Me gustan los
tacones. Y tintarme el pelo. Y maquillarme, y pintarme las uñas. Y no me depilo
porque apenas tengo vello ¿Y… cuál es el problema?
Parece que para
ser auténtica hay que “pasar” de todo esto y mostrarse como la madre
naturaleza nos parió: con la cara lavada y recién peiná. Tal cual.
Pero de la
misma forma que hay mujeres que se sienten a gusto consigo mismas con esa forma
de manifestarse, yo me encuentro a gusto
estando acorde a la situación en la que me hallo, estando a tono con el
momento.
Por mí y por nadie más. Creo que tan absurdo es destacar por exceso como por defecto.
Por mí y por nadie más. Creo que tan absurdo es destacar por exceso como por defecto.
Es cierto que
estamos en momentos de excesivo acoso y culto al cuerpo: operaciones de estética y
tratamientos intensos y agresivos para dejar de ser quien realmente se es. No
seré yo quien juzgue a las mujeres sometidas a esta dinámica. Allá cada una con
sus decisiones.
Pero otra cosa
es utilizar herramientas (como han hecho las personas y especialmente las mujeres en todas las culturas y a través de la historia), para verme y encontrarme mejor -por fuera- en determinados
momentos. Porque encuentro tan ridículo acudir invitada a un evento con cierto glamour vestida con ropas de ir por casa, cómo ir a un encuentro informal entre amigos con lentejuelas
y tacones.
Y es que, de nuevo,
somos las mujeres nuestras peores enemigas. Que si fulanita viste así o que si
zutanita lleva lo otro… ¡y a mí, qué más me da!
Una amiga comentaba en su blog sobre la presión ejercida a las mujeres a través de mensajes subliminales –o no tanto- para que estén en continuo control de su imagen personal.
Una amiga comentaba en su blog sobre la presión ejercida a las mujeres a través de mensajes subliminales –o no tanto- para que estén en continuo control de su imagen personal.
No diré que no
tiene razón, si bien es cierto que veo poco la TV y muchísimo menos me fijo en
su publicidad. Pero vaya, es evidente
que esto sucede. Y pensándolo bien, si
que puede ser peligroso porque juegan con la susceptibilidad de las mujeres y,
lo que es peor, con su baja autoestima.
Por eso es un mercado fácil.
Desde cierto
sector de mujeres a las que nos preocupa mucho más el contenido que el
continente, se escuchan y se leen comentarios en torno a este tema. Está bien
porque alguien tiene que alzar la voz y decir ¡basta!. Por ella y por todas sus
“amigas”, como se dice en el juego de niños.
Y no serán bastantes las denuncias ni los gritos mientras el cambio no
venga desde dentro, desde una misma, con una autoestima lo suficiente fuerte
para que ningún publicista la pueda tumbar.
Tengo muy claro
que NO SOY una mujer florero y que lo importante está en mi interior, que el
escaparate sólo es una muestra de la adaptación a los cambios. Quizás porque para mí esa es una de las muchas maneras de
definir la inteligencia… la capacidad de adaptación al medio. Y esto también se extrapola a la imagen
exterior.
Creo que lo
realmente valorable es la actitud, el posicionamiento frente a determinadas
circunstancias, el amor y el servicio a los demás, el cariño, el respeto, la empatía… y muchos más valores personales que
no saben de vestidos, ni de tacones, ni de
colores, ni de pelos, ni de maquillajes…
Porque, como dijo
Ortega y Gaset, “yo soy yo y mis circunstancias”.
En nuestra cultura, las mujeres comienzan a pintarse en la adolescencia, un claro rito iniciático
En nuestra cultura, las mujeres comienzan a pintarse en la adolescencia, un claro rito iniciático
A mi no se me ocurriría juzgar a nadie por lo que hace, pero si juzgo, y duramente, a esa "moda" impuesta y diseñada por hombres tras la que subyace la idea de que las mujeres estamos hechas para "gustar" y satisfacerles a ellos. Una moda que constantemente te dice que te maquilles, depiles, vistas, perfumes y calces de una forma determinada para resaltar el cánon de belleza que impere en ese momento... una moda que, curiosamente, jamás se les ha impuesto a ellos. Y hablo de imponer porque cuando desde pequeña te bombardean con una publicidad llena de pintalabios, sombra de ojos, tacones, accesorios, colonias y demás es dificil ser consciente de hasta qué punto sigues esa presión social que te obliga, mucho más por ser mujer, a estar "guapa", oler bien y vestir mejor.
