Cuidar mi cuerpo, cuidar mi mente.



Cuando acudí al servicio de urgencias con un fuerte dolor en la pierna, le dije a la doctora que me atendió que se trataba de algo vascular.  No le hizo ninguna gracia, lo sé, le faltó poco para reírse en mi cara.  Me preguntó si me había golpeado, y le dije que no, que por el dolor sabía con certeza qué era.  Cuando tuvo el resultado de la analítica y de la ecografía dopler, me dijo que tenía razón, que el diagnóstico era una trombosis venosa profunda aguda.  Me preguntó que cómo lo había sabido y le dije porque sencillamente conocía mi cuerpo y no respondió, porque no se lo creyó. Aún así le di las gracias por haberme escuchado y con el informe y el tratamiento me marché a casa.
Y es que supongo que para un médico alópata que trabaja en un servicio de urgencias de un gran hospital, no será habitual que entre la gente diciendo que conoce su cuerpo…
Y seguramente para algunos de los que me leáis, tampoco.

Hay mucho escrito sobre de qué forma influyen las emociones en nuestro cuerpo físico y aunque los sabios antiguos ya lo decían “mens sana in corpore sano” todavía hoy se tiene la tendencia de buscar culpables fuera de nosotros frente a estos avisos que manda el cuerpo.

Reconozco que no es sencillo ponerse a escuchar lo que nos dicen nuestros órganos, nuestro esqueleto… pero como todo en la vida es cuestión de voluntad y de práctica.

Hacía varios días que me encontraba bajo mínimos. Soy algo cíclica y suelo somatizar bastante lo que afecta a mi emoción. Llevaba un tiempo con mucha movida personal, familiar… situaciones, recuerdos, vivencias que sin yo ser consciente querían asomar de nuevo.  Lo primero que me apareció fue un flemón en la boca, algo nada frecuente en mí y a pesar de mi resistencia a tomar medicación, tuve que recurrir a los antibióticos por prescripción facultativa. Después, un fuerte resfriado, con fiebre, que me obligó a permanecer en casa varios días, algo impensable estando físicamente bien. Y apenas me había recuperado, el dolor en la pierna.  Entendí el mensaje y pensé que debía de averiguar qué significaba todo aquello.


Como muchas personas, tengo un montón de libros en la estantería. Me suele suceder que, sin saber porqué (o quizás sí tenga su razón de ser…) justo vuelvo a releerlos en el momento oportuno. Y ocurrió que tomé uno de ellos al azar para llevar en el bolso y leerlo en el tiempo de espera en la consulta del médico.  Recuerdo la cara de las personas que tenía enfrente cuando, al comenzar a leer, solté una carcajada entre sorprendida y asustada.  ESE libro me iba a dar la clave para entender mi proceso de ausencia de salud. ¿Casualidad? Ya sabéis que siempre digo que NO creo en ella…


Conforme iba leyendo me sonaba todo a nuevo, aún sabiendo que lo había leído el año pasado. Cada línea, cada capítulo hacía una nueva aportación, un nuevo descubrimiento que enlazaba con lo que había estado sintiendo casi un mes atrás y de cómo desembocaba en una manifestación física en lugares concretos de mi organismo…
Todavía no he terminado el libro, voy leyendo muy despacio, releyendo… volviendo atrás para que no se me pase nada. Y cada vez entiendo más cosas.

Ahora lo que tocaba era comenzar con el cambio de actitud. Pretendía retomar mi actividad de hacer senderismo por la montaña y le pregunté al hematólogo si podría hacerlo. Me dijo que sí y que además sería bueno.

Con lo que el domingo pasado me calcé las botas y me fui al monte, con mis Ardillas, ya que la travesía no era demasiado larga ni dificultosa, solamente dos pequeños repechones en 14 km no supondrían ningún obstáculo.



