Naturaleza, Sabiduría y Magia.



Desde el club de senderismo al que pertenezco, Ardillas, se había preparado un fin de semana en un lugar en la provincia de Castellón en el que yo, hacía tiempo,  había estado comiendo y que recordaba como un paraje especial.

Quiero decir que cada vez suelo fiarme más de mi intuición. Un fuerte pálpito, un convencimiento interno,  me dijo que tenía que ir esos dos días. Marido no vendría ya que ese domingo coordinaba él la subida al Aitana.

Así es que tan pronto salió publicada la revista, me apunte para pasar sábado y domingo en la Masía Roncales, enclavada en el Parque Natural de Penyagolosa,  próxima a Villahermosa del Río, cerca del cauce del Carbo.

Éramos trece personas (doce más una, como decía la conductora del coche en el que yo me aposenté). Un bonito número para pasar el fin de semana en armonía.  Y aunque el tiempo pronosticaba lluvia, íbamos dispuestos a vivirlo a tope.

Nos recibió Maribel, quien junto a Jordi, su marido, llevan la masía, encargándose él de la intendencia y ella de las diversas actividades que programan. Para este fin de semana teníamos preparado un encuentro etnobotánico, donde aprenderíamos sobre árboles y plantas, y de los usos y costumbres, y tradiciones de la zona.

Tras bajar el equipaje, repartir habitaciones y tomar una infusión, o café quien lo prefirió, comenzamos a caminar bordeando la casa hasta alcanzar el cauce del río Carbo que, debido a la pluviometría tan baja en los últimos meses, apenas bajaba con agua.

Durante el trayecto, Maribel nos iba mostrando las plantas de la zona: árboles, arbustos, rastreras, herbáceas… las tocábamos,  las olíamos, intentábamos adivinar de qué se trataba y finalmente, nuestra mentora nos decía su nombre en latín, en castellano, en valenciano y nos hablaba de ella y de sus propiedades  o contraindicaciones.

Rosa canina, mentasco, llantén,  pino blanco y negro, sauce, saúco… interminables las especies vegetales que hay en esta zona. Cada dos o tres pasos  parábamos para reconocer o descubrir una nueva planta. Emborrachacabras, hierba viborera, colleja,  marrubio, nogal, cerezo, lechuga silvestre, ajedrea, salvia, ajenjo, enebro…


Vadeamos el río en varias ocasiones pudiendo disfrutar de sus aguas puras y cristalinas a pesar de la escasez del cauce. Estábamos tan entusiasmados que cuando nos dimos cuenta era hora de volver…


Jordi, con la ayuda de Vicky, la hermana de Maribel, nos había preparado unas deliciosas ensaladas con variedad de hortalizas y una estupendísima lasaña de verduras.  Disfrutamos de la comida y tras un momento de descanso, cogimos los apuntes que Maribel nos había preparado para comenzar la clase práctica…
  • Uso tradicional de nuestras plantas
  • Las mezclas
  • Las verduras silvestres
  • Socorrismo del terreno.
Me gustaría plasmar la atención que poníamos a las palabras de Maribel... yo me sentía emocionada pues además de estar ante algo que me apasiona como es la Botánica sentía que tenía ante mí a una autentica maga. 

Su sabiduría me dejaba absorta… cómo iba pasando de un tema a otro con total naturalidad, cómo se manejaba con libros, vademecums, imágenes, olores, sabores… la información era tanta y tan densa que, a media tarde, necesitamos salir a dar otro paseo. Y marchamos para seguir disfrutando en vivo y en directo de todo lo que la Madre Naturaleza nos regalaba… álamo, gordolobo, malva, malvaloca, malvavisco, trébol hediondo, sabina, boja blanca, rusco, boj, arce granatense, pino rojo…

En un momento dado nos paramos y nuestra conductora nos pidió un momento de silencio. Nos habíamos quedado sentados en unas lajas de piedra  que caían lateralmente sobre la montaña y que se veían duras y cristalizadas. Nos explicó a qué era debido este fenómeno y nos invitó a mirar al frente, donde un roble surgía, a modo de bonsái, de una grieta en la majestuosa pared vertical; al lado, le hacía compañía un pino blanco o halepensis que igualmente surgía de una grieta en la misma roca.


El espectáculo era grandioso, pero aún resultó más impactante al darnos cuenta de que en otro lado había una mole de piedra semejante a ésta… 
Estas moles de piedra eran unos guardianes. Maribel nos explicó que aquel era un lugar mágico, un pasillo de energías y realmente, yo podía sentirlas a juzgar por el erizón del vello de mis brazos.