ResponderEliminarHay tanto bombardeo sobre tantas cosas que apañadx está quien haga caso. Las modas, la alimentación, los coches, la sociedad de consumo en sí...
EliminarYa lo comentamos en su día, Carmen. No niego que sea abusiva la publicidad respecto a esto -igual que en otros muchos temas- pero creo que es algo personal sentirse presionada o no.
Como en todo a lo que publicidad se refiere (lo lamento por los publicistas pues es su trabajo), yo no hago ni p**o caso.
A mi nome obliga NADIE a vestirme, pintarme o hacer con mi cuerpo aquello que no deseo. A mi, claro.
Gracias por tu comentario.
Claro. Pero una cosa es el uso, libre o no, que hace alguien en concreto de una forma de presentar su imagen y otra cosa es de dónde nace y a qué obedece esa forma.
EliminarMe hace gracia ver a amigas mías escandalizadas por los collares de las "mujeres jirafa" mientras se curan las heridas que les hacen los tacones: porque bonitos serán, pero que son perjudiciales para los pies es un hecho (por ejemplo)...
Desde luego, pero explícales a las mujeres jirafa que se destrozan la vértebras estirándose el cuello con esos collares, no harán ningún caso porque forma parte de su ritual de belleza, de sus costumbres.
EliminarYo he llevado tacones muy altos, por mucho que me dijeran que era malo para mi espalda... y aún hoy, me siguen atrayendo aunque desde mi consciencia sé que me pueden perjudicar.
Creo que lo importante en todo esto es que cada cual sea responsable de las decisiones que toma y si aún sabiendo que le perjudican sigue con ello,adelante, pero sin responsabilizar a nadie de sus efectos colaterales. Es como quien fuma, o bebe, o quien toma un hipnótico para dormir todas las noches.
Creo que necesitamos un par de tardes juntas frente a un café...o a un agua mineral.
Un abrazo.
Bueno, eso sin tener que debatir nada... que hace mucho que no nos vemos "en persona" y ya te echo en falta.
ResponderEliminarDe todas formas, yo creo que cuando hay una presión cultural mantenida durante siglos y siglos, la responsabilidad y la libertad no pueden ser plenas... pero es mi opinión, claro.
Pues si, afortunadamente hay tantas opiniones como personas.
EliminarYa que no podemos quedar a tomar café, recibe un abrazo.
Concha, yo creo que tienes razón sobre que es algo personal sentirse presionada o no, y a la vez, como comenta Carmen, somos las mujeres las que recibimos más presión que los hombres, infinitamente más, en relación con el aspecto físico. Y se nos mide mucho más por ello
ResponderEliminarPor eso comentaba que en proporción me parece totalmente injusto ese bombardeo, si fuera más escaso o que realmente estuviera igual de bien visto depilarse que no, maquillarse que no, entonces no me sentiría tan presionada (y que conste que me maquillo cuando quiero y a mí me apetece, que ya no hay nadie o casi nadie que me valore por ello o paso más de las valoraciones que se puedan hacer)
Pero es que desde pequeñitas, verás como el dedo cae más en las mujeres que en los hombres
Me apunto al café si me dejáis y llevo brownies de queso que me salen "mu'" ricos!! ;)
Si comprendo vuestra postura y sentimientos al respecto, y no os quito vuestra razón. Ya he dicho que la mujer, para muchas cosas y por varias razones, y no vamos a hacer historia ahora, es vulnerable frente a muchas causas.
EliminarEn mi caso, y quizás porque recuerdo a mi bisabuela, una mujer analfabeta pero Sabia, cuando decía "... Y si "disen"... que disan". A ella, mujer luchadora, le importaba un rábano lo que dijeran los demás respecto a cualquier cosa de su vida. Es posible que lleve algo de su sangre en mis venas.
¡Y ya me gustaría teneros a las dos tomando un cafetito juntas, en mi casa o en la cafetería donde nos vimos el verano pasado...!
UN beso con aroma a bunyols.