Estaba emocionada, como cada vez que salgo a campo abierto. Comenzamos a caminar con bastante fresco, 5º.  Yo iba bien abrigada y no temía enfriarme. El autobús era de los grandes con lo que fue un placer rencontrarme con personas con las que he compartido muchos senderos. Tras los abrazos y el inevitable como estás y cómo están los tuyos, comenzamos a caminar. El día era claro, luminoso. Estábamos en la provincia de Castellón, no demasiado lejos de casa.

Casi todo el trayecto lo hice sola, sentía esa necesidad de estar conmigo. Y salvo algún intercambio de palabras aisladas, intenté hacer el máximo del trayecto sin hablar, sintiendo la atenta y vigilante mirada de Marido, quien no me perdía de vista.

Y, efectivamente, el día transcurrió luminoso, soleado, incluso en algún momento pasé tanto calor que tuve que quedarme con la camiseta técnica y darle el chaquetón polar a mi porteador preferido…

El monte estaba precioso a pesar de hallarnos en pleno invierno. La zona por la que íbamos tenía bastante humedad, de hecho cruzamos por tres fuentes cuya agua manaban con fluidez por sus chorros, en una de ellas pudimos ver que el agua era rica en magnesio, silicatos y bicarbonatos ¡agua mineral en estado puro!

Como es habitual, hicimos dos paradas, una a poco de empezar para comer algo y tomar energías, y otra avanzado el día para hacer una ingesta más fuerte. Y puesto que el día era maravillosamente agradable, nos quedamos un tiempo cerca del arroyo, cada cual con sus pensamientos…

Retomamos la marcha y apenas nos dimos cuenta habíamos finalizado la travesía: estábamos en el pueblo de Montán, final de destino, donde nos esperaba el autobús para volvernos a Valencia.

Hacía cuatro meses que no había caminado por el monte y no sabía cómo iba a responder mi musculatura, así es que tras una ducha de agua caliente cené algo ligero y me acosté.
Al día siguiente amanecí nueva, con unas pocas agujetas en los gemelos.  Hoy martes, escribiendo estas palabras y a punto de ir a mi clase de tai chi, me encuentro reconfortada y restablecida.

Sé que todavía tengo trabajo por hacer… sé que tengo por delante un tratamiento médico largo y pesado, con Sintrom y episodios de heparina pinchada en el vientre.  Sé que he de aceptar la medicación el tiempo que sea necesario,  porque no sirve de nada resistirme a lo que, de algún modo, ha sido un aviso.

Y es que la teoría me la conozco bien, pero llevarla día a día a la práctica es algo que cuesta más, es algo que en mi lado puramente racional se rebela.

Así es que no que queda más que estar alerta, seguir con mis prácticas saludables. Y por supuesto, agradecer a la Vida esta oportunidad para VER aquello que, aunque esté delante, los ojos quieren negar.





Como en anteriores ocasiones, las fotografías son de Marido. 
Gracias, amor.



