Algunas de las mujeres a las que acompaño quieren
dejar su testimonio para hacer constar que su decisión fue tomada libre y
conscientemente. Y para que otras mujeres sepan que no están tan solas…
Gracias, Carol, por el privilegio de haber estado –de
estar- a tu lado y darme la oportunidad de seguir aprendiendo como mujer, como
madre, como abuela… y como Doula. Este ha sido un perfecto trabajo en equipo.
En
mi segundo embarazo contacté con una Doula porque en mi primer parto no me
había enterado de lo que me hubiera gustado enterarme, había sido medicalizado,
intervenido. Y en esta ocasión quería
parir a mi hijo de forma consciente y sin medicación alguna.
En
el centro de salud que me correspondía no encontré una profesional que me gustara y tampoco sabía si podría atenderme emocionalmente cuando lo necesitara…
y en el hospital, me tocaría una matrona totalmente desconocida y con la que
tampoco sabría cómo me iba a relacionar.
Quería
una persona a mi lado con quien hablar siempre que me apeteciera, quien me
escuchara sin juzgarme, quien me gratificara con su presencia en el momento la
necesitara. Quien apoyara mis decisiones y me facilitara la información
complementaria que iba necesitando. Sin consejos gratuitos y sin ánimo de
salvarme de nada…
Mi
decisión fue en todo momento informada, consciente y respaldada con el apoyo de
mi marido.
Este
es el relato de mi parto, del nacimiento de mi hijo Noah.
Carol
Castillo.
“Sentir,
eso es lo que yo quería en mi parto, en el
nacimiento de mi hijo Noah, y así fue.
En
Septiembre del 2012 mi hermana hacia
unos días que había tenido a su segunda hija, Alba María , y yo estaba con bastante dolor de riñones
Unos
meses antes me había hecho un seguro privado porque tenía claro que quería
parir en un hospital, que aunque no fuese de la seguridad social me respetasen
a mí y a mi futuro hijo, entonces decidí
irme al hospital privado a que me dijesen porque tenía ese dolor de riñones. Me
hicieron varias pruebas, un test de embarazo y me llamaron estando en la sala
de espera para dame resultados. A la consulta pasamos mi marido, mi hijo Eric y
yo y ahí nos dieron la noticia.
-¡Enhorabuena,
estas embarazada!
Nuestra
cara fue un mapa, sobre todo la de mi marido, no pensábamos que me quedaría
embarazada tan rápido pues solo hacía un mes que me había bajado la regla desde
mi último embarazo. No lo esperábamos, aunque una vocecilla dentro de mi me
decía que es posibilidad ahí estaba y por ello el dolor de riñones, no me había
parado a escucharla hasta que la médica nos comunico la noticia.
Se
me fueron todos los males y comencé a conectar con mi niño. ¡Feliz, muy feliz!
El
embarazo fue muy bueno, hice todo lo que me apetecía aunque ya me había
planteado como sería cuando parí a Eric .Quería contratar a una doula y sin
decir nada a nadie quedé con la que tenía previsto para ser acompañada, para
cerciorarme de lo que yo quería…
Una
vez hablé con ella me quedó más claro que ella estaría presente en mi embarazo
pero todavía no sabía si estaría en el parto.
Hablé
con Alejandro y tengo que decir que su reacción fue más positiva de lo que yo
esperaba. Su respuesta fue que si era lo que yo quería, adelante.
Se lo dije a mi hijo, hable con él.
Los
días pasaban y mi tripa crecía con mi pequeño dentro, de vez en cuando le
hablaba pero todavía no notaba sus
movimientos.
Quedé
con mi Amama, mi doula. Era la segunda vez que quedaba con ella, esta vez ya empezaríamos a hablar de
sentimientos, momentos, sensaciones, dudas… de mi hijo.
Yo
seguía sintiendo, de eso fui muy consciente, tenía claro que no quería perderme ni un minuto, y así lo sigo haciendo
a fecha de hoy.
