un bebé y su madre permanece adormilada a pocos
metros porque debe descansar después del parto.
Sanar nuestra
relación con nosotras mismas es sanar con nuestras madres quienes salieron a la
calle a trabajar y nos dejaron en manos de otras personas, y olvidaron cómo es
amamantar, cómo es cargar un bebé todo el tiempo (crearon el concepto de que se
malcría a un niño o niña si está mucho tiempo en contacto con la mamá, por su
propia comodidad y su necesidad de libertad). Es también sanar relaciones
competitivas, egoístas, destructoras entre nosotras mismas. Quienes ejercen la
violencia en el parto muchas veces son doctoras, enfermeras, pediatras…
Quienes queremos humanizar el nacimiento
debemos empoderarnos también, debemos luchar contra el mensaje de que “no
podemos”, de que necesitamos a un doctor que nos dé el status, de que el
sistema nos va a dar el espacio.
Debemos tomarlo
y punto, no desde la lucha, sino desde la profunda convicción de que queremos
una humanidad más pacífica, amorosa y equilibrada.
Hay que educar,
hacer un trabajo de hormigas educando a las mujeres y a los hombres también, a
los niños y niñas desde que son pequeñas, las adolescentes.
Lic. Isabella
Polito de Lares
Doula.
Educadora Prenatal. Terapeuta Corporal
Asumir el derecho a decidir. Podría resumirse en eso.
ResponderEliminarUn beso.
Eso es, DECIDIR qué quiero, qué necesito y que nadie lo impida. Gracias por tu resumen. Abrazos.
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