Comentarios

  1. Reflexionando sobre lo que has escrito me gustaría aportar algo…
    Yo, al igual que tú, creo que las causalidades son más que las casualidades. Y siendo una persona en general escéptica también pienso, como tú, que lo que te ha ocurrido es un síntoma de que estás atenta a cuando algo no va bien en tu cuerpo. Lejos de tus prejuicios sobre quien no tiene tu sentido de la espiritualidad te diré que sí, te creo. Si lo piensas es fácil darse cuenta de cuando uno está enamorado, cuando ovula, le va a venir la regla o se acerca el momento del parto. Es tan simple como que somos corpóreos y nuestra mente, también lo es.
    Simplemente, cuando uno va al médico es porque no se encuentra bien y uno sabe cuándo no se ha dado un golpe y el malestar es algo más, aunque en el caso de los hipocondríacos esa intuición falla, y son capaces de notar todos los síntomas de la enfermedad que creen tener, la mente es maravillosa, es capaz de enseñarnos algo que no existe. Hiciste muy bien en insistir, nadie conoce mejor tu cuerpo ni tus sensaciones como tú misma. A veces los médicos tienen demasiada prisa por llamar al siguiente en la lista o tanto ego y confianza en su sagrada ciencia que acaba también por sesgarles a ellos.
    Si a ti te duele la pierna y ese dolor se acompaña de un hormigueo o pesadez, lo más probable es que sea vascular. La señal recibida del dolor y el malestar se traduce en sensaciones que forman parte de nuestro cuerpo también, no podemos separar cuerpo y mente porque forman parte del mismo “todo”: uno mismo. Al contrario que los animales, que no pueden ir atando cabos gracias a la experiencia y al razonamiento lógico esté basado en creencias o no, nosotros podemos expresarlo y pensar sobre su origen. Otra cosa es que tú quieras encontrarle un sentido más allá, ates cabos, desde otra óptica y sientas que has recibido algún tipo de aviso gracias a una conexión espiritual con tu consciencia holística. Pero eso, Concha, suele pasarnos a todas las personas vivamos la espiritualidad o no, de uno u otro modo y por eso te creo. Les pasa a los científicos, también, a los estadistas, periodistas o a los investigadores sin estar guiados por otra creencia que no sea hallar “una certeza”: el descubrimiento o confirmación de aquello en lo que estén trabajando. Se trata de algo inconsciente. Solemos buscar y encontrar los datos que confirman nuestra creencia para que deje de serlo. Ignoramos inconscientemente aquello que nos quita la razón cuando creemos ciegamente en “algo” y dedicamos nuestra vida a ello. Solemos establecer conexiones, obviando otras causas y dándole otro sentido para que se confirme lo que buscamos demostrar, aunque sea sólo a nosotros mismos, por miedo a estar equivocados y se desmorone nuestra esperanza. Se llama sesgo de confirmación.
    Pero yo prefiero no dejar ciertas cosas al azar, porque me permiten una mejor comprensión de mi lugar en el mundo, me hace sentir más segura cuestionármelo todo, sin dar nada por sentado simplemente porque crea en ello y parto de una base fija: que todos somos humanos y cometemos ese tipo de errores inconscientes causados por prejuicios cognitivos. También podemos caer en ese tipo de prejuicios si creemos demasiado las respuestas de los médicos y no les cuestionamos a ellos. No dejan de ser seres humanos y es nuestra responsabilidad comprobar todo lo que venga “dado”, “impuesto” o incluso reforzado por la opinión de la mayoría. Yo sigo prefiriendo apagar la luz y el silencio antes de recurrir, por sistema, a una aspirina. Prefiero el parto natural también, porque he experimentado sus beneficios después de creer en ellos.

