Visité
a M. en un pueblo cerca de Valencia, en el sur. Su casa está
orientada hacia la montaña, en un entorno privilegiado. Era la segunda vez que
nos encontrábamos.
Está
embarazada de su primer bebé, en su tercer trimestre de embarazo. Quiere un
parto sin intervenciones y se está preparando para recibir a su niña de la
mejor forma.
Es
muy curiosa sobre todo aquello que le pueda ayudar en este proceso, así que me
pide le facilite información complementaria a la que recibe en su centro de
salud. Yo no soy personal sanitario, desde luego, pero tengo suficiente formación, herramientas
y recursos para hacérsela llegar… hasta donde me toca.
Cuando
comenzamos a charlar, me suele contar cómo ha estado en este tiempo que no nos
hemos visto, cómo avanza físicamente su embarazo, cómo se siente emocionalmente...
En
esta ocasión, me comentó que había comenzado clases de yoga para embarazadas, y
matronatación. Lo decía con poca ilusión
y eso llamó mi atención.
Poco
a poco y sin invadirla, le pregunté por qué había tomado esa decisión, si se
sentía bien con ello, si sentía que le aportaba beneficios… y algo cabizbaja me
dijo que no, sino que le causaba ansiedad tener que acudir a las clases…
Me dijo que, en un principio pensó que sería
bueno para ella y para su bebé, que si iba
a yoga estaría más tranquila, pero es consciente de que a mitad de la clase se
siente incómoda y agobiada, con lo que no consigue relajarse y sale de allí
casi peor que cuando ha entrado.
Con
el tema de la matronatación le sucede algo parecido. Ella practica natación desde
hace muchos años y se siente fenomenal con lo que hace, pero en esta piscina
especial para embarazadas… no se siente cómoda tampoco…
Lo
cierto es que tuve que respirar antes de seguir hablando. Porque yo practico
yoga (de manera intermitente los últimos tiempos…) desde hace 17 años y soy consciente
de los beneficios que me aporta esta práctica junto a la respiración y la
relajación. Pero también he de decir que me he encontrado con personas que lo
han dejado porque las alteraba más, porque no era lo que necesitaban
Así
es que seguimos charlando y la futura madre me dijo que, además le suponía
mucho agobio porque salía de trabajar y se desplazaba a otro pueblo, y también le
suponía un esfuerzo económico tener que pagar las dos clases.
Con
la mano en el corazón, le dije que tenía compañeras que eran profesoras de yoga para embarazadas a las que quería mucho, que conocía a
bastantes personas queridas que se movían en este tema… pero que, por encima de todo, hiciera lo que su
cuerpo y su espíritu le pidieran, que conectara con ella misma y se dejara
llevar por aquello que, simplemente, le hacía sentir bien al margen de
recomendaciones y demás…
Y
comenzamos una reflexión con la que llegó a una determinación, se dejaría las
clases “especiales” y haría lo que realmente le gustaba, caminar por la montaña
donde se relajaba de manera instintiva y seguir con sus clases de natación en
la piscina normal hasta donde pudiera llegar.
La
sentí aliviada, francamente. Luego dijo
que agradecía mucho la reflexión porque ella no se lo había planteado, sino que
se había dejado llevar por lo que una mayoría le recomendaba, por lo que le
decían debía de hacer cualquier mujer embarazada…
Siendo
que es una mujer muy sincera y comunicativa, sentí que había hecho lo correcto. Y
desde esta comunicación honesta y asertiva entre Doula y mujer embarazada, aún
me compartió algo más…
Estando
cerca el parto, había comenzado las clases de preparación en su centro de salud
de referencia. Se lo habían recomendado…
La
profesional encargada del tema, una señora cercana a la jubilación, comentó
varias cosas de los protocolos que ella –la madre- consideró obsoletas. Así, le
preguntó sobre el hecho de clampar el cordón de manera tardía para dejar pasar
toda la sangre al bebé y la señora le contestó que eso era una tontería, que toda la vida se había cortado enseguida…
¡Ja,
ja! Me dijo que se tuvo que morder la lengua, pero aún así y cuando salió el
tema de las posturas… ella preguntó si no sería mejor que la mujer pariera de
la forma que le pedía el cuerpo especialmente si era en una postura vertical… a
lo que la profesional en cuestión le respondió que eso era una moda de cuatro hippies… y que sólo faltaba
que se tuvieran que tirar al suelo para atender los partos.
Y
cosa rara en esta mami, se calló y no volvió a decir ni mu… con el firme
propósito de no volver más.
Pero
el tema es que se sentía incómoda porque, claro, lo recomendado era ir a las clases de preparación…
Y
volvimos a reflexionar. Ella tiene claro lo que una Doula es y lo que puede
aportarle… y poco a poco, charlando juntas, llegó a la conclusión de que si
estaba conmigo, yo le aportaba la información y el refuerzo que necesitaba ¿por
qué tenía que ir a unas clases de supuesta preparación si le estaba tirando por
tierra todo aquello en lo que ella se había informado, todo aquello en lo que
ella creía mejor?