Llegó
un día sobre los cuatro meses de embarazo que decidí con quien quería estar el
día que mi hijo decidiese nacer y sería
en compañía de mi Amama, quería que ella me acompañase a seguir el camino y que mi marido y mi madre estuviesen apoyando y cuidando de
Eric mientras yo ayudaba a Noah a nacer.
Durante
el embarazo yo hablaba mucho con Eric,
le explicaba muchas cosas sobre Noah, y le avisaba cada vez que se movía. El me
ponía la mano, arrimaba su cara, me daba besos en la barriga… era como que
estaba conectando con su hermano.
Las
reuniones con mi Amama me daban más fuerza, le explicaba muchos de mis
sentimientos y ella me respondía con sus conocimientos como doula, eso tengo
que decir que me hizo crecer como mujer a parte de cómo madre y mujer que va a
parir. Gracias a toda la conexión que
tuve en mi embarazo y a resolver dudas que se me planteaban he comprendido
muchas cosas de la vida, me siento más mujer, más madre, más hija, mas persona.
Recuerdo
que lloraba estando embarazada, era como que las lágrimas salían de dentro
porque me desbordaba toda la energía y alegría que había en mí.
Casi
todo el embarazo me lo pasé sentada tipo india, las clases de preparación al
parto con Carmen Maria, la matrona de Benimamet también me ayudaron, aparte de
ayudarme en el parto me ayudaron en la relación con mi marido… en situaciones
nuestros estados de ánimo nos pasaron factura. Él venía conmigo a todas las
clases que podía y fue perfecto porque habían muchos papas y Carmen María
siempre sabe sacar lo bueno que hay en uno mismo.
Esas
clases eran diferentes a las que yo había asistido en mi anterior embarazo. A mí
me ayudaron muchísimo porque fisiológicamente había cosas que no me había
planteado y cada espacio de duda que habitaba en mi era resuelta por ella. Era
un apoyo más para mí.
Miraba
a mi alrededor y todo lo veía perfecto, incluso lo no perfecto era perfecto
porque no era perfecto. Estaba tan en mi planeta embarazo que se me pasó ir a
la matrona, a los controles de embarazo, dos
veces pero me daba igual, sabía que todo
estaba perfecto sin que nadie me lo
dijese.
Se
acercaba la fecha del nacimiento y mis últimos encuentros con Amama fueron más
intensos todavía si cabe, yo estaba radiante y feliz aunque mi barriga ya
pesaba y empezaba a aflorar el cansancio. A ella también
se la veía feliz por yo estar feliz.
El
martes 28 de mayo según los médicos, yo salía de cuentas. Estaba en la semana 40.
Días antes había estado en el hospital para que me pusiesen las correas, yo sabía
que no tenía contracciones pero me apetecía ir a esa revisión, quería oír
fuerte el corazón de Noah. Me apetecía. El hospital era el de Manises, donde decidí que
pariría.
El
fin de semana anterior a la fecha prevista de parto había estado conectando con
Noah, diciéndole que me faltaban pocos días para estar preparada y comencé a
hacer la maleta para cuando tuviese que ir al hospital.
La
noche del martes se puede decir que no dormí, me encontraba rara pero todavía
no estaba segura de estar de parto y decidí descansar el miércoles. Mi vecina
Vicky me había dicho que mi otra vecina Marta había llegado muy cansada al
parto y yo quería llegar con las pilas cargadas. Llevé a mi hijo Eric a casa de
mi madre, y me quedé en casa durmiendo, descansando y comiendo que era lo que me pedía el cuerpo. Ese día me
empecé a dar cuenta de que el momento se estaba acercando, comí dulce, salado,
agua, coca cola, fanta, chocolate. Me apetecía comer de todo.