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  2. Es innegable el hecho de lo que influye el estado emocional en cualquier proceso físico concretamente en el parto, incluyendo las enfermedades y la recuperación, sobretodo, de esas enfermedades. Pero nadie se cura de un cáncer por ser sólo optimista, nadie se libra de él por serlo durante toda su vida. Nadie se cura de una infección de orina meditando o se libra de ella si aparta de su mente los pensamientos negativos, nadie se cura de un resfriado yendo a misa. No es voluntad divina o castigo divino el estar enfermo, ni siquiera cuando “la divinidad” o su antagonista están dentro de nosotras. Eso sí, si ocupas tu mente en la prevención y recuperación, vas a estar menos ocupada en la preocupación y te vas a sentir mejor. La recuperación será más llevadera y mantenerse optimista y sana mentalmente, entre otras cosas, facilita el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Incluida la mente, el cerebro, para otros… el espíritu. Y eso incluye la liberación de hormonas que influyen directamente en nuestro sistema inmune y nuestro bienestar general. Eleva la calidad de vida y conlleva la adquisición de buenos hábitos, por ejemplo, pasear al aire libre y hacer deporte. Y eso, particularmente en la fibromialgia, está demostrado que mejora la condición general del paciente. Tengo un caso cercano y la recomendación del médico fue esta: ejercicio físico moderado, analgésicos “sí o para” el dolor, terapia cognitivo-conductual y antidepresivos sólo en caso de diagnosticarse también depresión, para evitar la iatrogenia. El conocimiento de cómo sobrellevar la enfermedad aumentó la calidad de vida de mi madre un 200% y no toma antidepresivos, ni va a terapia. Tiene un huerto, tres nietos preciosos y ama la vida y lo que le ha ofrecido. No tiene ningún tipo de creencias espirituales. Como sabes, esta enfermedad evoluciona con brotes, dependiendo también de su estado emocional, pero en general es bastante bueno y nos ocupamos de hacerla muy feliz entre todos.
    Cuando era pequeña, tenía una muñeca Nancy preciosa. La peinaba y la vestía todos los días como si de una personita real se tratara, la llevaba de paseo en la bicicleta. Hasta le pedí a mi abuela que le hiciese un cojín para que fuese más cómoda en la cestilla… Un día, mientras paseábamos por el parque, la muñeca se desequilibró y calló de la cesta, quedando atrapada entre los radios, en la rueda de la bicicleta. Se le torció un brazo, se estropeó su cabeza y se raspó la cara, se me rompió la muñeca. Recordé entonces lo que nos contaban las monjas en el colegio, yo tenía unos nueve años e iba a un colegio religioso. Recordé aquello que nos contaban sobre la Virgen Milagrosa y que de sus dedos salían unos rayos de luz: los milagros que concedía a la gente que sentía verdadera fe en ella y en Dios. Cerré los ojos, abracé a mi muñeca y llorando, le pedí a la Virgen que la arreglase. Creo que no había nadie en el mundo que rezase con más fe que yo en ese momento. Abrí los ojos y esperé ver la muñeca arreglada, pero seguía igual. Lo hice una y otra vez, hasta que por fin, asumí la realidad de que nadie podía arreglar mi muñeca. Lloré muchísimo, pero no sólo por la muñeca… Mi Virgen Milagrosa no me había escuchado y eso se traducía en que no tenía suficiente fe en ella, así que empecé a pensar en cuales eran mis pecados o en qué había ofendido a Dios. Pero no encontré nada y supe entonces, que era en eso en lo que consistía la fe. Mi padre me compró una muñeca igual, quise creer que era su forma de premiarme y que finalmente me escuchó, cómo me dijo Sor María, pero yo seguí jugando con la rota y nunca más esperé milagros de ese tipo. Entendí que la fe no mueve las montañas, literalmente. Años después comprendí aquella “señal”. Lo que mueve la fe es a la masa y su comportamiento, a través de la esperanza y el miedo o la luz y la sombra...

