Este mes de junio hace tres años que
terminé mi “formación” para poder decir que soy Doula.
Fueron nueve seminarios intensos a los
que llegué tras haber realizado un profundo trabajo de búsqueda personal, tras
un largo tiempo de enfrentarme a mi sombra y poder mirarla a la cara para sanar
todo aquello que durante un tiempo me había producido heridas.
Cuando llegue a Villena para formar
grupo con Doulas de Alicante, un panorama nuevo y bien distinto hasta lo que
entonces había sido mi transcurrir se abriría ante mi ojos, aquellos que
utilizaba conscientemente… y los que desde el subconsciente me manifestaban que
ese iba a ser mi camino a partir de entonces. Que era este el sendero que hacía
años había emprendido aún sin yo saberlo.
Hay un hecho que jamás he confesado. Hubo
una persona de las que impartieron los seminarios profesionalmente que, al
terminar y despedirnos me dijo que yo YA era Doula, que por mi personalidad y
por mis características lo llevaba implícito. Me dijo que desde su experiencia
y a su forma de ver, yo era la imagen de la Doula por excelencia. Le agradecí sus palabras pero no les di mayor
importancia, y aunque las percibí sinceras, no dejé de pensar que eran
consecuencia de las emociones compartidas esos dos días.
La Vida es generosa conmigo y ahora,
después de estos tres años y de las experiencias vividas junto a las mujeres que
en este periodo he acompañado, desde la reflexión, con el corazón en la mano, y con la
perspectiva que aporta el tiempo transcurrido, me doy cuenta de cómo ha
cambiado mi pensamiento, mi forma de sentir e incluso, mi forma de estar como Doula.
Cuando terminé este periodo de
formación junto a diecisiete mujeres más, me sentía como en una nube. Muchas de
las materias compartidas sirvieron para reafirmarme como mujer y como madre. Otras,
desconocidas, impactaron dejándome una huella que difícilmente se borrará con
el paso de los años. Los mágicos momentos junto a mujeres que desnudan el alma,
con la energía y la emoción que allí se movieron, me sumieron en un estado de
beatitud que, de algún modo, me mantenía alejada de la verdadera realidad que
supone ser Doula en el día a día.
Cuando realicé mi primer trabajo “reconocido”
y remunerado, fue un paso realmente importante para mí. Hasta entonces me había
movido entre personas de mi familia, había sido acompañante de mi nuera y de mi
propia hija en sus embarazos y en sus partos, pero ellas no me percibieron como
su Doula, sino como la abuela de sus hijxs.
Por ello, el comenzar un
acompañamiento durante un embarazo, organizando las sesiones, pautando un trabajo,
aportando el máximo que mi corazón y mi mente podían ofrecer, supuso un bautizo
de confianza y un afianzamiento de esta elección. Era Doula y había comenzado mi camino hacia
delante.
Desde aquel primero hasta este último
acompañamiento –hace diez días- a una mujer durante su embarazo y en su
parto, me doy cuenta de la evolución vivida y soy consciente de que nada tienen
que ver el primero con el último (sin que por ello alguno desmerezca más que otro), excepto el denominador común: la pasión que
en ello pongo, el amor que me motiva y la honestidad con la que me
manifiesto.
Porque cada vez estoy más convencida
de las palabras de Michel Odent que, de alguna forma, he hecho mías. Que “la Doula
nace, no se hace”. Porque realmente, y a pesar de que estoy convencida de lo
necesario de una in-formación exhaustiva y un reciclaje constante, poco más
necesitamos para ESTAR como Doula, ya que se trata de una actitud, de un
sentir, de un SER, porque el éxito de una Doula radica en cómo es ella y en
cómo se comporta… mucho más que en cuántos cursos añadidos y cuánta formación
complementaria posee. O al menos y desde mi propia experiencia, es algo que
afirmo.
Mentiría si dijera que me quedé con
aquellos únicos seminarios. He acudido a
algunos más con el fin de reforzar mis conocimientos, pero me doy cuenta de que
la realidad es que son unas herramientas más para crecer yo como persona
individual, ya que en el momento del nacimiento –especialmente- una mujer no necesita
nada más que presencia, contención y apoyo.
No es momento de poner en práctica ninguna de las terapias adicionales aprendidas…
así es como lo siento y así es como lo vivo.