El
miércoles por la noche dormí algo mejor, esa fue la última noche que solo
dormiríamos los tres con Noah en mi barriga y la recuerdo perfectamente. Eric
durmió en medio de Alejandro y mío. Esa noche dormí algo mejor, pero no del
todo bien. Jueves, estaba más cansada, y Eric también se quedó ese día con los
abuelos, su papá lo llevo por la mañana antes de irse a trabajar. Por la mañana
tenia contracciones, tenía claro que Noah estaba a punto de nacer pero solo
hice que dejarme llevar durante todo el día, comí, dormí, bebí y sobre todo lo que me apetecía era estar
sola.
Por
la tarde recuerdo que ya no tenía hambre, no quería comer nada, solo beber
agua.
No
sabía cada cuánto tenia contracciones pero pensé en coger la pelota que me
había dejado mi madre meses antes y que había utilizado no demasiadas veces. Ya
no podía estar tumbada en la cama. Cogí la pelota y empecé a saltar con las
caderas bien abiertas pensando en Carmen
María y como yo creía que mi cuerpo más se abriría para ayudar a Noah a
nacer.
Fui
al wáter muchas veces, supongo que sería resultado de todo lo que había bebido.
A
las 19:45 h decidí llamar a mi Amama y
mientras hablaba con ella para informarle tuve que parar porque me vino
una contracción, dejé el teléfono en la cama y baile de lado a lado con la pelota.
No sé con quien estaría ella pero oí como decía:
-¡Esta
noche no duermo yo!
Cuando
se me pasó, cogí el teléfono de nuevo y
seguí hablando con ella. Me preguntó que cada cuanto tenía contracciones y en ese
momento supe al 100% que el parto había comenzado de verdad. Cogí mi diario y
anoté la hora de la contracción pasa saber cada cuanto las tenía.
Llame
a Alejandro, mi marido. Me dijo que había recogió a Eric y se iba a dar una
vuelta al Centro Comercial y le dije que ni se le ocurriera y que viniese para
casa, lo necesitaba ya en ese momento.
Seguí
con contracciones, no sé cuantas tuve más y llegó Alejandro con mi hijo Eric.
Eric
se había dormido, lo llevó a la cama y le dije que apuntara la hora de las
contracciones. Yo ya estaba en el comedor con la bendita pelota ¡qué bien me
vino! no se qué tal lo hubiese pasado sin ella.
Alejandro
se puso cómodo, y empezó a anotar cada cuánto tenia contracciones.
Yo
en la pelota apoyándome en la mesa de centro del comedor, Alejandro túmbalo en la cheslonge, jugando a un juego
en el móvil, tan tranquilo, y yo con mis contracciones y ya comenzando a pensar
en flores que se abrían, sobre todo flores rojas,
Me
duché, tuve un par de contracciones en la ducha. No sé cuánto tiempo estuve en
la bañera , pero decidí salir , Alejandro me secó los pies y volví a mi pelota
rosa. Eric seguía durmiendo.
No
sé qué hora sería, era ya 30 de Mayo y los días alargan mucho, todavía era de
día. Llegó mi Amama, pude hablar con ella y se puso manos a la obra. Montó mi
altar, apagó las luces y puso dos velas, la pequeña y la grande, cerró las
cortinas y acabó de acondicionar lo que yo necesitaba. Entonces me sentí llevar
todavía más…
Creo
que mi Amama seguía “controlando” mis contracciones, no sé ni cómo, ni si las apuntaba…
y desde ese momento floté más todavía.
Ella
me hablaba cuando lo necesitaba sin yo decirle que lo necesitaba, no recuerdo
que me decía pero sé que era como mi “Pepito grillo” al que yo había elegido
durante todo mi embarazo sin darme cuenta cómo Noah quería nacer.
Sentí que ella en algún
momento también escuchó a Noah...
