Ha sucedido algo que ha
despertado una necesidad repentina de venir a escribir. No es la primera vez que alguien me
ha “recriminado” por presentarme como Mujer, Madre y Abuela. Y ando
recapacitando en ello sin comprender los motivos que les puede haber llevado a hacer
tales comentarios.
De adolescente, como la
mayoría, me vi envuelta en
emociones que no fui capaz de descifrar, característica, por otro lado, propia de este
periodo de la vida. Siendo joven pasé por momentos de incertidumbre personal y
dudé de mí misma en más de una ocasión… también formaba parte de esta etapa.
Años de crecimiento que me llevan a esa edad en la que toma mucha fuerza lo que
había visto y aprendido y que era mi biblia del momento. Ideas a defender,
conceptos que anteponer, proyectos que llevar a cabo, sueños para realizar, supuesta plenitud, con matices de incertidumbre. Supuesto poderío que
se tambalea ante nuevas corrientes.
Dudas y preguntas personales, y crianza. Y soledad por ir en contra de
mucho de lo establecido. Mientras, el
tiempo pasa.
Inevitablemente alcanzo la
madurez física que aparece sin apenas darme cuenta y que va acompañada de la mental, de la espiritual.
Y con más madurez, me planto en
los sesenta, sesenta y tres dentro de nada.
Este momento en que mis hijos están criados e independizados, en el que
ellos son dueños por completo de sus vidas, en el que son ellos quienes toman sus
decisiones y que como madre acepto, esté de acuerdo
o no. Momento en los que ellos ya tienen a
sus propios hijos.
Etapa en la que mi cuerpo ha
cambiado y mi mente también. Mucho. Las prioridades no son las mismas, o no hay
prioridades. Me acompaña mi marido, pareja-de-toda-la-vida,
jubilado laboralmente y buscándose para reencontrar su espacio en el lar
familiar, antes superpoblado ahora semi vacío.
Con muchas horas por delante, con
cantidad de inquietudes, con ganas de colaborar en causas justas, con una
situación emocional cambiante e inconformista, en una constante búsqueda, se me
hace necesario ocupar el tiempo.
Y descubro aquello que permanecía
oculto, aquello que tal vez venía conmigo desde mi nacimiento, a través del
linaje de las mujeres de mi familia, y me ocupo en ello.
Me ocupo en acompañar a mujeres.
Me ocupo en transmitir lo que aprendo, en compartir lo que tengo. Y me ocupo en
que ellas tomen las riendas de sus
vidas, en que se empoderen.
Y soy consciente de que he
cambiado mi discurso, de que no pienso y repienso qué he de decir porque
realmente no me importa lo que piensen los demás. Y hablo claro con mi verdad, sin pretender convencer
a nadie, sin desmerecer las otras, porque
hay tantas verdades como personas. Y me siento activista. Soy activista de aquello que defiendo: los derechos de las mujeres a elegir en
sus partos, los derechos de los bebés a estar con sus madres, el derecho de la
mujer a decidir, a no ser engañada ni manipulada. Y sé que esto llega a algunas
mujeres que vuelven a confiar en ellas, no por lo que yo pueda decir, sino
porque se re-descubren. Y se ven. Y se crecen.
Sin embargo, siempre hay quien
tiene algo que decir aunque no le hayan preguntado directamente. Y me desconcierto porque en
el fondo sigo creyendo en la bondad de las personas y no concibo que nadie
entre a ver lo que digo para desmentirlo.
Yo leo en blogs personales, en
páginas, en grupos virtuales y me gusta participar con aportaciones respetuosas respecto al
tema en cuestión y nunca se me ocurre entrar a decirle a una persona qué es
lo que tiene que hacer, o qué es lo que está haciendo mal si no lo ha
preguntado muy concretamente. Y aún así,
si no la conozco en persona, me lo pienso antes de dar mi opinión. Porque decir que algo está mal ¿Mal para
quién? ¿Para los ojos que lo están mirando? En ese caso serían los míos y sería
yo quien tendría que mirar-me lo que estoy viendo, no lo que quien escribe
quiere decir, porque eso está en su corazón y en su mente, y no soy quien para descifrarlo y
modificarlo.
Reconozco que ante situaciones
así me dan ganas de dejarlo todo, no me avergüenzo al decir que me entra rabia
e impotencia por ver cómo son juzgadas mis palabras, pero dejo pasar esa
emoción ¡benditas emociones sean cuales sean! Y retomo la confianza. En mí y en
lo que hago. Y estoy tranquila porque
así ha de ser. Y no lo veo como fruto del tan temido ego, ni como cualquier otra emoción dañina de
esas que nos muestran, casi como pecado, incluso a través de las nuevas
corrientes terapéuticas...
El tiempo y la Vida me han traído aquí, no sin mi parte de trabajo y mi parte de esfuerzo. Mis noches
oscuras y mis días de luz me han traído hasta donde estoy ahora, y no siempre
ha sido un camino de rosas…
Si
me presento como Mujer, Madre y Abuela es porque son las tres principales características de mi
momento presente.
Mujer por mi
condición, de sentimiento, de pensamiento. De genitalidad y de
sexualidad.
Madre, porque
he parido a tres hijos, una hembra y dos varones. De la mejor forma, de la más
consciente que pude. Y así los he criado. Y así me siento orgullosa de ver
quiénes son, de las maravillosas personas adultas en que se han convertido.
Abuela, porque
la vida, a través de mis hijos me ha regalado a cuatro maravillosos nietos (de
momento…). Porque los adoro, porque los amo con locura, porque me hacen sentir
viva…
Y
Doula, porque acompaño a otras mujeres.