Hasta llegar aquí, al día de hoy,
confieso que he tenido momentos de soledad a pesar de que cada vez somos más Doulas
en este país. Precisamente por esa evolución en mi sentir, en muchas ocasiones
he tenido la sensación de que iba contra corriente… que me alejaba de lo que en
las formaciones aprendemos, que me estaba apartado, en algún modo, de lo que “se
vende” como Doula. Y quizás desde ese
miedo innato a ser juzgada, he acallado aquello que mi corazón necesitaba
expresar.
Pero la Vida en su magnificencia, me
ha puesto delante las palabras de dos acompañantes de la maternidad plasmadas
en un libro que termino de leer y en el que se refleja parte de aquello que siento. En “La maternidad acompañada” de Nuria Otero
y Susana Prieto, se hace una análisis de
quien es –o debería de ser- una Doula y de la situación social y legal en estos
momentos. Y me manifiesto en total
acuerdo con ellas.
Porque, y ahora tocando el suelo, ser
Doula en estos momentos no es algo que resulte sencillo, ya que es algo
novedoso y desconocido, ya que no es una profesión reglada, homologada, ni tan
siquiera bien aceptada por algunas personas de un sector de profesionales que nos miran con miedo y
con desconocimiento, juzgándonos y sintiéndonos como competencia…
Porque son muchas y muy variadas las
formaciones que se están dando en este país y con criterios bien diferentes, lo
que dificulta la igualdad a la hora de ejercer. Porque, en ocasiones, y con cierta tristeza,
siento que se está aprovechando el tirón de esta necesidad emocional que
sienten algunas mujeres, para dar paso a un nuevo tipo de negocio…
Ojalá ser Doula en este país llegue,
en breve, a ser una profesión reconocida.
Ojalá sea lo suficientemente valorada para que la mujer que la elija
vocacionalmente para hacer de ella su forma de vida, pueda vivir obteniendo
unos ingresos dignamente.
Ojalá la sociedad y todas las personas
que la formamos, cambiemos nuestro concepto sobre la maternidad, sobre el
nacimiento, sobre los bebés y los niños…
Y ojalá que, alcanzado un punto en que se comprendan y se
satisfagan las necesidades de una mujer en su devenir a madre, llegue el
momento en que las Doulas, como tal, no seamos una necesidad. Sería la mejor
señal de que habiendo cambiado nuestra forma de criar, habría cambiado el
mundo.
Felicidades por este aniversario y tu trabajo
ResponderEliminarUn beso fuerte, Amama
Gracias amorosa, realmente estoy feliz por lo que hago.
EliminarBesos.
Concha, te he leído con la piel de gallina y lágrima en los ojos. Qué honor compartir profesión contigo!!
ResponderEliminar"Alguien me dijo que no es casual…que desde siempre las elegimos. Que las encontramos en el camino de la vida, nos reconocemos y sabemos que en algún lugar de la historia de los mundos fuimos del mismo clan..."
EliminarPongo en mis labios estas palabras de Simone Seija Paseyro. Gracias a ti por compartir camino.
Un abrazo.
Enhorabuena por tu 3 aniversario!
ResponderEliminarOjalá algún día ser doula deje de ser algo desconocido, pues creo que vuestra labor es fundamental.
Un abrazo
Sin duda es fundamental para la mujer que necesite de ese apoyo, de ese acompañamiento.
EliminarGracias por tus palabras, y aunque sales como "anónimo", igual hasta nos conocemos...
Yo me quedo con la ultima frase. Sabes que es de mis preferidas. Por cierto , totalmente de acuerdo con lo de LA DOULA NACE SIENDO DOULA.
ResponderEliminarFelicidades por esos.3 años a ti y a todas las mamis.que pudieron coger tu mano.
Sí, es una frase con mucho contenido y también creo firmemente en ella. Gracias a ti por haberme permitido tomar tu mano...
EliminarUn sincero abrazo.
Ya te dije en una ocasión que de mayor me gustaría ser como tu, y después de conocerte un poco más me reafirmo en ello.
ResponderEliminarFelicidades Concha por ser como eres!!!
Besos.
Rosa
¡Ja, ja! Como diría mi padre, lo malo es que no estaré aquí para verte... pero seguro que sin ser como yo, con tu personalidad, con tus ganas de CRECER y de aprender cada día, ya eres una pequeña mujer sabia. Gracias por brindarme tu compañía.
EliminarUn beso.
Feliz Cumpleaños y que sigas celebrando siempre lo que eres. Abrazos.
ResponderEliminar