Me
masajeó, me abrazó, me tapó, me destapó, me dio agua, me dio todo lo que necesitaba,
mientras tanto mi marido acudía de vez en cuando al salón para ver si todo
seguía bien y darnos cuanto necesitaba. Tengo
que decir que con él tuve todo lo que de un hombre en esos momentos se puede
dar, su apoyo, su comprensión, respeto, saber estar, tranquilidad y sobre todo
un padrazo que se ocupo de nuestro hijo Eric todo el tiempo que yo no pude
hacerlo.
Recuerdo
que Eric se despertó con una de mis contracciones que cada vez eran más
sonoras. ¡¡AAAAAAA!! Creo que debió
asustarse porque estaba llorando desconsolado. Alejandro lo cogió, lo trajo al
salón y Eric me miró, no sabía lo que le pasaba a su madre y lo vi
desconsolado. Le dije que a Alejandro mientras tenía a Eric en brazos que me lo
acercara para cogerlo, yo seguía subida en la pelota y lo cogí en brazos.
Mientras tenía a Eric en brazos le expliqué como pude que Noah nacería y que si
quería irse a dormir a casa de los iaios, nunca se había quedado a dormir
aunque esta encantadísimo con ellos y le encanta estar en su casa pero en ese
momento creo que lo entendió y quiso quedarse con ellos. Tuve una contracción
con él en brazos después de haberle explicado como pude lo que pasaba. La
contracción fue una ola. Abracé a Eric y el a mí y allá que saltamos la ola los
tres. Después Alejandro se fue con Eric y yo seguí en casa con mi Amama. Notaba
como Noah seguía su camino hacia la
vida.
Alejandro
volvió, me dijo que Eric se había quedado muy contento y que estuviese
tranquila y me seguí dejando llevar más todavía.
Empecé
a oír sonar el teléfono de casa pero me daba ya todo igual, Alejandro se
encargaba de ello, yo solo hacía que mi canto con mandíbula abierta, mi
movimientos en la pelota, mis bailes con movimientos de cadera, alzando manos
para llegar a los mas alto… y bebiendo agua, mucha agua.
Fui
al wáter muchas veces a hacer pis, entre contracción y contracción era como si
tuviese que darme prisa en hacer todo lo que quisiese para poder bailar volando
en las contracciones.
En
uno de los bailes me acordé del grupo de Energia de mis mujeres, un grupo de
watshap que había creado semanas antes con las mujeres que habían acudido al
ritual que hice en mi casa y de las mujeres que yo quería y pensaba que podrían
aportarme energía para cuando me pusiese de parto. Las recordé mirando a las
velas que me había encendido mi Amama en casa, velas que miraba cada vez que abría
los ojos después de cada contracción subida en la pelota y cogiéndome a la mesa
de centro. Cogí el teléfono y les mande un mensaje. El teléfono estaba en
silencia pero supe que todas se ponían manos a la obra, con energía para Noah y
para mí. ¡Noté tanta, tanta energía!
Pensé
en mis abuelas como un pensamiento rápido Y seguí dejándome llevar. Recordé el
collar que habíamos preparado una semana antes entre todas pero la cabeza se me
iba hacía Noah.
Me
di cuenta de que era de noche. No sé ni cómo se hizo de noche me hubiese
gustado ver el atardecer pero cada vez tenia más rato los ojos cerrados para
dejarme llevar por mis visiones. Cuando cerraba los ojos recuerdo ver las
flores, flores rojas, no sé qué clase de flores eran pero Vanesa me había
enviado un video que lo visualice en las contracciones muchísimas veces. Vi
también un coche rojo de carretas que tiene Eric en casa de mi suegra.
Días antes había visto un
documental de las Maldivas en el que salían unas playas con el agua cristalina.
Pensé en esas playas y yo bañándome en ellas.
Vi un jaguar negro corriendo por la selva, vi papel de plata arrugándose antes
de entrar al paritorio y por mi cabeza pasaban visiones pero sobre todo tenía
muy presente que mi cuerpo se abriera para recibir a Noah.