Y si, tal vez las cuatro cosas
juntas denoten algo que suele molestar cuando una es joven, y lo comprendo,
porque denotan experiencia. Este es
el precio que estoy pagando a cambio de los años transcurridos. Porque es la experiencia la que me aporta
confianza, seguridad, serenidad. La que me permite hablar alto y claro, guste o
no guste a quien lo lee o escucha. Porque gracias a los momentos felices y a
los duros, que también ha habido muchos, la experiencia la vida me abre un
camino de maravillosas posibilidades.
Porque, realmente, soy varias personas en una y no tengo edad, sino que tengo... experiencia.
Hola Concha,la verdad que me he sorprendido mucho con tu nueva entrada en clara alusión al comentario anterior que hice en tu entrada anterior. Volviendo a leerlo todo de nuevo para no meter la pata otra vez, creo que mi error fue utilizar un tono poco adecuado que puede dar lugar a confusión a mi verdadero mensaje.
ResponderEliminarQuiero explicarme lo mejor posible...Soy doula y soy madre. Yo también me he visto vapuleada por el informe doulas,indignada, viendo como se mezclan churras con meninas sin en ningún caso buscar una información veraz, porque claro esto no interesa. Fui doula antes de ser madre y después también..y para mi realmente no ha cambiado nada, solo que no se porque extraño motivo, siento que es como si tuviera un valor añadido a los ojos de las personas que necesitan acompañamiento..esto me parece injusto,como me sigue pareciéndolo para las mujeres que por diversos motivos no pueden dar a luz, que las conozco y son igualmente válidas, por lo menos para mi. Siento haber salido por peteneras con ese tono, pero quise aprovechar ya que tu nos hablabas de tus valores añadidos incomprensibles...como el yoga o lo que sea. En ningún momento leo tu blog para desprestigiarte después..pues lo leo porque me gusta y lo poco que puedo conocerte..me gustas.
Lo siento de corazón, te abrazo.
Hola Andrea, agradezco de nuevo tu comentario. Tampoco ha sido mi intención verter sobre ti algo que quizás sea resultado de una acumulación de circunstancias. Te pido disculpas.
EliminarComo digo en esta entrada, he llegado a un punto en que digo lo que siento y realmente no me importa como le llegue la gente, pero...
Durante un tiempo estuve participando en un foro muy conocido y cuyo nombre no voy a decir por no darle publicidad. Te hablo de hace siete años más o menos... y ya por entonces a más de una molestaban mis comentarios. Lógicamente, me marché.
Después, más de una persona (no has sido la única) me ha dicho también que porqué utilizo esa expresión de "Mujer, madre y abuela" y que si lo hago para darme... importancia.
Incluso ha habido quien, después de conocerme, me ha dicho que por escrito parecía muy "borde" y que en persona soy otra cosa.
Y todo ello, más tu comentario, no voy a negarlo, me ha llevado a preguntar a la gente que más o menos me conoce en persona y a través de face, porque ya sabes que en ocasiones los árboles no nos dejan ver el bosque.
Pues bien, las respuestas que han dado es que es comprensible esta presentación mía puesto que son tres características de mi personalidad en este momento, de alguna manera, las que me definen. Incluso Liliana Lammers ha dicho que ella se presenta igual y nadie nunca le ha dicho nada...
En fin, que tenía esa necesidad de saber qué había tras ello, si era algo que se me escapaba para mirármelo y solucionarlo.
En cuanto al tema de la experiencia para ser doula, sigo pensando lo mismo: hay mujeres que no son madres y son doulas, yo no soy quien para decirles nada aunque no quita que siga teniendo una opinión al respecto. Quizás desde mi experiencia, de nuevo, haya llegado a esa conclusión pero evidentemente, es una conclusión mía.
Puedes entrar por aquí cuando quieras, comentar lo que te apetezca y estaré encantada de establecer contigo un diálogo pues realmente me gusta y de todo saco un aprendizaje.
Un sincero abrazo. De doula a doula.
Ah, Concha del alma:
ResponderEliminarYa sé que no me meto muy a menudo en tu blog aunque me gustaría hacerlo. Pero cuando veo algo como el comentario de hoy, me reafirmo en mi idea de que hay gente para todo, gente que no entiende nada, llena de celos, de resentimientos, de desesperanzas… que se lo echan todo encima a quienes no sienten igual.
Pues sí, ¿qué quieres que te diga?: mira por donde eres mujer (a menos que Marido lo desmienta, ja, ja, ja). Eres madre... pues sí, lo eres. Y eres abuela; ya lo creo que lo eres. A mí me constan las tres. Aún te digo más: yo añadiría AMIGA. No sé quien te habrá recriminado el que lo pongas en TU página. Seguro alguien que no es ninguna de las cuatro cosas. La vida, chiquilla, la vida.
Ya sabes cuánto te quiero así que no te lo voy a repetir.
Toya
Gracias, Toya. Unas veces son malos entendidos y otras veces sí que son comentarios desde la rabia o la envidia. En cualquier caso, sabes que me gusta hablar y deshacer los entuertos si está en mi mano. En esta ocasión, espero haberle dado la vuelta a la tortilla.
EliminarMe conoces en mis tres facetas y más allá, y aunque estamos lejos, ese lazo de amistad que nos une no necesita más palabras pues en los silencios también nos comprendemos. GRACIAS por estar. No te digo más que yo también te quiero.
Concha.