En estado de trance





Este domingo salí de nuevo a caminar. He hecho el propósito de no perder ni una salida siempre que sea posible y mis responsabilidades no me lo impidan.  Ayer, además, era una de las excursiones clásicas ya que cuatro de nuestros queridos coordinadores cumplen años en los primeros días del mes de febrero y con tal fin se organiza esta marcha desde hace algún tiempo, para poder celebrarlo conjuntamente.

En esta ocasión, nos vamos a dirigir al monte Cocoll,  cerca del pueblo de Benigembla en la comarca de la Marina Alta.

El día es precioso, soleado y con ráfagas de viento gélido, pero aún así se camina bien.  Son 18 km que transcurren entre constantes subidas y pequeñas bajadas. El  barranco y sus enormes piedras dan un especial aliciente.

Hacia medio día terminamos la primera parte del trayecto. Luego de comer, quien lo desee, alcanzará la cima del Cocoll y la tendrá en su haber para cuando se realice la entrega de los premios a quienes hayan participado en esta disciplina, la de las cimas anuales.

El numeroso grupo –hemos salido dos autobuses dada la relevancia del acontecimiento- nos sentamos a comer mientras los homenajeados comienzan a sacar aperitivos para la “picaeta”: aceitunas, cacahuetes, papas, etc.  cerveza, buen vino… y a los postres, galletas, chocolates… y mistela y orujo, para entrar en calor.

Es una buena ocasión para dar un abrazo a quien hace tiempo que no veo, a quien dado el montón de gente no he podido saludar a primera hora antes de salir los autobuses. Y a aquellas personas habituales a las que tengo un especial cariño.

Los aguerridos montañeros que van a subir a la cima comienzan su marcha, mientras un pequeño grupo nos quedamos en el autobús, a resguardo, hasta su vuelta.

 Estando quieta el aire se percibe con más fuerza y siendo que ya está entrando la tarde, la temperatura comienza a bajar, así es que acepto un buen “chupito de orujo”. ¡Wuauu! Realmente calienta el estómago ¡y las orejas!

Con el silencio del monte y tumbada en el asiento del autocar, siento un gran calor que me sube a la cabeza, es algo extraño… sé que no estoy ebria pero tengo la sensación de haberme comido un peyote o haber echado un trago de ayahuasca, sin haber probado ninguno de estos dos elementos alucinógenos.
Por un momento, se suceden en mi mente un montón de imágenes y aparecen muchas personas que en algún momento han compartido conmigo senderos.  Y por alguna extraña razón, comienzan una serie de pensamientos, algunos inconexos, que me llevan a conversaciones, confidencias, intimidades que han escuchado mis oídos a través de estos dieciséis años. Porque han sido muchos los kilómetros recorridos, los fines de semana, las vacaciones… y eso, cuando llegas a coger confianza, da para mucho.

 Es como si los viera, son pensamientos vívidos…


Recuerdo a Z. quien vino al club hace muchos años y ahora no sé nada de ella. Sus dos hijos eran muy pequeños y comenzó a caminar por recomendación de su psiquiatra. Hacía un año que no pisaba la calle por no poder abrir los ojos… de tanto llorar. Había padecido una inflamación crónica que estaba desapareciendo conforme no producía lágrimas. Tras muchos años de infidelidades y malos tratos psicológicos a ella y a sus hijos, había decidido separarse de su marido. Pero tenía un sentimiento de inutilidad, de fracaso, de no servir para nada… su historia era dura, pero salió adelante y sacó a sus hijos con ella. Fueron horas, días… de prestarle el hombro.