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  3. Déjame aclararte algo, si te cuento todo esto es para que sepas de primera mano que las personas que no tenemos tu sentido de la espiritualidad no somos todas iguales. No tenemos el libro de Louise Hay en la mesilla, ni el vademécum, tampoco la Biblia… Personalmente, encuentro fascinantes las respuestas que me aporta conocer cómo funciona el pensamiento y las trampas que nos pone a todos y, sobre todo, los beneficios que puede aportar ese conocimiento a mi vida, porque como te he dicho antes: la mente es maravillosa. También me he acercado mucho más a la consciencia de mi propio cuerpo, porque forma parte de él. Me ayuda diariamente a comprender mejor a otras personas, a mis hijos y a mí misma, más que cualquier otra cosa que haya conocido y experimentado antes. Porque esas trampas son para todos y son las mismas. Independientemente de nuestro sexo, clase social, edad, raza o credo y conocerlas me ha aportado libertad, en la medida de lo posible, a la hora de elegir si creo o no en algo y hacia dónde me llevará esa creencia. Conocerlas me ayuda diariamente a evitarlas y a ser honesta conmigo y con los demás. Hace tiempo, elegí dejar de ser creyente. Pero sigo siendo consciente de la necesidad que tengo, por mi condición humana, de agarrarme a “algo” siempre y cuando me ayude mantener la esperanza y no comprometa mi libertad.
    Las creencias ciegas siempre son peligrosas, sobre todo cuando se mezclan con temas de salud y cómo ves, no hago distinción alguna entre física o mental porque como tú, pienso que somos un “todo” pero desde otro punto de vista. Son peligrosas cuando la interpretación de nuestras creencias se hace tan fuerte que nos impide ser libres o ser conscientes de nuestra realidad. Siempre, nuestro lado escéptico luchará por buscar una respuesta sólida, eso nos lleva a buscarla y lejos de encontrarla, nos llevará a seguir creyendo eternamente y a ignorar otras causas más probables que posibles que seguirán manteniéndonos ciegos y esclavizados, sin posibilidad de tomar nuestras decisiones libremente, aunque creamos que es así. Creer en ese tipo de conexiones tiene un "retroceso" nada recomendable cuando algo va mal, como culparse a uno mismo, a su propia vida, su herencia cultural, tras-generacional o a los demás de la propia enfermedad y puede llevar a errores en la interpretación de la misma y también de nuestra vida, sin tener que llegar a extremos como rechazar la medicación, una transfusión o un trasplante. Corremos un riesgo innecesario al relacionar causas y efectos que puede originar mucho sufrimiento en nuestro día a día. Y eso algo tan antiguo como la luz del sol. Fruto de la superstición y la herencia religiosa que nos premia o nos castiga. Nos limita, si no seguimos ciertas pautas en el camino de nuestra experiencia vital. Es control de las emociones, control de los pensamientos, control de las creencias y por ende, del comportamiento… Sea hacia el Edén bíblico, al Nirvana de la liberación o la más moderna de las concepciones espirituales que han evolucionado, como la sociedad, adaptándose a nuestra necesidad constante de encontrar respuestas, sentirnos útiles, contribuir al bienestar general o dotar de un sentido especial a nuestra existencia cuando ya lo es, simplemente por el hecho de existir. A veces la vida es justa y más veces de las que quisiéramos, injusta o cruel. Pero al fin y al cabo, siguen siendo necesarias, la cuestión siempre estará en hasta qué punto dirigen nuestra vida y con ello, la de quien nos rodea.
    Un saludo afectuoso y mis mejores deseos, ánimo y recupérate pronto.

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  4. Muchísimas gracias, Olivia, por tus comentarios que bien podrían haber sido una entrada completa en mi blog, por la sensatez de tus palabras y el respeto que hay en ellas.
    Confieso que al ver tanto texto he temido alguna incongruencia, pero me alegro de que no sea así (no lo habría publicado).

    No sé qué te habrá hecho suponer que soy una persona creyente y espiritual porque yo me considero bastante escéptica en muchas cosas. Por supuesto que estoy en MI búsqueda y soy un poco como Santo Tomás… he de meter el dedo en la llaga y experimentar por mí misma. Es por ello que siempre escribo sobre MIS experiencias pues es a través de ellas y de la reflexión, como voy avanzando y adquiriendo este bagaje que a mis 61 años conforman la persona que soy ahora.

    Para nada desprecio a las personas que no viven espiritualmente, ni a las que no tienen ningún tipo de creencia. Cada persona es libre de sentir aquello que le venga, lo que necesite. Y en ello sí que me considero respetuosa. Yo no leo a Louisa Hay, tampoco tengo la Biblia en la cabecera de la cama ni acojo todo lo que cae en mis manos. Pero sí soy consciente de que algunas lecturas me proporcionan respuestas…

    Estoy de acuerdo contigo en que simplemente una actitud positiva no cura una enfermedad, por suerte para mí –por lo que aprendo- y por menos “suerte” para ellos, he tenido y tengo personas a mi lado con enfermedades terminales, y sí he podido apreciar que la confianza en ciertas cosas puede colaborar en la recuperación y les da esperanza, les aporta mejor calidad de vida. Ya sea a través de un cambio en su alimentación, de la limpieza de aura o de la quimioterapia/radioterapia.

    Yo también he tenido una experiencia con la fibromialgia, no sé si lo habrás leído en mi blog. Y a día de hoy es un tema zanjado. Me gusta averiguar por qué me suceden ciertas cosas pero NO me obsesiono con ello, SÉ que todo no tiene una explicación racional y aunque me cueste, asumo lo que hay y si he de tomar medicación o acudir al médico, lo hago. Te puedo decir que llevo un mes con heparina y con Sintrom, y que a pesar de mi reticencia a la medicación, no voy a dejar de utilizarlo hasta que el hematólogo considere oportuno… Y no me culpabilizo por lo que pudo ser y no fue, ni responsabilizo a mi madre de mis males, ni me siento merecedora y culpable por ello, para nada es mi actitud porque sé que la ausencia de raciocinio y la fe ciega, en lo que sea, no conduce a nada… más bien anula al ser completo que somos.