Hubo
un momento en el que las contracciones eran más fuertes todavía, la pelota se
me quedaba pequeña, me tiré al suelo a cuatro patas, empecé a tener frío, calor
de todo, Amama me arropó con una manta pero me levanté y me la quité porque tenía
la sensación de llevar un saco de patatas en la espalda…
Me
recordaron que tenía que ir al hospital pero mi cuerpo quería seguir allí, y
así lo hubiese hecho pero no había nadie que me pudiese atender en el
parto. Por fin me animé a ir al hospital
porque vi que como pasase más tiempo no llegaría. Amama intentó ponerme unos pantalones pero
fue imposible, me puse una chaqueta roja con el camisón y salí al patio, llamamos
al ascensor y dentro de él mientras bajábamos al garaje vino la contracción, me
cogí a la barra del ascensor y mientras estaba saltando la ola se abrieron las puertas.
Subimos
al coche, creo que serian sobre las 23h del día 30 de Mayo, yo en el asiento de
delante, Alejandro conduciendo y Amama detrás. El hospital está a 10 minutos de
casa pero el viaje fue lo peor, tuve que salir que mi estado en casa para subir
como a una montaña rusa, y odio las atracciones. Llegamos al hospital, Amama
entregando los papeles mientras Alejandro aparcaba y yo con más contracciones,
alguien me dijo que si me quería sentar en una silla de ruedas y conteste creo
que gritando:
-¡NOOOOO!
Mientras
Amama entregaba los papeles recuerdo que me cogí al mostrador de recepción del
hospital deseando que me llevasen donde
fuese pronto para poderme tirar por el suelo, saltar, bailar y seguir en mi
mundo.
Fui
andando hacia los paritorios, otra contracción me vino a la entrada, entre
Alejandro y mi Amama me sujetaban de los brazos y me tire al suelo a cuatro
patas mientras la matrona o no sé quien era me esperaba diciéndome que me tomase el tiempo que
necesitase. Las puertas abiertas del
paritorio y allí me tiré al suelo, en la entrada, a cuatro patas, hasta que
salté la ola. En esa contracción es donde vi el papel de plata arrugándose.
Entré en los paritorios, la matrona me dijo que me cambiara para reconocerme en el
potro y le dije que por favor no me hiciese sentarme, ¡Ooootra contracción! Me cambié y me reconoció. Días antes me había
caído de una silla y llevaba un hematoma en el culo, la matrona lo vio y me
pregunto si me había caído, y como pude le contesté. Tras reconocerme me dijo
que estaba de 8 cm y andando y bailando, tocando tierra me fui a la sala de
dilatación.
En
la sala estaba con mi Amama, me pusieron
vía y antibiótico porque el estreptococo lo tenía positivo, ahí no recuerdo
demasiado, sí recuerdo que en una de las contracciones estaba cogiéndome a la
cama en cuclillas apoyando las rodillas en una almohada, pedí el gas para ver
si las contracciones eras más soportables, la matrona me lo trajo, intente
aspirar pero eso era imposible, mi mandíbula quería abrirse y con ese gas y
sujetando el tubo con la boca no podía y lo lancé. Noté que la bolsa se estaba
rompiendo y vi líquido en la almohada bajo mis piernas. Me hicieron subir a la
cama para hacerme tacto a ver qué tal iba y romperme la bolsa, pero la bolsa se
había roto. Me puse a cuatro patas, me decían que levantase el culo pero ya me partía
de dolor. La matrona dijo que fuésemos al paritorio allí, me senté con las piernas
pegadas al pecho y apreté, oía voces pero solo me escuchaba a mí, tantas cosas
me decían que creo que no hice caso,
sentía como apretaba algo dentro de mí, presión, fuerza, mucho dolor, pero un
dolor bueno, difícil de explicar,
recuerdo que mi Amama me cogió la cara para que la mirara y me dijo “Noah ya está
casi aquí”.
