Acudí a una charla sobre Maternidad consciente que daban unas matronas, una de ellas de
parto en casa y dos de parto hospitalario, con las que he coincidido en alguno
de mis acompañamientos en el hospital donde trabajan.
La verdad es que, además de buenas
profesionales, como personas son
encantadoras, respetuosas y abiertas. Un lujazo poder compartir con ellas tal y como están las cosas…
Vinieron bastantes mamás embarazadas, y algunas
que no lo estaban pero que venían en búsqueda de información, de otro
tipo de información…
Por regla general, las mujeres suelen estar deseosas
de contar sus experiencias, tanto si han cumplido sus expectativas o han sido
partos que han dejado una huella traumática.
Así, una madre comentó que escogió parir en uno de los
hospitales en nuestra Comunidad donde supuestamente se respeta el parto, que
estaba bien informada, segura de ella misma, confiada… y terminó en una cesárea
tras pararse las contracciones al poco
del ingreso y permanecer así más de dos días. Insistía en que ella está
convencida de que hubiera podido parir y todavía, después de dos años sigue sin
entender qué pasó…
Otra mujer comentó que, tras una inducción con la
consiguiente cesárea con su primer hijo, después de cinco años parió de forma
natural y en casa a su segundo bebé…
Las primíparas que venían con un montón de preguntas,
fueron asimilando las experiencias personales que las mamás compartían. La matronas, cada cual desde su postura de
parto hospitalario o en casa, iban aportando información y respuestas a las
preguntas que les hacían.
Tras debatir, una de las madres con un niño de 2
años, preguntó qué hacer para ser la auténtica responsable de esa maternidad
consciente…
Habría aportado muchas cosas, pero no era mi momento,
pues yo había estado allí la semana anterior para hablar de las Doulas. Aún
así, con el permiso de las matronas para poder expresarme hice unas anotaciones
desde lo que mi experiencia me está aportando.
Pero, no me quedé ahí… le he dado vueltas tras hablar esta mañana con
una compañera Doula que me ha llamado para solicitarme una información…
Estoy convencida de que las cosas no pasan porque
sí, creo que lo que nos sucede nos aporta experiencia para darnos cuenta y
aprender lo que de ella debamos.
En este tema de la maternidad, el embarazo es el final de una transformación que
culmina en el parto, pero anteriormente al embarazo hay un proceso que para
muchas mujeres pasa desapercibido… la toma de conciencia de la maternidad que
se avecina se ha de hacer antes de
quedarse embarazada, porque todo tiene su momento, todo tiene el tiempo
justo y necesario para esa toma de consciencia…
el parto culmina el proceso de
gestación y la lactancia materna está, en muchas ocasiones, relacionada con
todo lo anterior. Y es bueno hacerlo con el consenso de la otra parte, porque
luego vienen las sorpresas, las diferencias de criterio en cuanto a educación y
crianza. Diferencias que en muchas ocasiones dan pié a discusiones y conflictos
que no favorecen el sano desarrollo de la recién creada unidad familiar.
Cierto es que la sociedad ha cambiado mucho, el
concepto de familia se ha ampliado porque la
realidad nos lleva a varios tipos de familias. En este momento, las mujeres
se plantean ser madres –de la forma que sea- con relativa cierta edad. Quiero creer
que llegan a ello con pleno conocimiento de lo que supone la maternidad pero en
el día a día, puedo constatar que no siempre es así.
Yo respondería a la pregunta de esta madre, que la maternidad responsable y consciente
comienza en el momento en que una mujer piensa en ser madre. A partir de
ahí, se activan unos mecanismos que la van haciendo receptora de unas señales
para que las vaya integrando. De repente, se da cuenta de cuántas embarazadas
se cruza por la calle, de que los bebés –que apenas llamaban su atención- la
atraen de una forma casi irresistible. Algo está sucediendo…
Mi mayor referencia para cuanto hago es la
Naturaleza, la propia Vida. En ella me fijo y en ella me baso para aceptar muchos conceptos que por intangibles se me escapan…
Son varias las teorías de cómo se produce una
fecundación, no a nivel fisiológico
solamente. Pero yo no voy a entrar en ellas porque forman parte de un espacio
personal y de creencias.