    Bien, Olivia, no sé a qué te dedicas, dónde te mueves, pero me ha gustado tu comentario, tus palabras coherentes y tu respetuoso tono. No sé si he conseguido responder, participar en un diálogo, ya que es lo que realmente me gusta en vez de dar explicaciones o disculpas.

    Gracias por todo ello. Este espacio está abierto para que vuelvas cuando te apetezca.

    Un abrazo.

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  5. Hola de nuevo, Concha.
    Disculpa que me haya extendido tanto. En la vida real también soy así, muy habladora. Siempre me aseguro de que el mensaje se entienda perfectamente porque la comunicación escrita puede dar lugar a malentendidos y no quiero que los haya, dejo todos los cabos bien atados para lograr que se me entienda, tanto el tono como la intención. Si hubiésemos estado tomando un café, no me habría llevado más de dos minutos, pero como has podido comprobar, un texto largo no es sinónimo de incongruencia o falta de respeto por tratar un mismo tema de otro modo.
    Me alegra ver que me has respondido tan rápidamente, mi intención, por supuesto siempre es la de mantener un dialogo, no la de dejar el mensaje y no volver más. Me gusta seguir intercambiando opiniones y puntos de vista.
    Me preguntas que por qué supongo que eres una persona espiritual.
    Por lo que he podido leer en tu blog sé que lo eres.
    He leído varias entradas con la etiqueta “espiritual” que hay a la derecha de la pantalla en la versión Web. He leído sobre tu terapia y cómo dices que se trata de una búsqueda espiritual, también las revelaciones que tuviste sobre el motivo que explicaba los abortos de una amiga, relacionándolos con su abuela y sobre rituales y oraciones que celebrasteis en una cueva con forma de vulva. También he leído otra entrada en la que concluyes que el motivo de la cesarea de una mujer, fue dejar de contar con tu compañía y no porque los médicos considerasen que era más adecuado por la evolución del parto. En otra entrada que se titula “Salud e Hijos Pequeños” he leído algo sobre “4 puntos a tener en cuenta sobre crianza y espiritualidad” recomendando un video de una logopeda y terapeuta holística que habla de salud y niveles, entre los cuales se hace una distinción entre plano mental, emocional y espiritual y fomenta lo que yo llamo “pensamiento mágico. También cómo hablas de la sanación de tu fibromialgia a través del crecimiento personal, de “despertar”. Hablas de aceptación, de que no todo lo podemos ver y que hay algo más allá de lo que nos dicen los médicos. Y de cómo has conseguido nuevos amigos, dejando otros atrás, a lo largo de tu camino espiritual, amigos con los que compartes el mismo secreto. No sé si a través de alguna terapia o en alguna congregación religiosa, pero me inclino a pensar que se trata de lo primero.
    Por supuesto, me parece muy respetable que tú sigas tu camino espiritual, pero evidentemente, que haya cosas que aun la ciencia no haya podido demostrar no significa que no vaya a hacerlo algún día y no tengan una explicación racional. Simplemente, y esto sí es una creencia, pienso que todo llegará. Si algo bueno tiene la ciencia, los médicos y la evolución, es que hay personas que se dedican a ello dispuestas a rectificar y a comprobar sus anteriores errores utilizando la evidencia científica. Que no son dos palabras, incluye investigación formal y pruebas, estudios contrastados. Y eso es lo que la distingue de la creencia, que es todo lo contrario y no admite crítica ni opinión que tire abajo sus dogmas.