Apareció en mis recuerdos J. quien tras muchos años y debido a su edad y al empeoramiento de su salud, ya no viene con nosotros. Ella fue la esposa de un agregado cultural de un país europeo en un país de Sud América. Tiene dos hijas a las que dedicó toda su vida y su tiempo.  Cuando fueron mayores se independizaron y hoy están fuera de España, en distintas ciudades europeas.  A su madre no vienen a verla, apenas la llaman por teléfono… no hay cumpleaños, ni Navidades… no hay apenas trato. Solamente la buscan cuando necesitan dinero… que la madre les hace llegar por transferencia.  La he visto llorar,  preguntarse qué ha hecho mal… preguntarse por qué sus hijas, por las que dio lo mejor de ella siendo niñas, ahora la tratan así. Yo la llamo de vez en cuando y siento su dolor cuando me habla, cuando me dice lo sola que se siente y cómo echa de menos a sus hijas. La conozco muy bien y todavía hoy, también me cuesta entenderlo…

Enlaza mi mente con el recuerdo de L. quien está luchando por conseguir la custodia de su nieta de 6 años.  Tanto su padre como su madre andan con una pareja tras otra, la niña cambia de casa al mismo tiempo que sus padres de parejas. El ambiente en que está creciendo no es el más apropiado. Y la niña, a la que vi nacer, es un encanto de criatura. Esta abuela no entiende muchas cosas de los padres de la chiquilla (uno de ellos es su hij@)  sólo quiere lo mejor para su nieta…

Ahora veo a P. y R. un matrimonio a punto de jubilarse quienes han gastado todos sus ahorros en pagar la hipoteca para salvar el piso de su hijo. Además, han recogido al chico, a sus novias… y a los hijos que de cada una ha tenido. Así, la situación es cada vez más difícil ya que el chaval está sin trabajo y sin ayudas sociales. Son una pareja fenomenal, no tienen fuerza para decir basta, pero ellos saben por lo que están pasando, y yo también, porque lo comparten cuando encuentran quien los escuche sin juzgarlos.

Este es el recuerdo de A. una profesora de la Politécnica de Valencia.  Vino a caminar tras un largo y doloroso proceso de separación. Tuvo que enfrentarse a un marido intolerante, brusco y violento con sus hijos. Fueron muchos los años que se enfrentó a él por defender a los niños hasta que se armó de valor y decidió dejar ese infierno. Hoy todavía viene con nosotros y su semblante es otro, la tranquilidad vuelve a manifestarse en su rostro. Ahora, la escucho serena.

Estas y muchas otras historias pasaron por mi cabeza. Ciertamente no la podía parar, era como si se hubiera abierto un archivo de registros. No me sirvió ninguna de las técnicas de relajación que en otras ocasiones he practicado. Ni respirar… ni visualizar… por algún motivo, enlazaba personas, pensamientos, ideas, frases leídas, palabras escuchadas… todo giraba como en un remolino…

Recordé algunas cosas que había leído últimamente en algunos blogs de maternidad. Convicciones, actitudes, actuaciones de madres y padres con un concepto de crianza respetuosa. Y pensé en cómo serían, cómo actuarían sus hijos cuando ellos fueran mayores, cómo responderían después de todo. Y acudió a mi mente algo que había leído muy recientemente, no sé donde ni a quien…  se trataba de una madre, hablando de todo el cariño, el tiempo y las atenciones que le prodigaba a su bebé. Esta mujer comentó que al fin y al cabo, él sería el único hombre que la amaría toda la vida… recuerdo que al leerla pensé… “O no…” porque cuando él sea adulto, hará su elección de amigos, de parejas, de vida… y no siempre la madre continúa ocupando el primer lugar.

Porque… ¿Quién no cree que hace lo mejor por sus hijos?  ¿Quién se considera un mal padre o una mala madre? Si a todas las personas con las que he compartido senderos que tienen historias de desamor filial les pregunto, seguro que no son conscientes de haberlo hecho mal, seguro que como mucho, dirán que hicieron lo que supieron cómo pudieron… y si preguntara a los hijos, desde su parte, hablarían de lo que ellos han percibido.

