No suelo leer libros sobre biografías pero
reconozco que algunas de ellas me han
apasionado. Saber cómo han vivido
otras personas, cómo han resuelto en condiciones más o menos límites, cómo se
han enfrentado a momentos de dolor y cómo han gozado con sus minutos de alegría…
Cómo en el trascurso de sus vidas han hecho acopio de amistades, unas que
pasaron sin pena ni gloria, otras más intimas que han permanecido a través del
tiempo y cómo ha habido algunas relaciones más efímeras pero que a pesar de todo han
dejado un halo que brilla con luz propia allende el tiempo.
Lo bien cierto es que algo bueno que le puede
suceder a una persona es ser consciente de todo cuánto la Vida le ha ido
aportando a lo largo de su existencia. Y no menos cierto es que, cuanto más
larga sea ésta, mayor cúmulo de experiencias tendrá en su haber y mayores
habrán sido sus posibilidades de crecimiento.
No en edad, sino en sabiduría.
Es en estos últimos años de mi vida, es cuando más
consciencia estoy tomando de cuánto ocurre a mi alrededor. Ha habido muchos cambios personales, una
búsqueda irrefrenable me ha conducido a mirar hacia dentro, a indagar, a
averiguar quién soy y hacia donde quiero ir. Y si bien he tenido que
enfrentarme a mis sombras y a mis fantasmas, como si del túnel de los horrores
de cualquier feria se tratara, aquí y ahora puedo decir que he salido
airosa. Incluso vencedora.
Así, en momentos de encuentro conmigo misma,
pienso en cuántas cosas he aprendido, en cuántas experiencias tengo para poder
contar y para poder transmitir especialmente como mujer y como Doula. Porque en
este tiempo presente y cada vez más, se suceden llamadas, encuentros, situaciones en las
que hay mujeres que acuden y piden apoyo, opinión, consejo… y ya no
exclusivamente sobre temas de embarazo, parto, lactancia y/o crianza, sino circunstancias
cotidianas en las que estas mujeres necesitan escuchar otra voz, otras palabras
que, o bien refuercen su sentir, o bien les hagan tocar otra realidad.
Un día, hace algunos años, decidí que escribiría
mis experiencias, y así lo estoy haciendo desde que realicé mi primer
acompañamiento como Doula aún sin saber que lo era, hasta este momento en el que, delante del ordenador, intento ordenar mis pensamientos.
Y como he plasmado en algunas líneas anteriores,
ya no solamente lo que como esta figura de acompañamiento me está llegando,
sino todo lo relacionado con las mujeres que, de una u otra forma, se cruzan en
mi camino dejando esa estela casi invisible cual sutil y brillante baba de
caracol…
Estoy segura de que muchas de las personas que
tengo a mi alrededor no me conocen en absoluto, porque de esta otra vida es
algo de lo que no suelo hablar. Conocen a la mujer normal que va al mercado, a
la pescadería y al horno. Que está
enamorada del mismo hombre desde hace más de cuarenta años, que adora a sus
hijos, que atiende a una madre anciana y que está como loca con sus nietos. Que algún domingo se va a la montaña. Y que
de vez en cuando, hace algún que otro… cursillo.
Es más, para las personas que sean seguidoras de
este blog mío y lean todas las entradas que publico, será más sencillo hacerse
una idea de cómo soy e incluso lleguen a conocerme mejor que esas que tengo más o menos cerca pero desconocen la otra realidad de mi existencia.
Por coherencia personal, por respetar el derecho a
la intimidad, por cumplir un código de honor como Doula, no puedo contar
algunas experiencias maravillosas que me han dejado el corazón henchido y el alma
plena. De la misma forma que mantengo en silencio situaciones duras, tristes,
solemnes por el dolor y que he de
resguardar cual triste tesoro en mis entrañas.
Pero a veces me cuestiono si no es realmente una
lástima que todo esto se pierda, que no pueda compartir la oportunidad de
aprendizaje que la Vida me brinda en este continuo caminar. Que todo lo vivido y aprendido gracias a los
seres que han caminado conmigo durante los años que el destino me ha preparado,
se quede oculto por el silencio y se vaya conmigo el día que me marche.
No sé, quizás sean los últimos acontecimientos vividos
los que me están llevando a hacer esta reflexión. Unos hechos ocurridos que me
han sumido en tristeza y me han vuelto a mostrar la vileza que albergan algunos
corazones. No es algo que me ha sucedido a mi directamente, sino a uno de mis
hijos, por tanto lo vivo en carne propia. Y es quizás por ello que al pasar por
mi mente la película de esta historia, con su principio feliz y su triste final, haya
recapacitado. Y me haya dado cuenta de cuánto tendría para contar…
En fin, de nuevo reflexiones en voz alta. Seguiré escribiendo mi bitácora de viaje mientras siga el rumbo, la
mantendré a buen recaudo para que no salga a la luz, pero no descarto la
posibilidad de que, algún día -cuando sea anciana- pueda hacer como alguna famosa o “famosilla” que han escrito
sus memorias y se han forrado…
Aunque siendo sincera y con la mano abierta
sobre mi corazón, no es eso lo que más me importa, porque si bien el dinero permite vivir con cierta
tranquilidad, lo que a mí realmente me proporciona paz es tener la conciencia
tranquila en la seguridad del trabajo bien hecho, de llevar una vida digna, con
honestidad y de algún modo, al servicio de quien me requiera.
Con Amor.
pues a mí me encantaría que lo compartieras, TODO
ResponderEliminaren un libro, de desahogo, para acompañarte y por puro orgullo, porque Amama, qué vida tan rica! y poca gente creo yo que hay como tú
Un beso Amama!
¡Ja, ja! Gracias, Esther, me sigues mirando con buenos ojos.
EliminarUn abrazo.
Yo solo puedo expresarme como mamá y desde lo que conozco. Todos los trabajos son valiosos y por supuesto en este caso creo que se complementan el uno al otro y el beneficio es mayor si así es. Tal y como me han mostrado en algunos casos es tan tan valioso alguien que te acompañe... Y más en esos momentos en los que tu mundo se pone "patas arriba"
ResponderEliminarLa realidad para mi es que el proceso y el trabajo de parto es algo que la mujer trae implícito en sus propias células, a veces sólo necesitamos algo o en este caso alguien que nos ayude a conectar con esa información primigenia e intuitiva. Y esto lo hace una persona con empatia, experiencia y amor... Llámese doula o matrona. No por que alguien brille a tu lado apaga tu luz... La luz es más fuerte
Así es. Gracias por tus palabras.
Eliminar