La luz comenzó a decaer y volvimos para cenar y seguir con nuestra actividad.  Después de haber disfrutado de la buenísima cena que teníamos en la mesa, Maribel nos iba a averiguar nuestra planta tótem. ¡Uff!  Si hubiera podido medir mi emoción ahora podría dar una cantidad tangible ya que ésta aumentaba a cada cosa nueva que nos proponía.


En torno a la mesa y mientras le dábamos nuestra fecha de nacimiento, nos iba contando cosas que había aprendido en compañía de unos chamanes mejicanos. Hablamos sobre los duendes, sobre los Guardianes de la Naturaleza…Si hubiera habido silencio, se habría podido escuchar el latir de mi corazón.

Después,  mientras nosotros reposábamos la cena, cada cual haciendo lo que le placía, ella hizo sus cábalas y volvió con unos papelitos amarillos donde había anotado la planta que, energéticamente, acompaña a cada uno de nosotros. El gordolobo, resultó ser la mía, una planta por la que desde pequeña siento una especial atracción.

Nos subimos a la habitación donde iba a dormir en una cama de matrimonio con mi amiga Maru, a la que conozco casi 40 años y que por una “casualidad” también venía en el grupo de este fin de semana.  Tras unas bromas sobre quien iba a roncar más ¡eramos cinco mujeres y un hombre en esta sala! Apagamos las luces… pero yo no conseguía conciliar el sueño.


La información recibida que ya comenzaba a procesar, la emoción por lo que se estaba reactivando en mi alma, la ilusión puesta en lo que al día siguiente íbamos a hacer, me tenía sumida en un duermevela a pesar de haberme auto serenado con el Anclaje de Cook…

Despertamos pronto, el día era luminoso y el desayuno estaría preparado a las 9 horas, así es que tras el aseo me bajé en solitario al campo para contactar con aquello de lo que carezco en la ciudad… aire limpio, montañas a la vista, vegetación por doquier, trinos de gran variedad de aves… y en ese semi-silencio, en esa soledad acompañada en la sombra, comencé unos ejercicios de chikung que terminé con una tabla de tai chi. Revitalizada, así me sentía.

Apenas dejamos nada del generoso desayuno que nos ofertaban y especialmente disfruté con las rebanadas de pan tostado con aceite macerado de caléndula, con levadura de cerveza,  semillas de sésamo y calabaza por encima. ¡delicioso!

Nuestra anfitriona ya tenía la mañana organizada. Nos había hablado de una antigua mina de cobre donde se encontraban restos de mineral de malaquita con azurita ¡las piedras, otra de mis pasiones! Así es que ligeros de equipaje, la mayoría sin mochila siquiera, partimos por la misma senda del día anterior, vadeando el río hasta que llegamos a un lugar en que comenzaba un ascenso tan inclinado que me hacía ir a cuatro patas y asiéndome de los salientes de las rocas…


En un momento determinado creí que las piernas no me acompañaban, sentí un bloqueo… el miedo se apoderaba de mi (desagradable sensación que ya conocía y había experimentado en otras ocasiones de mi vida…) pero si algo maravilloso tiene este club de senderismo, es las personas que lo componen.  Enseguida, al darse cuenta de cómo estaba, Emi y Maribel (no la de la Masía, sino una de las coordinadoras de la actividad) se quedaron atentas a mis movimientos y poco a poco me fueron guiando, tranquilizando… indicando cómo debía caminar, cómo debía proseguir en el ascenso, cómo debía de respirar incluso… Especiales las palabras de Emi quien en un momento determinado me dijo mirándome a los ojos “tú tienes la energía, a ti te corresponde saber hacia dónde la diriges, tú eliges”  y aunque en esos momentos tuve unas terribles ganas de llorar, estas palabras fueron el determinante para seguir hacia arriba simplemente confiando…

Maravillosas las enseñanzas de la Vida si una está atenta a los regalos que nos presenta, porque el significado de lo que encerraban las palabras de Emi es lo que suelo decir a una mujer cuando realizo un acompañamiento, cuando está en un proceso de devenir madre, cuando se acerca el momento de su parto…

Y llegamos al final. Allí había un pequeño agujero que conducía a la sala principal de la mina pero a pesar de mi voluntad de hacerlo, no la visité. Estaba realmente agotada y las cuevas estrechas y oscuras siguen sin gustarme… así es que junto a mi amiga Maru, esperamos a que fueran saliendo quienes habían entrado para comenzar el descenso, al que yo temía tanto o más que a la subida.