Vi a mi padre en aquellos momentos cuando, quizás desde mi convencimiento y mi soberbia,  me enfrentaba a él en algunos temas referentes a crianza diciéndole que no tenía ni idea… Es cierto que la forma de criar a mis hijos no ha sido la misma que la de mis padres conmigo y con mis hermanas. Pero también es cierto que muchas cosas se repiten de forma inconsciente.

Cuando empieza a subir la gente al autobús y comienzo a escuchar otras voces,  es como si de repente volviera a la realidad, pero me quedo con la intriga de saber qué es lo que me ha pasado, si ha sido efecto del orujo, del viento… o una mala pasada de mi subconsciente.

Con todo estas historias en mi experiencia, estoy segura de que no hace falta leer periódicos para enterarse de noticias tristes.  
Y tras este batiburrillo de pensamientos, personas, historias, desamores, creencias estilos de crianza y demás,   vuelven las palabras de mi padre cuando me decía  “… lo malo es que yo no estaré para verlo”.




Comentarios

  1. me ha impactado mucho, tus recuerdos, las historias, tus sensaciones
    un beso Amama, me encantan tus salidas de senderismo

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    1. Gracias cariño, es lo que tiene acumular años. De vez en cuando pasa por delante la película de tu vida junto a muchos compañeros, en este caso, de senderos.
      Por cierto, te recordé el domingo... por la carretera, cerca de Oliva.
      Un abrazo (de los buenos)

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  2. Leyéndote me reitero en que desde ya, desde que mis hijos son aún niños, tengo que prepararme para no necesitarlos, no depender de su atención. Como hemos dicho otras veces... habitar la propia soledad.

    Abrazos.

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    1. Así es Carmen. Recordar a Jalil Gibrán, saber que los hijos NO son de nuestra propiedad, ni creer que lo nos prodigan de bebés y niños es lo que continuarán haciendo cuando sean adultos.
      ¿Realmente las madres de hoy tan absolutamente centradas en sus hijos estarán preparadas para habitar en su propia soledad?
      Yo ya he llegado a esa situación. En cuanto a ellas... no lo verán mis ojos.
      Gracias por compartir esto también.

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  3. Un abrazo calintaorejas y calientacorazones...

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    1. Lo acepto con mucha Paz. Gracias, amor, por tus varitas mágicas como éstas.

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  4. Me encanta como escribes,me encantaria practicar un dia senderismo ..
    Pero al mismo tiempo me da mucha pena las personas de las que hablas y la ingratitud de los hijos.ultimamente e visto muchos casos asi.las residencias llenas de abuelos que han dado la vida por sus hijos y nietos.hijos k solo quieren lapaga y tratan como estorbo a los padres.es todo muy triste y a una le da miedo el futuro ante este panorama.quien sabe que nos tocara a nosotros??
    Desde luego que me parece horrible que en otras sociedades se respeta mucho mas a los mayores que aqui

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    1. No hemos de tener miedo al futuro, sino vivir conscientemente el presente.
      Pero si es cierto que a menudo se olvida que fuimos pequeñss y que tuvimos unos padres que sintieron lo mismo que nosotras al estar criando... incluso siendo madres, llegamos a rechazar a esa que es la nuestra.
      Cuando una mujer basa toda su existencia en los hijos ha de integrar que no son suyos y un día, no lejano, partirán. Y la forma de relacionarse dejará de ser la misma que cuando es un bebé o un niño pequeño.
      Estoy viendo tantas situaciones...
      Gracias por tu comentario. Vuelve cuando quieras.
      Un saludo.

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  5. Si la cosa es que no entiendo porque cuando uno se hace mayor a veces se olvida del amor que le dieron sus padres.en os casos que a sido asi claro y luego son tratados como una carga
    Creok es la sociedad la que fomenta esto porque antes las cosas eran de otra manera
    En fin como dice gandi seamos nosotros el cambio que queremos ver en el mundo

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    1. Exacto, el cambio comienza en un@ mism@. Allá cada cual con sus acciones, pero la Vida es una Rueda...

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