Pero sí puedo decir que es algo realmente
maravilloso, que es un acto simple en el cual toman parte muchos protagonistas…
El hecho de concebir un hijo es de
por sí un milagro de la Vida al que tristemente apenas se le da importancia y que
ya forma parte de esa maternidad responsable y consciente. En determinado momento se elige ser madre y
se ponen todos los medios para ello…
Aclaro que no dejo excluido al padre, o a la
pareja del tipo que sea. Voy a centrarme
en la mujer porque ella es la que gesta, la que pare, la que amamanta… pero quiero insistir en que debe de ser una responsabilidad compartida con
la pareja escogida.
Volviendo a mi patrón basado en la Naturaleza,
ésta es tan sabia que nos concede DIEZ
MESES LUNARES para que el bebé se desarrolle en el cuerpo de su madre, y a
pesar de que no es suficiente tiempo para la maduración física y neuronal de la
personita que va a nacer, sí lo es para
que la gestante tome conciencia de qué está sucediendo dentro de ella… y qué es
lo que se le avecina.
Es
un tiempo para sentir, para parar, para reflexionar… Para conectar con una
misma y para establecer conexión, especialmente, con ese diminuto ser que está
creciendo dentro. Tiempo para dejar aparcado los agobios, los miedos, las
ansiedades… Tiempo para abandonarse al proceso que se está produciendo, para
confiar en el propio cuerpo que está gestando y en el bebé que va a nacer…
Mes a mes, día a día, se van produciendo unos
cambios preciosos que en la misma medida que la madre los vive, los vive su
bebé intrauterino. La felicidad y los miedos, la tristeza y la ansiedad… todo
le llega, todo lo vive, todo le afecta.
Nueve
meses para preparar el parto. No es un tiempo de
quedarse fuera, de no interiorizar… son momentos de preparar el nido exterior,
no solamente la habitación con todos los cachivaches que se cree se va a
necesitar, no solamente los armarios y cajoneras llena de ropita y cacharros
que luego resultan inútiles. Hay que
preparar el NIDO… y el único nido que un
bebé recién nacido necesita es el de su madre.
Desde esta toma de conciencia, desde la
comprensión de que lo único realmente necesario para esa criatura es una madre
serena y entregada, con unas emociones estables, con una información de lo que
está pasando y de lo que va a pasar en el momento del parto, las posibilidades
de que éste se desarrolle con normalidad, son más altas.
Aún así, voy a incidir en algo que siempre comento
a las mujeres a las que acompaño: no es oportuno hacerse expectativas de cómo
será el propio parto porque hay que aceptar que todo no se puede controlar, que hay algo superior que hace que la
situación se desarrolle como deba de ser para la experiencia personal de esa
mujer y de ese hijo. Su responsabilidad
consiste en procurarse una preparación integral, holista, en la que cuerpo-mente-alma
sea una unión libre de cargas…
Porque la realidad es que, como una mujer llegue al
momento del parto sin haberse involucrado en lo que ha trascendido en su
cuerpo, el tiempo se le ha agotado.
Porque
ya no es el momento… ahora el bebé ha decidido nacer y el cuerpo de la
madre ha de estar receptivo al tsunami que se va a producir tanto a nivel
físico y hormonal, como emocional. Ha llegado el tiempo de aparcar miedos,
sombras, temores adquiridos o heredados, falta de información… porque ahora hay que estar al cien por cien
con el bebé que llega…
Vivimos tiempos donde la información está al alcance de cualquiera pero hay
situaciones en la que, personalmente, creo que es más dañina que, beneficiosa. Muchas madres hacia el final del embarazo se
empapan de partos maravillosos, de nacimientos en el agua, de mujeres que paren
y son grabadas para difundir sus partos por la red como si de una película se
tratara… y esa NO es la realidad, no
la de todas las mujeres. Es la de la
mujer que ha parido de tal forma, NO la de cada una. No la tuya. Porque cada mujer parirá como tenga que
hacerlo. Por eso yo suelo decirles que
mirando tanto nacimiento lo único que consiguen es hacerse unas expectativas
que, si luego no se cumplen, no le aportarán más que frustración.