Otro Ángel de la Guarda se puso a mi lado para el descenso, en esta ocasión era Silvia, experta montañera de altura, quien me fue dando las indicaciones: ahora de espaldas, pon el pie en este saliente, no mires hacia abajo, cógete de mi mochila… y respira.  Y así, puesta mi confianza en ella, cuando me di cuenta estábamos en llano. Las piernas me temblaban y las lágrimas, ahora de emoción por la “proeza” realizada, asomaban a mis ojos. El aplauso que todos los compañeros me dedicaron,  hizo que al final, rodaran por mis mejillas…

Era casi mediodía y el cielo comenzó a oscurecerse. Y los truenos a sonar. A pesar del paso ligero, la lluvia nos alcanzó de pleno y la mayoría llegamos a la masía calados hasta los huesos. Pero la maravillosa sensación de sentir al agua caer encima, de limpieza energética y de sentir cómo me iba revitalizando, me llevó a agradecer a la madre Naturaleza que en ese momento derramara tan preciosa agua sobre mi cuerpo.

En la masía, nos encendieron la chimenea para que entráramos en calor. Nos cambiamos de ropa y bajamos a comer… por la tarde íbamos a continuar con la teoría.

Pero antes, mientras terminaban de preparar la mesa,  aún me aguardaba otra emocionante sorpresa: quien quisiera podía compartir con ella una lectura de auras… y de nuevo mi corazón se disparó porque, aunque yo sabía en qué consistía, nunca había tenido la oportunidad de estar presente en un acto como éste...

Y volvimos a dar buena cuenta de los manjares que nos habían preparado y que no voy a describir para evitar que comencéis a ensalivar, pero baste decir que la calidad de las materias primas, el gusto  y el amor con que estaban preparados los alimentos también contribuyeron a que nuestro cuerpo mortal recargara salud y vida.

Maribel sacó una caja donde tenía oleomacerados, tinturas, ungüentos, cremas, pomadas… y nos enseñó las diferentes técnicas para prepararlas.  Los usos de cada una de ellas, cómo utilizar el alambique, las mezclas entre las distintas plantas… Creo que pasé un tiempo sin pestañear y no digo sin respirar porque estoy escribiendo esto ahora.

Con esta clase práctica completaba la información que nos había estado proporcionando en horas anteriores: cómo recolectar, cómo secar, cómo extraer los principios activos, en qué época del año, de qué forma respetar la vida a través de las plantas...

Y puesto que tanta actividad mental comenzaba a embotar nuestras cabezas, salimos de nuevo al aire libre pues ya había parado de llover, con el ánimo de recolectar unas flores de un árbol cercano…

El saúco estaba exultante con su floración y unos pocos de nosotros nos acercamos a Maribel quien nos explicó, según la ciencia chamánica, cómo comunicarnos con el ser vivo que teníamos delante en forma de árbol y pedirle permiso y darle las gracias por las flores que nos cedía…
Y mientras recolectaba, sentí la vida fluir por mis venas, fue otro de esos momentos mágicos…

La tarde avanzaba y preparamos nuestra despedida, pero Maribel aún quiso obsequiarnos con otra sorpresa: preparó en una deliciosa tempura las flores del saúco recién recolectadas y, estando todavía calentitas, dimos buena cuenta de ellas regándolas con un delicioso licor espumeante a base de saúco también.  ¡Manjares de dioses, sin duda! Dulces, sabrosas y crujientes, las flores de este árbol nos proporcionaron otra fuente de energía para volver a Valencia dando por concluidos así estos dos días de Naturaleza, Sabiduría y Magia.



Cuando nos presentamos al llegar, le dije a Maribel que era Doula y su cara se iluminó ¡ella sabe lo que es una Doula! Porque ella sabe lo que es el parto como proceso de vida, desde la toma de consciencia, porque su hijo fue uno de los primeros bebés nacidos en Acuario de forma natural hace más de treinta años.


Y es que ella tiene esta fuerza vital porque está conectada con la Naturaleza, con la Vida… Ella sabe de nacimientos, de alimentación sana, de plantas y potingues, de ciclos lunares y de estrellas, de duendes y de guardianes de la Naturaleza, de auras… y de muchas más cosas. Es una chamana, una mujer sabia. Estoy convencida de que en otros tiempos de ignorancia la habrían querido quemar en la hoguera…

Gracias por todo lo compartido. Gracias por lo aprendido. Gracias a la Vida que me sigue dando tanto…





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