Esta
es una de mis reflexiones en voz alta. Está claro que cada persona, en cada
familia, se administra los ingresos y los gastos arreglo a una serie de
criterios y/o necesidades. Lo importante siempre es que haya ingresos para
vivir dignamente, pero a partir de ahí…
Estando
en el mercado o la pescadería, he escuchado en bastantes ocasiones comentarios
como “ponme de esto lo mejor, es para mi marido o es para mis hijos… yo me
arreglo con cualquier cosa”. También a
más de una madre comentar que le ha comprado a su marido tal colonia de marca,
o a sus hijos tales zapatillas o cuales juguetes y se ha gastado un dineral, lamentándose
a continuación de que ella no recuerda cuando fue la última vez que se cambió
el ropero.
Y
esto me lleva a pensar el poco aprecio que se tiene una por sí misma, lo poco
que se quiere. Porque un hogar es un barco en el que todos deben navegar en la
misma dirección.
Esta
actitud me hace ver una huella profunda de la educación patriarcal en la cual
la madre debía de ser servidora de las necesidades de los demás, solícita y
callada, por encima de las suyas propias.
Quizás parezca que en las nuevas generaciones no se dé tanto a estos
niveles, pero sigue ocurriendo de similar forma.
Y
me remito al tema que me compete: el acompañamiento de una Doula en un proceso
de embarazo, parto, puerperio…
En
alguna ocasión ha sucedido que una mujer cara a un futuro embarazo o incluso estando
ya en este estado, pregunta por los honorarios de una Doula… y finalmente
considera que es un gasto innecesario que no se puede permitir.
Es
curioso cómo para esta mujer educada en esos parámetros de servicio a los demás
por encima de sus necesidades, cualquier cosa es más apremiante que “permitirse”
ella el acompañamiento de una Doula en un momento tan decisivo e importante
como es el proceso de gestación y nacimiento de un hijo. Así, puede considerar
bueno que su pareja se cambie el teléfono móvil por uno más actualizado, que su/s
hijo/s -si los tiene- tengan los caprichos o los juguetes que deseen… pero ella,
no se considera digna de tal merecimiento.
Creo
que ser conscientes de lo que somos merecedoras es ser consciente de cuánto nos
amamos… o no.
En
alguna ocasión, al hablar de qué es y qué hace una Doula en su acompañamiento especialmente
durante el parto, he escuchado aquello de “pero es que no puedo asumir ese
gasto”. Y claro, como reflexiono en voz alta, yo me pregunto si en ese proceso, sentirse bien, sentirse acompañada, segura,
contenida, informada, apoyada, abrazada… ¿es realmente un gasto o se podría
considerar una inversión cara a un buen futuro?
Yo
lo tengo claro, por eso estoy donde estoy.
Ojalá no haya ninguna mujer que deje de ser acompañada por este motivo. Porque
estoy convencida de que invertir en una misma sobre todo cuando se trata de
traer un hijo al mundo, es la mejor inversión… y la más segura.
Para mí está claro que es una inversión, al igual que es una inversión consultar con quien creamos necesario para que nos ayude en esta difícil tarea que es ser madre o padre. Está en juego la salud de nuestras criaturas y la nuestra propia.
ResponderEliminarGracias Rosana por expresar lo que sientes. Lo cierto es que cada cual "invierte" su dinero en lo que considera... lo triste es que a veces, no se prioriza desde el corazón y el sentido común.
EliminarUn abrazo.