Yo
no digo a una madre lo que debe de hacer o lo que no, sino que ha de ser ella
la que saque sus conclusiones y tome sus determinaciones, pero confieso aquí
que estoy totalmente de acuerdo con esta reflexión.
Sé
que hay profesionales que preparan unas clases fenomenales, completas,
empáticas, amenas y en torno a las recomendaciones que marca la OMS en temas de
partos y nacimientos. Pero también sé
que algunas no están en esta línea y que lo único que hacen es confundir a las
mujeres embarazadas. Pero vaya, igual que a la hora de elegir un hospital donde
parir, es responsabilidad de la mujer elegir la preparación al parto a la que
acudir… O no ir, si no lo considera necesario.
Estas
cuestiones me rondaban por la cabeza y unidas a alguna más, han activado mi
despertador interno y hoy domingo, me he despertado super pronto. Y me he
puesto a escribir tras reflexionar…
Y en este punto me pregunto ¿Realmente
es necesario acudir a tantos sitios cuando una mujer está embarazada?
Yoga
prenatal, matronatación, pilates para embarazadas, canto prenatal, cárnatico y
y nosécuantascosasmás…
Creo
que está bien que haya una oferta de actividades que una embarazada puede hacer
para sentirse mejor y creo que cada cual debe de hacer aquello que le guste y
le gratifique.
Pero
de eso a tomarlo como una obligación creyendo que el embarazo y el parto serán
mejores si se hace tal o cual cosa… francamente hay un trecho.
Es
indiscutible que es bueno cuidar el cuerpo. Y la mente. Y las emociones. Pero cada
una en la disciplina que se sienta bien, o en nada. Porque el cuerpo de una
hembra mamífera está preparado para llevar el embarazo y para afrontar el
parto, el nacimiento. Y el bebé intrauterino sabe qué y cuándo debe hacer. Eso es
para mí lo más importante: la conexión, la comunicación, la serenidad, el amor que la madre manifiesta a su cría
antes de nacer. La confianza en el cuerpo, en el proceso que se ha repetido
desde que la vida es vida… y la confianza en que todo será como deba de ser.
Todo
lo demás, considero que es complementario.
Muy cierto, es indispensable que todo aquello que hagas en tu vida sea porque quieres, o te apetece, cuanto mas en el embarazo, sea lo que sea, sin que entrañe peligro, claro esta, pero nos dejamos llevar por lo que nos dice la gente cuando la mayoría de las veces dicen las coas por que las han oído, o porque si lo dice mucha gente es porque debe de ser asi... hay que respetar lo que nuestro cuerpo y nuestra mente necesitan. Un abrazo Concha!
ResponderEliminarO simplemente porque una cree que desde su experiencia puede ser bueno. Pero no deja de ser eso: SU experiencia.
EliminarMe asombra ver cuántas mujeres se embarcan en actividades o grupos en los que no se sienten integradas pero no son capaces de renunciar a ellas por temor...
Como siempre, cada cual con SU mano en SU corazón, ha de hacer aquello que sienta. Aunque no haga NADA.
Gracias por tus palabras, Charo.
Como en todo, en torno a las embarazadas hay un negocio con un marketing correspondiente y sobre todo, una conciencia colectiva que lo apoya de que las mujeres embarazadas deben hacer todo ll que esté en su mano para que el embarazo vaya bien y ese bebé que lleva dentro nazca sano e inteligente. Pero es que perdemos de vista que ya lo hacemos: el propio embarazo se desarrolla de forma óptima, y lo único que hay que procurar es bienestar personal. Como siempre, pero de forma más especial. Proteger a la madre y a la criatura. Resguardarles de todo peligro físico y psíquico, sobre todo en el ámbito laboral.
ResponderEliminarTe pasas el embarazoso escuchando a todo el mundo que camines. Es una obsesión. A mi en el segundo embarazo esto no me cuadraba: trabajaba mucho, tenía una niña con sus horarios para atender, y no me apetecía!
Calor, dolor de espalda...
Así que apenas anduve, y estuve sana todo el embarazo. Sin fascitis plantar que tuve en el primero, sin horribles dolores de espalda, sin agobiar a nadie para ir a andar... Y mi bebé nació genial. Sin natación para embarazadas, sin ejercicios imposibles en preparación al parto, sin osteópata...
Sólo debí haber dejado de trabajar antes, pues el cansancio era muy extremo debido a mi hipotiroidismo.
Conclusión: relajarse, descansar, dejar que todo fluya de forma intuitiva sin hacer caso a lo que te dicen por ahí o a lo establecido...
Ay Concha! Cuanta razón tienes siempre.
Un abrazo
Iranzu querida, te contesté por facebook siendo que ese medio no me termina de convencer para temas más personales.
ResponderEliminarMe encanta esta aportación máxime viniendo de una mujer tan serena como tu eres.
Dejar que las cosas fluyan de forma intuitiva... ¡me encanta!
Gracias por tus palabras.
Te abrazo.