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    1. ¡Ja, ja, ja! Sabes más de mi que muchas personas que tengo cerca y que incluso algunos miembros de mi familia ya que ellos, los cercanos y los lejanos, no suelen entrar en mi blog.
      Pues fíjate ¡va a ser que sí soy espiritual! claro que a mi modo, en mi búsqueda y con mis herramientas... acogiendo lo que la ciencia investiga y contrasta con sus estudios, y acogiendo también aquello que aunque no esté basado en la evidencia ni demostrado... todavía, a mí me sirve. (Imagina si Miguel Servet o Galileo levantaran la cabeza...)

      A pesar de haber estudiado en un colegio de monjas, no pertenezco a ninguna comunidad religiosa, y la fe de mis mayores en la que fui educada, está en estos momentos muy fría...

      Y bueno, mis caminos son muchos... y en todos puedo encontrar con quien compartir, para mi es fácil. No necesito más que escuchar... y permanecer con los ojos y el corazón abierto. Quien deba permanecer junto a mi por algún tiempo, lo hará. Quien no, partirá de mi lado sin pena ni gloria...

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  6. Hace muchos años, quemaban en la hoguera a mujeres y hombres a los que llamaban herejes y brujas por tratar enfermedades con hierbas que curaban. O por asegurar que la tierra era redonda. Por contradecir al dogma, la creencia y a la fe que controlaba absolutamente todo lo que hace libre a una persona: su sexualidad, sus hijos o vida familiar, su alimentación, sus pensamientos, su compañía... Pero la religión siempre mantuvo que creer les convertía en hombres libres. Libres de pecado, del pecado de cuestionarles. Las plagas, las enfermedades eran utilizadas por los hombres y mujeres de fe para dominar a la gente con el miedo y someterlas al castigo divino porque sólo Dios podía curar, a través de la espiritualidad, de la meditación y oración (y los diezmos y primicias).
    Por eso te decía que relacionar salud con espiritualidad o creencias es peligroso. Puede confundirnos hasta tal punto de llegar a creer que tu cuerpo rechaza un embarazo por causa de una violación a nuestra abuela en lugar de que nuestro cuerpo puede estar rechazando al bebé por algún motivo genético relacionado con el cromosoma “X”. O que nuestros hijos pueden enfermar a pesar de que les mimemos, abracemos y amamantemos por algo enterrado en nuestro subconsciente. Esto no es verdad y es peligroso. Y a pesar de ello tú estás tomando tu tratamiento de sintrom y heparina y te defines como escéptica, no dudo que lo seas. Pero creo que caes en ser escéptica sólo con aquello que no concuerda con tus creencias y tu búsqueda personal. Y no pretendo ofenderte, pero tengo que justificar algo que me estás preguntando directamente.
    Compartimos varios puntos de vista, pero hay otra cosa con la que no estoy de acuerdo de tu respuesta. La radioterapia y la quimioterapia no te hacen sentir mejor. Te hacen sentir peor, pero es lo único que ha demostrado curar el cáncer, no en todos los casos, evidentemente. Cambiar la alimentación puede elevar tu calidad de vida. Pasear también porque repercute en tu cuerpo directamente, pero ninguna de estas dos cosas podría equipararse al bienestar que puede aportar una limpieza de aura. En todo caso, una limpieza de aura podría ser comparada con rezar el rosario, siempre que tu esperanza la deposites en la religión católica. Esa es otra diferencia entre certeza y creencia. El “a mí me funciona” no basta para tener certeza y no me refiero a ti, es una frase hecha.
    Tampoco he dicho que desprecies a las personas que no viven espiritualmente, sólo que quizá pienses que el desprecio es hacia tu persona cuando tenemos otro punto de vista diferente al tuyo y somos capaces de encontrar otra explicación para la mismas cosas, quizá más simple y menos relacionada con nuestras propias creencias. Que confiamos en todo lo que nos dice un señor con bata blanca por sistema o que no somos capaces de conectar con nuestro cuerpo o vivir nuestros sentimientos de un modo honesto con nosotros mismos y nuestra aceptación de la vida… O nos autoengañamos con una receta para todo o que no vemos más allá de lo que tenemos delante de nuestros ojos porque no queremos despertar o estamos dormidos … Qué sé yo. Con esto, lo único que quería expresar, es que soy una persona normal. Capaz de comprender pero también de cuestionarlo todo y no quería que pensaras que había hostilidad en mi mensaje.
    Por último te diré que me dedico básicamente a mis hijos y a disfrutar de lo que la vida ha puesto en mi camino. Me gusta leer libros, escribir, pasear con mi perra y descubrir cosas nuevas para enriquecerme como persona y como madre. Me muevo por internet, como muchas madres hoy en día, buscando información, trucos de cocina, consejos para quitar manchas de fruta … Vamos..¡una vida de lo más normal!
    Gracias de nuevo por leerme, besos.