Vivir
el parto abandonando la mente racional, sentir que la vida pasa a través tuyo,
acompañar a tu bebé en cada momento, significa estar contigo y con él, con
nadie más.
Algunas mujeres están en el proceso y chateando,
conectadas a las redes sociales y retransmitiendo su parto, pendientes de todo
cuanto pasa en el hospital, en la sala de dilatación… no diré yo a cada una qué es lo que debe de hacer, pero
conociendo la fisiología del parto (algo en lo que insiste Michel Odent)
sabremos que si no se desconecta una
parte… no es fácil conectarse con otra. Así
de sencillo sería si se supiera que una mujer pariendo no necesita interrupciones,
no necesita manipulaciones, no necesita
salirse de ese momento para que su cuerpo-mente-alma no se desestabilice.
Pero la realidad es que no sucede así. Y hay
partos realmente traumáticos. Y lo triste es que se sigue buscando culpabilidad fuera en vez de buscar la
responsabilidad dentro.
Las matronas comentaban que ellas no pueden hacer
más de lo que hacen, que corresponde a las mujeres ser las responsables de su
parto y llegar a él conscientes de a lo que se enfrentan. Porque una vez en el hospital, poco se puede hacer
más que estar y actuar de la forma que precise la situación.
Volviendo a la charla, se comentó que ante un
primer nacimiento que ha dejado una huella traumática, hay que hacer una sanación de esas heridas para que
los próximos partos no se vean afectados… y es cierto. Pero lo primero de
todo es ser consciente de que existe esa
herida porque de lo contrario, si se sigue culpabilizando a los demás
(personal sanitario, pareja, familia, etc) de lo sucedido, difícil va a ser
asumir la parte de propia responsabilidad que ha conducido a ese final. E insisto,
como en cualquier otra situación, lo
primero para sanar una herida es reconocerla.
Escribo, como siempre hago, desde lo que la
experiencia y la Vida me van enseñando porque intento caminar con los ojos y el
corazón bien abiertos.
Cada
persona en su vida tiene un camino a recorrer y está en su libre albedrío elegir
la mejor forma.
Como Doula acompaño a la mujer en este camino pero
no soy quien para cambiar sus más íntimas emociones desde esta postura. Otra cosa
es que ella pregunte, indague y pida colaboración para asimilar de mejor forma
estos cambios que se están produciendo, estos cambios que la maternidad aporta desde el momento de la
concepción, desde el momento anterior a la fecundación…
Espero haber podido transmitir la idea central de
esta exposición: la maternidad
responsable y consciente comienza en el momento de la concepción y no termina…
nunca.
Buenas tardes concha.
ResponderEliminarEs una delicia leer tu blog.
Yo soy una mujer de 33 embarazada por primera vez. Cada vez mas consciente y mas entusiasmada con la transformación de mi cuerpo, de mi cabeza y mi corazón.
Nada me gustaría mas que escucharlas, a mujeres como tu.
Donde, cuando, es posible algún de éstas charlas?
He le también el relato de tus tres partos. Me hace valiente leer el ejemplo de mujeres que fueron valientes antes que yo.
Un saludo muy grande. Gracias.
Gracias por tus palabras, Encar. No suelo dar charlas por ahí, es aquí, en este blog donde expreso mis sentimientos que, la mayoría de las ocasiones se los lleva el viento.
ResponderEliminarAlgunas mujeres han querido compartir sus partos, otras han querido resguardar esos momentos íntimos del nacimiento de sus hijos. Pero para todas ellas han sido experiencias potentes gracias, entre otras cosas, a su seguridad y empoderamiento.
Vuelve cuando quieras.
Un abrazo.