Una misma
situación, será diferente para cada ser ya que todos somos únicos. Las cosas suceden y depende de cada persona interpretarlas y vivirlas.
Se
habla mucho de la “herida” que deja un parto que no ha transcurrido como se
esperaba. En otras ocasiones he comentado que, hacerse grandes expectativas
puede conducir a frustración si luego la realidad es otra.
Al
escuchar relatos de partos, al estar en contacto con madres, al acompañarlas en los nacimientos de sus hijas e hijos, ha surgido el replanteamiento de los míos propios…
Siempre
he dicho que mis tres partos fueron buenos, al menos así lo sentí. Mi madre me
parió en casa y ella siempre nos transmitió que el nacimiento era algo natural
y que parir como ella lo había hecho con sus tres hijas, era lo normal…
En
aquellos momentos, hace ya más de 36 años, la información que llegaba sobre nacimientos y
partos no era mucha, pero como era un tema que siempre me había apasionado, leí
todo lo que pude obtener. Además, varias matronas “visionarias” del Hospital "La Fe" organizaron la primera –y la única- preparación al parto que había en Valencia,
por supuesto privada.
Acudí
a ellas y he de decir, en honor a la verdad, que fue fructífera. Para el grupo
de embarazadas que lo formábamos, llegar al momento del parto era una meta sin
miedos, con confianza y con las herramientas suficientes para saber cuándo
debíamos acudir al hospital.
Mi
ginecólogo era un hombre joven, cercano y razonable. Con la información que
tenía, la que me habían proporcionado estas matronas, comenté con él mis
preferencias en cuanto al parto, lo poco que podía pedir, pues con la tendencia de
entonces no me daba para pensar que se podría prescindir de todo el paquete
(enema, rasurado, episiotomía, oxitocina, rotura de bolsa…) pero sí tenía muy claro que quería estar
consciente cuando naciera mi bebé. Pacté con él que no me dormiría ni me
atontaría. Y así fue, cumplió su
palabra. Supongo que porque pudo hacerlo…
No
sabía que era una niña. No había ecografías. Mi hija nació pronto por la
mañana, yo llevaba desde el día anterior con contracciones pero solo les hice
caso cuando comenzaron a ser insoportables. Así, el parto se produjo a las tres
horas de haber realizado el ingreso y yo estuve en todo momento con una matrona
a mi lado. A pesar de la dureza del momento como consecuencia de la oxitocina
sintética (recuerdo haber gritado ¡me muero!) el parto se produjo rápido y sin problemas, excepto los
tres puntos de la episiotomía. La lactancia se instauró felizmente a pesar de
que no me dejaron poner la niña al pecho antes de 12 horas y ya se había tomado
dos botellines de suero glucosado…
A
los tres años y medio nació mi primer hijo varón. El embarazó pasó del tiempo
“normal” pero el médico, en esto también era respetuoso y esperamos
lo máximo, pendientes de inducir si no se producía el nacimiento ese fin de
semana. El viernes por la tarde lo pasé con muchas contracciones, por la noche
bajamos a jugar a las cartas a casa de mi hermana y con unos amigos. Recuerdo entre mano y mano, manifestar
contracciones, y todos decirme que estaba loca, que iba a parir en casa… a las
12 h de la noche, realizaba el ingreso y mi hijo nació a las 4 de la madrugada. En
la sala de dilatación, recuerdo conversar con la matrona quien, cariñosa y pendiente
de mí, me daba la mano, respetuosa, en
cada contracción. Me contó que ella
tenía cuatro hijos…
El
parto fue un poco más largo que el anterior, el bebé llevaba dos vueltas de
cordón que le impedían hacer su camino con más rapidez. La habilidad del médico ayudó a que todo se
desarrollara bien. Este niño fue más
grande que su hermana y me lo puse al pecho a las seis horas (algo iba cambiando).
A
los siete años de este segundo parto, tuve un tercero. Fue un embarazo deseado
(me molesta mucho cuando la gente -que de todo habla- dice, en tono gracioso que si se trata del “fallo”). Yo
estaba feliz andando con mi barrigota y mis dos hijos de la mano, uno a cada
lado.
Las
contracciones a lo largo de todo el día fueron aumentando en intensidad, pero
las podía soportar. Por la tarde, paseando por el parque con los niños, mi
hermana y unos amigos, comenzaron a ser más fuertes. Mi amiga decía que no podía ser, que me
marchara al hospital porque siendo un tercero lo iba a parir allí… Me fui a casa…
las contracciones eran muy seguidas, llevé a los niños a casa de mi madre y
recogí a mi hermana pequeña quien estaba haciendo las prácticas de enfermería
en maternidad del Hospital La Fe. Ella
estaría conmigo en este parto.
También
ingresé sobre las 12 h de la noche y mi hijo nació a las 2:30 h. Estuve en dilatación con una matrona genial,
con mi marido y con mi hermana. En esta ocasión no hubo enema ni rasurado. Fue
un parto express, mi hermana estaba alucinada, comentaba que de todos los
partos que había visto en el hospital ninguno había sido como el mío. Yo estaba despierta y consciente, dentro de mí
entre contracción y contracción, callada y sintiéndolas… recuerdo gritarle a la
matrona que el niño se me salía… que no llegaba al paritorio. El médico acudió
y lo recogió tal cual llegó, sin bata ni guantes. No le dio tiempo. Me lo puso encima nada más nacer y le di de
mamar al llegar a la habitación. O sea, enseguida.
Como
dato curioso y como homenaje a ellas, a su saber estar a su profesionalidad y
cariño, quiero decir que recuerdo el nombre de cada una de las matronas que
estuvo a mi lado. Y creo que sería capaz de reconocerlas aún a pesar del paso
de los años. Quiero resaltar la importancia de haberlas tenido en todo momento
a mi lado.
Ahora,
con todo lo que sé y la experiencia en nacimientos que voy adquiriendo, reconozco que mis partos han sido
“medicalizados” al uso de la época, pero también estoy segura de que en mi no
han dejado herida. Y creo que en mis hijos tampoco.
Ahora
que entiendo el mecanismo de las hormonas, de la oxitocina, de la separación y
del vinculo, sé que la oxitocina sintética que me pusieron pudo impedir la
producción de la mía natural, pero en mi interior siento que tampoco ha dejado
huella esta circunstancia, pues mi
ilusión, mi tozudez y sobre todo mi consciencia hicieron que estuviera
pendiente de la llegada al mundo de mis hijos de la mejor forma posible.
O al menos... así lo siento, así lo vivo.
Me gusta cómo hablas de los que te atendieron en tus partos...aún cuando el protocolo de entonces no fura tan respetuoso como el que empieza a exigirse hoy, una actitud acogedora, empática y cariñosa puede hacer "milagros"... yo tengo el mismo recuerdo en el parto de Diego, aunque fuera con enema, rasurado, epidural y todo el "lote".
ResponderEliminarUn beso.
Para algunas personas la herida es perdurable, incluso hay quien se queda estancada en ella...Para otras, se siente necesidad de sanarla. Y para algunas, no hay tal herida.
EliminarY no sabía que cuando nació Diego todavía estaban así los protocolos...
Gracias por compartir, Carmen.
Si hija...claro que era una clínica privada y ya va a hacer 13 años. Besos.
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