La casualidad NO existe



A veces suceden cosas que me reafirman en ciertos convencimientos como por ejemplo el pensar que no existe la casualidad… y quiero compartiros este hecho que me sucedió ayer.

Durante los años que he estado como socia muy activa en una asociación de cactófilos con sede en el Jardín Botánico de Valencia, además de aprender un montón sobre el increíble mundo de las plantas suculentas, he conocido a mucha gente encantadora. Pero especialmente a dos chicos jóvenes, en aquella época todavía universitarios.

Como todo tiene un final, dejé la asociación por varios motivos pero aún mantuve la relación con ellos. Terminaron sus carreras, se casaron, conocí a sus mujeres y a sus hijos. Uno de ellos marchó a vivir fuera de Valencia y a la larga, dejé de verlo. Con el otro, de la edad de mi hija, aún manteníamos el contacto por varias causas. Él es Ingeniero Agrónomo y de Medio Ambiente, y por entonces ya era especialista en suculentas de la Península Ibérica y de las Islas, un gran conocedor de sedums, de aeoniums y de otras suculentas autóctonas. Así, cuando yo localizaba alguna “in situ” le enviaba una fotografía y él me la identificaba. Todavía conservo los ejemplares de aeonium de varias especies que me regaló…

A lo largo de estos años, ambos sabíamos nuestras fechas de cumpleaños  y primeramente él me felicitaba cuando era el mío y luego yo le mandaba una felicitación llegada su fecha, que yo no olvidaría por tratarse del mismo día del cumpleaños de mi amada suegra.

Pero cada uno continuó con su camino y los últimos años ya nos hemos perdido la pista. Sin embargo, ayer día 30 de junio, por la mañana prontito felicité a mi suegra y recordé a Carles… pensé qué habría sido de él… cómo le iría en el trabajo, cuántos niños tendría… y ahí quedó la cosa.
 
Por la tarde, recogí a mi madre y como hacía un estar muy agradable, la llevé a pasear a un Jardín cerca de su casa. Y estando sentadas a la sombra, por el pasillo central vi cómo se acercaba un grupo familiar… un papá, una mamá, una niña corriendo y un bebé en un carrito. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca para poder reconocer sus facciones, me levanté del asiento y con una sonrisa que me salía del alma me acerqué a él, como si esperara este encuentro: “Hola Carles, cómo me alegra verte especialmente hoy que es tu cumpleaños” le di un abrazo y otro a su mujer, me presentó al bebé –un niño- que llevaba en el carro, su segundo retoño.
Como cosa más curiosa todavía, su mujer que sabía que yo soy Doula pues lo comentamos durante su embarazo,  me dijo que yo había estado visitando a una amiga suya que me llamó en el posparto ¡pañuelo de mundo!...

La niña comenzó a correr y la mamá salió tras de ella. Carles y yo conversamos unos breves minutos… su trabajo,  nuestras plantas, la asociación, los niños, mi trabajo…y como si nos hubiéramos visto el día anterior, nos despedimos…


Cuando volví al banquito y me senté junto a mi madre, ésta me preguntó el por qué de mi sonrisa. Y se lo expliqué. Le dije que estas son las cosas  que me reconectan todavía más con ese instinto primitivo, con esa confianza de que hay hechos que suceden porque tienen un sentido, con la creencia de que en ocasiones no hay más que hacer la llamada para que las cosas ocurran…


Comentarios

  1. Conxa, ayer justamente me pasó algo relacionado. Hay dos hermanos (chico y chica) que son importantes para mí porque los conocí de niños y compartimos un secreto de nuestro pasado. El caso es que hace poco que hemos reanudado contacto, pero nos hablamos como una vez al año y de manera independiente el uno de la otra puesto que ellos tienen contacto, pero no diario ni mucho menos. Y ayer el chico me envió un mensaje, pero como le tengo grabado con el nombre de su hermana (los dos con el mismo nombre pero con una variación, por motivos que no vienen al caso), yo pensaba que hablaba con ella todo el rato. Me decía que estaba en Barcelona, que si nos veíamos. Al rato me llama la hermana, para saber cómo estaba yo. Y yo venga a pensar que había estado hablando con ella, le pregunto dónde está y me dice que en Tarragona, y que de momento no puede venir a verme a Barcelona. Me quedo unos segundos en suspenso y caigo. Y le digo, pero Judith, estaba hablando con tu hermano y todo el rato pensaba que eras tú! Y ahora me llamas tú!! Estás hablando tú también con él? Porque si no, es mucha casualidad!! Y me dice: "Las casualidades no existen, María". Será cierto que todo es por algo? O que de alguna manera lo llamamos a nuestra vida???

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    1. Pues poco tengo que añadir, querida María ya ves qué bonita experiencia la tuya. Con el paso del tiempo cada vez soy más consciente de muchas cosas... y esta es una de ellas.
      Gracias por tus palabras, me alegra verte por aquí.

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  2. me encanta!
    la serenidad y la seguridad que transmites y me alegra muchísimo que haya sido tan bonito el encuentro!!! Tu confianza en el Universo desde luego tiene un por qué (perdón que me exprese tan mal ahora)
    muaks!

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    1. Gracias perla, ya ves que no queda otra más que confiar. En el Universo, en Dios, cada cual en quien crea...
      Me alegran tus palabras.
      Te abrazo.

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  3. Hola, yo sí pienso que las casualidades SÍ que existen, pero solamente se suceden desde la honradez, la verdad, el respeto, la buena voluntad... etc.
    Cuando se suceden casualidades que por algún motivo son digamos DEMASIADO casuales, me parece que detrás de ellas hay algo turbio, que se esconde algo, que alguien, con poder para ejecutarlas las lleva a cabo con el fin que sea, no se si bueno o malo, pero a mi parecer ,y dentro de mi ignorancia, NO me parece algo hecho con BUENA INTENCION, de ser asi.
    Si son cosas buenas, bonitas, positivas, que no hacen sufrir a NADIE me podría parecer correcto, de no ser así me parecería MUY CRUEL.

    UN SALUDO

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    1. Pues no sé... no creo que nadie preparara el encuentro de Carlos aquella tarde.

      Gracias por tus palabras.

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