La
matrona me dijo que le tocase la cabeza y con dos empujones más Noah salió,
creo que eran las 00:30h del día 31 de Mayo , lo cogí me lo puse pegado a mí,
llore, exploté, me desbordé , y sentí, sentí
la mayor de las drogas que genera el cuerpo que jamás he sentido, nadé en
felicidad. No sé ya quien había en la habitación, minutos antes había
llamado a Alejandro y no sé en qué momento entro. A Noah lo cogieron para
ponerle un poco de oxigeno con la mascarilla durante unos minutos, vi como
Alejandro estaba al lado de él sin quitarle ojo. Salió la placenta, cogí a Noah
y no me despegué de él... Cuando lo
pegué a mi buscó mi pecho, lo cogió y exploté de alegría, sentí que todo estaba
bien, todo.
Me
desgarre un poco, la matrona me cosió. Estaba temblando, no podía parar de
temblar pero estaba tan feliz! Mi Amama
me dijo que su trabajo había terminado, le mire a la cara y me sentí orgullosa
de haberla elegido. Alejandro me hizo una foto con ella y con mi hijo Noah.
Le di las gracias, ella me dio las
gracias a mí y al personal del hospital y se fue.
Yo
estaba rebosante de oxitocina, se me salía hasta por los poros más minúsculos
de la piel. Estaba deseando que me dejaran sola con mi hijo y su papá.
Nos
llevaron a una sala de dilatación, allí me revisaron las constantes, la tensión
la tenía bastante baja 3-6 y me pusieron un gotero. Empecé a tener hambre de
nuevo mucha hambre y ganas de levantarme para ir al servicio. La enfermera me
dijo que tendría que esperar a que el gotero que me habían puesto para subir la
tensión me la regulara, no sentí en ningún momento mareo, ni nada por el
estilo.
Noah
seguía pegado a mí.
Por
fin nos llevaron a la habitación 209, serian sobre las 3 de la madrugada el día
31 de Mayo, allí estaba mi madre, ¡Qué ganas tenia de verla! , la mire y seguí sintiendo…
Eric
estaba durmiendo con mi padre y Alejandro fue a por él para llevarlo a casa y
dormir juntos para venir al día siguiente a vernos.
Esa
noche no pude dormir, miraba a mi madre que de vez en cuando la pobre pegaba
una cabezadita, estaba deseando que
llegase la mañana para que Alejandro y mi hijo Eric llegasen y poder estar
también con ellos, no paraba de mirar a Noah, toda la noche lo tuve encina de mí, desnudos los dos y de vez en cuando las lágrimas inundaban mis ojos de más
alegría dejándome llevar por todas las emociones que acababa de vivir y sigo
viviendo a día de hoy.
Por
la noche también cogí el móvil para comunicar a mis mujeres, mi tribu y alguna
más como me sentía. Muchos me contestaron, otros ya dormían. En el grupo de la
Familia tenía casi 400 mensajes por leer, menuda cháchara habían tenido todo el
rato que el parto había durado. En el grupo de Energía de mis mujeres idem de
lo mismo.
Al
día siguiente Alejandro vino con Eric, entraron a la habitación y yo seguía con
Noah en mis brazos, nunca se me olvidará la cara de asombro que puso Eric, al
principio no reaccionaba mirándonos a su hermano y a mí, cuando reaccionó
quería cogerlo.
De buena mañana , el
viernes, vino mi Amama de nuevo, estuvimos hablando un rato para ver que tal me
sentía, no recuerdo qué hablamos porque yo seguía en la nube pero me volvió a
alegrar tenerla a mi lado y volví a sentir la buenísima elección que había
hecho de elegir a una doula y sobre todo a ella.
Tuve la suerte de poder
tener cerca a mi amiga Laura, ella es IBCLC, el hada de
Eric y pronto se convertiría también en el hada de Noah. Vino a verme, me trajo
un regalo que había hecho con sus propias manos y me dio la enhorabuena,
estábamos las dos contentas de que Noah mamaba bien...
