Me desenvuelvo bastante bien entre las redes
sociales y cada vez voy conociendo a través de este medio a más compañeras Doulas.
Cada una desde su entendimiento, decide hacerse ver bien a través de un blog,
de una web, de facebook… y de esa forma nos vamos “conociendo”, enterando de
cuántas y quienes somos.
Ser Doula no es una profesión reglada ni
homologada, eso lo sabemos todas. Y ello da pie a que cada cual ofrezca en sus
formaciones aquello que le resuena o aquello en lo que se mueve según sus
creencias. Y sinceramente, esto está haciendo mucho daño al colectivo antes de
que podamos conseguir un reconocimiento oficial. Porque hay una gran confusión,
porque no se tienen las limitaciones claras, porque se están mezclando
conceptos y actuaciones en cuanto a lo que es ESTAR acompañando a
una mujer.
Dando una vuelta por ahí, por el mundo virtual,
veo a Doulas que se ofrecen como terapeuta florares, como facilitadoras de Reiki,
como renacedoras, como reflexólogas, añadiendo
a su curriculum tantos cursos y títulos que desvirtúan lo que realmente es una Doula.
Porque sinceramente y desde el corazón, una Doula como tal NO necesita nada de
esto.
No voy a decir que desestimo estas terapias y
otras más, no lo haré porque yo, como Concha en mi vida íntima y particular, recurro a
ellas cuando es necesario. Pero como Doula no voy ofertándolas en mis
acompañamientos.
Cuando las Doulas salimos de la formación y según
la línea que ésta haya seguido, estamos tan empoderadas que nos creemos con la
potestad de ir sanando a toda mujer que acuda a nosotras… y no negaré que yo
también lo he creído y que en un momento dado así lo haya podido transmitir. Pero
conforme pasa el tiempo y la experiencia me va curtiendo, soy consciente de la
realidad cual es.
Y aunque sigo formándome en cualquier cosa que pueda considerar una herramienta, tengo la consciencia de que lo hago para mi
propio uso y crecimiento, no para venderme como Doula y para ofrecerlo a las
mujeres, porque si soy y ejerzo como Doula… no soy más que eso. Con toda
humildad y en voz alta lo digo.
Sé que con estas palabras puedo crearme enemigxs,
es algo de lo que soy consciente y a lo que estoy acostumbrada por decir lo que
siento, pero ha llegado el momento de decir basta a tanta parafernalia, a tanta iluminación, a tanto
endiosamiento… a la hora de decir que somos Doulas. Porque lo nuestro es dar apoyo y acompañar. Y para ello no se necesita apenas nada, más que ser conscientes de cuál
es nuestra función y desde donde la realizamos.
Repito hasta la saciedad que confío en que la
unión hace la fuerza, así que apenas terminada mi formación como Doula, me
inscribí en un listado de Doulas que daría pie a un par de asociaciones a nivel
nacional.
También y en cuanto tuve conocimiento de que en mi
comunidad se estaba gestando la creación de una, pasé a formar parte de ella.
Llegado este punto me planteo cómo habiendo tantas
Doulas hay tan pocas socias en asociaciones legalmente constituidas, teniendo la sensación de que se huye de colectivos
donde encontrar apoyo y respaldo, donde conseguir información y recursos. Y tras un intenso análisis he llegado a la
triste conclusión de que si voy a mi aire, no me tengo que comprometer con unos
estatutos y con un código ético… con lo que puedo hacer Reiki, danzar a la luz de la luna, invocar a los
espíritus, hacer sanaciones y terapias de todo tipo… y nadie me controla, nadie
me puede decir nada porque no tengo ningún tipo de compromiso ni de
cumplimiento mínimamente deontológico…
Parece que estos días se ha reanudado la caza de brujas sobre las Doulas, este eterno debate que solo tiene lugar en nuestro país,
que solo se comprende desde el desconocimiento y el temor infundado a la
pérdida de competencias y por ende, del trabajo de un colectivo que para mi,
merece todos los respetos y que además considero el más apropiado para
acompañar a las mujeres, en los procesos de nacimiento y especialmente en el
terreno fisiológico: el de matronas.
Siento que me enfrento a molinos de viento, que me
embarco en historias de caballería al
defender aquello en lo que creo y al intentar transmitir a estas profesionales: que no nos han de temer, que no somos su competencia, que nos somos intrusas y
que como yo, hay bastante Doulas que estamos en estrecha colaboración
trabajando, aportando y debatiendo para dignificar esta figura de mujer que ha
existido siempre y que puede estar codo a codo con cualquier otro profesional. Pero
creo que para ello hemos de cambiar conceptos, aclarar ideas e ir con la cabeza
bien alta, sin nada que esconder y desde donde nos puedan conocer como lo que
somos, mujeres que ACOMPAÑAMOS a otras mujeres, mujeres Doulas.
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