Transcurren
las seis y pico de la madrugada y llevo un rato sin pegar ojo. Son cosas de la edad… y
he sentido la necesidad de expresar la emoción que habita en mí al
despertar en esta hora intempestiva.
Me
refiero al movimiento Doula como algo
imparable porque, a pesar de las trabas y de las dificultades que
encontramos en el camino hacia la normalización de esta profesión, cada vez son
más las mujeres que desde su propio
empoderamiento y a pesar de lo manida de esta palabra, son conscientes de
qué es lo que quieren en sus procesos hacia la maternidad.
Conocí
a P.S. hace dos años a través de Internet.
Se puso en contacto conmigo porque estaba interesada en la formación
para ser Doula. Por sus circunstancias profesionales desistió de ello pero, de algún
modo, habíamos comenzado a tejer un hilo…
Al
cabo de un año, más o menos, se interesó sobre lactancia materna. Y coincidimos
en una formación y después en unas prácticas en el hospital. El hilo se estaba fortaleciendo…
Posteriormente
y debido al tema en que ella trabaja, la
he contactado en un par de ocasiones para pedirle información. Siempre se
ha mostrado atenta y amable, facilitándome cuanto le he demandado.
Hace
poco recibí un mensaje suyo. Está embarazada y quiere que la acompañe en este
camino. Realmente sorprendida y muy emocionada, la llamé para darle mis
felicitaciones.
No
es su primer bebé. Ella es madre de dos chiquillos de 11 y de 6 años y su
planteamiento ahora respecto a lo que quiere en este embarazo, en este parto, es
bien distinto a cuando nacieron estos niños.
Cuando
tuvo a su primer hijo y posiblemente debido a su juventud y falta de
información se llevó todo el “pack”
de intervenciones, pero no se cuestionó nada. Supuso que así debía de ser…
Cuando
nació el segundo, además de todo eso y aunque tenía más información, la
profesional que la atendió en el parto y desde el poder que le confiere la bata
blanca, la hizo callar… ¡CÁLLATE! le dijo, lo cual recuerda con
gran dolor.
Pero
ahora ha pasado el tiempo y es una mujer madura. E informada. Y sabe bien qué es lo que quiere.
Quiere
vivir su embarazo sin miedo, en la confianza de que es un proceso fisiológico
natural. Quiere informarse de cuántas pruebas son necesarias y de cuáles son
evitables. Desea conectar con ese ser que ha decidido habitar su vientre. Desea
ser consciente de cada minuto, de cada segundo en que esa criatura se
desarrolla en su interior. Y quiere
ofrecer el mejor de los nacimientos a este tercer hijo suyo, desde la seguridad
de su hogar con la compañía de su pareja y de la matrona que ella elija. Y con
SU Doula.
Porque
sabe que esta figura de mujer que va a estar a su lado en este nuevo caminar no va a cambiar el trayecto de sus decisiones
y va a facilitarle una información basada en la evidencia pero contemplada también desde lo que la emoción
supone en el cuerpo de una mujer embarazada. Porque su Doula estará junto a
ella para escucharla desde la ausencia de juicio, sin aconsejar y sin
intervenir. Con la reflexión conjunta y con el apoyo a sus elecciones. Porque necesita que nadie le haga callar cuando
estando pariendo vaya a expresar lo que siente, bien sea cantando, gimiendo,
llorando… y que su espacio sagrado sea cuidado con el mayor de los sigilos.
Y
es que esto es lo que "hace" una Doula. Parece que cuesta entender lo que
significa acompañar, que cuando
decimos que acompañamos no termina de comprenderse que es tan sencillo como no
variar el rumbo de lo que esa madre tenga que vivir desde sus decisiones informadas
y conscientes.
Por
suerte, el caso de P.S. no es el único. Cada vez son más las mujeres que
recopilan información, que buscan el mejor hospital o a la matrona que les
pueda ofrecer un parto respetado en sus casas, cada vez las madres deciden con
más confianza y seguridad. Cada vez son
más conscientes de la necesidad de estar acompañadas y de cómo facilita el
proceso del parto sentirse seguras y protegidas.
Por
eso estoy convencida y por ello digo que el
movimiento Doula es imparable y no solo en nuestro país. Espero que los
profesionales que nos movemos en torno al nacimiento seamos conscientes de
hasta qué punto es necesario el trabajo en equipo, confiando en el buen hacer (o no hacer) de cada cual y teniendo muy claro que, quienes
salen beneficiadas en todo esto son las mujeres y los hijos que vayan pariendo.
He vuelto por aquí y encontrado este artículo. Yo soy otra de las que les mandaron callar, exactamente como a tu amiga. Y lo que para esa persona que me gritó es algo que ni siquiera recuerda, para mí es un trauma que no me deja dormir por las noches. Aún veo su nombre en la solapa de la bata y ella sin embargo no sabe ni quién soy. Es triste que estas cosas ocurran. Y por ello creo sinceramente en el importante papel de las doulas.
ResponderEliminarMe alegra "verte" por aquí de nuevo. Es lamentable y mucho que estas cosas sucedan. Y lo triste es que siguen ocurriendo.
ResponderEliminarHace una semana, sin ir más lejos, en un hospital público en Valencia a la hija de una amiga la hicieron callar. A pesar de llevar en su plan de parto todo lo que NO quería, a pesar de estar informada y saber lo que era mejor, la matrona de guardia le dijo que ella trabajaba así y que no iba a dejar de hacerlo porque ella (la madre) quisiera. Salió del paritorio llorando, amarga y frustrada, con oxitocina, epidural y episiotomía. No parió como quiso... sino como la matrona le dijo. Y no sé cómo llamar a esto... aunque el movimiento de matronas intransigentes lo nieguen.
Estoy desolada, enfurecida, y triste. Porque muchas siguen teniendo el poder, pero desde la fuerza, no desde la escucha...
Gracias, Eva, vuelve cuando quieras.
Un abrazo.