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    1. Veo que desgranas punto por punto mis respuestas, y que tienes argumentos para todo.
      Está bien... aunque no es habitual que una persona "normal" se lea todo un blog y tenga la biografía de quien lo escribe en la mente.

      Pues fíjate que yo, antes, hace algún tiempo, SÍ me lo cuestionaba todo... como tú dices, pero ahora en estos momentos y sin poner mi fe en NADA (aunque tu percepción sea otra), NO lo hago.

      No siento hostilidad en tus palabras, solamente la necesidad de asentar algo y de afianzarte en lo que tú sientes y crees, y de decirlo en voz alta para que también te escuchen..

      Está bien, yo no te cuestiono pero te invito a que sigamos esta conversación por correo privado. En las pestañas encontrarás la dirección donde poder escribirme.
      Creo que puede ser más dinámico que hacerlo a través de mi blog.

      Por cierto, no sé si escribes en algún lugar o tienes un blog, porque tienes palabras, argumentos, sabes cómo hacerlo...

      Gracias a ti por escribir y por invertir tus energías en algo... tan ajeno.

      Un abrazo.

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  7. ¡No me es ajeno! estoy embarazada y creo que la red es de todos... Pero no me se tu biografía, simplemente leí esta entrada porque me llegó en Facebook. Tengo una postura bastante asentada respecto a lo religioso y espiritual, por eso no me es ajeno, no me he leído tu blog al completo, tan sólo he pinchado en la etiqueta "Espiritual". Nada me es ajeno cuando despierta mi interés y créeme, no eres tu ni tu blog la causa. Me interesa bastante la filosofía, las religiones, que han sido bastante observadas por todos los pensadores y muy estudiado su efecto en las personas y en general, la civilización. Me interesa la historia. Me interesa muchísimo el pensamiento, la neurociencia, la psicología cognitiva... todo lo que pueda enriquecerme para comprender mejor el mundo que me rodea. Siento haberte ofendido, pero no era para nada mi intención. No pretendo convencerte, sólo que opino que estas cosas son peligrosas, sobre todo cuando la salud está en medio, salud de niños, de mujeres embarazadas... Y bueno, no es sólo mi punto de vista, no he desgranado cada una de tus respuestas, he respondido y aportado, creí que te gustaba el diálogo. A diario puede verse cómo el fanatismo religioso incluso utilizando poderes públicos y sanitarios, además de los medios de comunicación, intenta imponerse a la libertad humana. Si algo no me es ajeno es la libertad, y mientras no haya falta de respeto, mientras exista el diálogo, cualquier creencia puede ser debatida, discutida y cuestionada. En los tiempos que corren podríamos habernos acostumbrado a ello.

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    1. ¡Es lo que tiene este medio! no vernos las caras y escuchar las voces...
      Olivia, no me has ofendido, no estoy ofendida.

      Me pareces una mujer muy inteligente, culta y curiosa de la vida. Podemos tener una interesante conversación, solamente que esta es una ventana demasiado abierta al exterior para seguir hablando de ciertas cosas... por ello te sigo invitando a que me escribas a través de mi correo electrónico. Te aseguro que seguiré encantada.

      Por supuesto que debemos hacer uso de nuestra libertad, pero hemos de saber donde, cuando y de qué modo... y eso es prudencia.

      Espero recibir un correo tuyo pronto... ¡Y felicidades por tu embarazo!

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