Como
siempre que algo me ronda por la cabeza, la madrugada me ha despertado con un
murmullo interior. Entonces mi necesidad es la de levantarme, y tras unos
momentos de meditación para serenar la mente, intentar VER qué hay tras todo
ello.
Finalmente,
llego a la conclusión de que no soy yo, sino quien está en el otro lado el que
transpira necesidad de atención, de cariño… de amparo, y de que lo reclama como
sabe. O como puede. Porque es posible que, tras su propia historia personal, exista una
necesidad no cubierta.
A
pesar de la edad y de que mis ciclos reproductivos ya no están activos, sigo
siendo una mujer cíclica, especialmente en cuanto al tema emocional se refiere.
Recuerdo
con mucho cariño a la terapeuta con la que estuve trabajando en la búsqueda de mi
yo interior. Ella siempre me decía que nuestro crecimiento a través de la Vida no
es lineal, sino que se asemeja a una línea ondulada, incluso a veces, quebrada.
Y
así lo vivo en propias carnes.
Porque
hay momentos en los que no puedo evitar sentir cierta tristeza y desazón al ser
consciente de este mundo en el que vivimos. Y no me refiero solamente a
aquellos acontecimientos que nos afectan a nivel global, como las guerras y
luchas por el poder, las hambrunas, las enfermedades… sino a cosas sencillas y
cotidianas que, en el día a día, también me muestran la vileza del ser humano.
Esa
tristeza viene dada a veces por darme cuenta de que no todo el mundo se
manifiesta bueno, principio que siempre aplico hasta que se demuestra lo
contrario…
Por
darme cuenta de que hay ciertas personas que para conseguir sus objetivos son
capaces de saltar por encima de otras, sin pensar qué dejan atrás. Personas
que censuran, critican, difaman gratuitamente, sin justificación y en base a
bulos y comentarios infundados, sin tener la valentía para ir de cara e
informarse directamente de las fuentes…
Me
comentaba el otro día una persona querida, con manifiesto dolor, que se sentía desengañada de la
gente, que no comprendía cómo podía ser tan ingenua para seguir confiando
plenamente cuando ya le habían dado de bofetadas…
No
diré que sean fáciles estos momentos y como he mencionado al principio, soy
consciente de que son cíclicos. Quizás el Universo, en su inmensa Sabiduría, me
envíe este cáliz para ser todavía más consciente del trabajo que he de seguir
realizando, de que no puedo bajar la guardia y he de seguir mi camino, mi
búsqueda.
Cierto
es que este bagaje me aporta la experiencia con la que, cada vez, el
sendero pedregoso es más fácil de caminar.
Y
lamento en el alma ver a estos seres queridos en sus momentos de flaqueza y
dolor, pero sé y acepto que han de seguir su propia vía y, aunque en momentos
puntuales pueda aportarles algo de Luz en su noche oscura, no puedo más que
caminar cerca… atenta y abierta, por si es necesario en algún momento acompañar
durante algún tramo. Porque nada más puedo hacer, simplemente ESTAR y dejar que
cada cual encuentre su mejor camino de la misma forma que yo sigo en la
búsqueda del mío.
Querida Concha:
ResponderEliminarComo siempre que vuelvo a tu blog (hace mucho que no lo visitaba), encuentro algún escrito que me dice lo que yo misma quiero decir y no soy capaz de expresar tan bien como tú lo haces. ¡Ah, la empatía es una gran cosa! Gracias de nuevo, tesoro. Ya sabes lo que te quiero: mucho.
Toya
Ya ves Toya, quizás en la búsqueda encontramos aquellos mensajes que nos hablan como respuesta a nuestros pensamientos.. Me conoces y sabes de mi necesidad de expresar, algo que preciso como el aire que respiro, pues de lo contrario, me ahogo.
ResponderEliminarY realmente, a veces, es un problema ya que muchas son las personas que no quieren escuchar y que no saben o no pueden gestionar aquello distinto a lo que piensan.
Se da en la vida, en el mundo virtual... en cualquier momento en que se establece una relación, pero así vamos conformando el camino, quitando piedras, salvando baches y siguiendo siempre hacia delante ¡Qué te voy a contar yo!
Gracias por haber vuelto, ya sabes que esta es tu casa.
Un abrazo.