El
sábado Noah empezó a hacerme daño cuando mamaba pero por un lado estaba
tranquila porque había dado a Noah sin dolor. Pensaba que ese día me darían ya
el alta pero por las horas que había nacido Noah no me darían el alta hasta el
día siguiente, teníamos pensado pedir el alta voluntaria pero decidimos esperar
porque faltaba hacerle una prueba a Noah y lo estaban observando por el tema
del estreptococo.
El
domingo me dieron el alta, el primer
sitio donde fuimos fue a casa de Laura, ella me hizo sentirme más segura, y
corregimos posturas de amamantamiento. Un par de veces más a lo largo de la
semana fuimos a su casa y al final unos días después de su nacimiento volvió a
no haber ningún dolor en los pezones. Laura se había convertido en el hada de
Noah también.
Quiero
agradecer a mi marido su confianza en mí, su comprensión,
todo el apoyo que me dio en muchos momentos y que nos sostenga a mis hijos y a mí
cuando yo lo necesito.
A
mi madre por su comprensión, por escucharme ,
apoyarme en todas mis decisiones por ayudarme a cuidar de mi hijo Eric cuando
la he necesitado y por andar conmigo en el camino de mi vida siempre de la
mano.
A mi hermana,
por ser mi hermana y estar a mi lado aunque sea en la distancia.
A Concha, mi
Amama Doula, por hacerme sentir más mujer todavía, por enseñarme y dirigirme a
escuchar las voces de mi interior que sin ella no las habría oído y por
acompañarme al destino que yo deseaba.
A
mis mujeres, a todas las mujeres de Energía de mis
mujeres por transmitirme energía cuando la he necesitado, por compartir momentos y sobre todo aquella
tarde de ritual, de vivencias tan emocionante. Gracias mujeres mis por
respetarme en todas mis decisiones y ayudarme a conseguir mi sueño.
A
mi tribu, a todas las mujeres de mi tribu que
desde antes de que concebir a Noah han estado ahí con sus vivencias, sus experiencias,
conocimientos voluntad y cariño.
A
Carmen María, la matrona de Benimamet por ayudarme
a conectar también con mi marido aparte
de con mi hijo y enseñarme como vivir determinadas situaciones emocionales y
físicas con sus conocimientos de matrona y por permitirme compartir. Y porque aún sin pertenecer a ese centro de salud, tuvo la amabilidad de acogerme en su grupo.
Gracias
por todo lo vivido y aprendido con vosotras. Me siento más llena cada día.
Querida carol y concha y laura, menuda llorera he pillado leyendo eso. Que tb es parte de mi vida. Muchisimas gracias por estar ahi. Aunque muy lejos ahora pero siempre estoy pensando en vosotras. Sois ejemplo para mi. Cuando pienso en vosotras me viene AMOR, PAZ, BONDAD, SABIDURIA, crecimiento continuo. Me viene una imagen espiral, una mandala, un circulo de continuidad que al interrumpirse puede causar mucho daño. Os agradezco de todo el corazon de poder conoceros y poder aprender de vosotras. Viktoria
ResponderEliminarYo también me acuerdo mucho de ti Viktoria, de tu aportación -la sal ¿recuerdas?- en aquel ritual que le preparé a Carol, de lo que supuso tu compañía y tu apoyo para ella. El destino ha querido que ahora estés lejos, pero hay cordones invisibles que nos mantienen unidas...
EliminarSé que estás ahí y te doy las gracias por ello.
Bendiciones, querida, que la Vida te conceda aquello de lo que eres merecedora.
Y todavía lo sigo leyendo y me sigo emocionando. Lo seguiré compartiendo para que todas las mujeres no duden nunca de que el nacimiento de nuestros hijos es lo más bonito y que todo es posible.
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