Estoy
convencida de que las personas hemos de ser muy honestas y hablar muy claro en
un mundo donde la globalidad oculta realidades y da paso a mundos ficticios y
de fantasía.
Sobre este tema ya he
hablado en otras ocasiones pero es que no se termina nunca puesto que al no haber
una homologación ni una formación común y reglada, está siendo una caja donde
todo tiene cabida. Me refiero a las
formaciones de Doulas.
Puede
que se me tache de intolerante, especialmente por un sector más… happyflower donde todo es paz, felicidad y amor. Pero tristemente, día a día,
constato que no todo el mundo que llega aquí tiene las mismas intenciones... Y que
en el mundo de la maternidad, del parto
y del nacimiento, surgen circunstancias
duras e incluso complicaciones, para las que hay que estar muy preparada a
muchos niveles.
Yo
no entro a juzgar a las personas de forma individual. Cada cual tiene su
historia y la portea como puede. Pero sí me voy a referir a quienes tenemos la
responsabilidad de compartir y gestionar desde las formaciones, unos
mínimos y unos máximos para poder ejercer como Doula. Y aquí sí que no me vale todo.
Reitero
constantemente mi convencimiento de que una persona para ser Doula ha de ser mujer y madre, aunque hayan venerables
excepciones en mujeres que no lo sean. Y que emprender una formación para ser Doula sin tener las heridas propias
sanadas y las emociones bien saneadas, generalmente, conduce a confusión y a
tomar la formación como algo que no es: una terapia personal.
Cierto
que ser Doula es, para mí, una actitud de vida por lo que entiendo que el equilibrio, la serenidad, la honradez y la honestidad,
con una misma y con la mujer a la que acompaña, son imprescindibles.
Cuando
una mujer sufre un desequilibrio emocional por una circunstancia vivida y que ha dejado
una herida profunda (infertilidad, pérdida…) y sin solucionar su duelo, sin completar su proceso de sanación se pone
a “ayudar” a otras mujeres, creo, sinceramente que es un peligro en potencia.
No
puedo, ni debo, citar casos y nombres, pero veo con estupor cómo está afectando
esto en un ámbito bastante amplio. Y de qué forma se repite y pasa impunemente
porque nadie se atreve a hablar, a
denunciar ante el miedo de ser juzgada, señalada con el dedo e incluso
repudiada por algunas compañeras de esta joven y todavía débil profesión…
Cuando
hace unos años comencé en el tema del acompañamiento y movida por el ímpetu y
el desconocimiento de esta realidad, decía que me movía “por mí y por todas mis compañeras”. Pero ahora, conforme el tiempo
pasa y tengo los ojos más abiertos, manifiesto abiertamente que solamente puedo
hablar y responder por mí y por algunas Doulas que conozco más íntimamente
y que son, francamente, muy pocas.
En
fin, esto ha vuelto a ser una confesión abierta por algo que he visto a través
de las redes sociales.
Que
llamarse Doula sirva para una promoción personal cuando se es una profesional
con todas las de la ley, no me parece mal. Pero
si se aprovecha el tirón para decir que es Doula siendo que detrás puede haber una
mentira, me parece injusto.
Y con este tipo de personas
no quiero que se me relacione. Así de claro.
Comentarios
Publicar un comentario
Dime tu OPINIÓN, por favor, me interesa y mucho
Si no usas ninguna cuenta, ELIGE la opción Nombre/URL, luego ESCRIBE tu nombre o nick y deja en blanco URL.
Dale a continuar, escribe tu comentario, pincha en PUBLICAR un comentario...
Gracias.