Hace bastantes años que me inicié
en Reiki. Una de las cosas que me llamó la atención fue que, al menos en la
escuela donde yo me formé, las sesiones
de Reiki se han de cobrar. Por una sencilla razón, lo que se da gratis ni se aprecia ni se valora, algo que constató
Usui en su experiencia con determinados grupos sociales.
Estamos
en un momento en que todo el mundo sabe hacer de todo y en el que abundan las “expertas”. No voy a
decir si está bien o todo lo contrario, pero sí comentaré que esta situación,
en ocasiones, lleva a confusión. Y a veces también, a graves consecuencias.
La información está al acceso de
todo aquel que sabe manejarse en Internet, sea verídica o sea falsa, unos de
los grandes peligros de la Red. Las formaciones también proliferan, sea cual
sea la temática, incluso demasiado diría yo, pues parece que hay que hacer una
formación hasta para atar los zapatos a los niños y que sea de una forma respetuosa…
¿A santo de qué digo esto? Pues
muy fácil, parece que al haber tanta oferta de todo, quien pretende hacer de
sus estudios una profesión e intentar vivir dignamente de ello, lo tiene crudo,
porque siempre habrá quien supuestamente
ofrezca lo mismo… ¡y gratis!
¿No os ha pasado dejaros las
llaves en casa y llamar a un cerrajero de urgencia? La primera vez que me pasó,
se me quedó la cara de boba al ver cómo con una pieza cortada de una
radiografía, abría la puerta y por ello me cobraba un dineral. Desde luego que
a mí no se me ocurrió hacerlo ni sabía que se podría abrir de esta forma. Por
tanto ¿Qué es lo que pagué?
Evidentemente sus conocimientos y su experiencia, aunque luego me pareciera
una tontería.
Y vuelvo a lo que me ocupa. Quizás
sea desde mi aprendizaje y a consecuencia de lo que he visto por ahí… cuando
voy a acudir a una formación o a un taller, lo primero que miro es quien lo va
a impartir, a qué se dedica, qué formación y qué experiencia tiene… lo lamento,
pero necesito garantías mínimas de que no voy a perder mi tiempo y mi dinero. Y
aunque el taller sea gratuito, lo mismo, pues para mi es importante saber en
qué punto está la persona que lo imparte.
Llamadme como queráis…
Asesoras, consultoras, terapeutas
varias, expertas en todo que ofrecen talleres gratis ¡alma de misioneras, de
voluntarias! ¿No esperan nada a cambio, no venden nada, no ofrecen servicios y
lo hacen por amor incondicional…? ¡Eso está genial! Yo misma he estado haciendo un voluntariado
cuatro años, pero…
Y si resulta que llevo años
formándome, que llevo un dineral invertido en mi reciclaje, en actualizaciones,
en Congresos nacionales y extranjeros… que además estoy dada de alta legalmente
y pago mis impuestos, que además tengo una sala individual alquilada donde
poder ofrecer el mejor de los servicios, que además invierto en mobiliario para
crear un espacio agradable… ¿he de ofrecer mis horas de trabajo también gratis?
Sinceramente, creo que hemos llegado a un punto en que confundimos la velocidad
con el tocino… por ser algo moderada.
Este invierno, se me estropeó la
caldera de gas. De ir bien, de repente, dejó de encenderse. Y llamé al servicio
técnico. Nada más llegar, el chico vio que le faltaba un tornillito que impedía
la chispa eléctrica del encendido. Abrió su maleta, lo colocó y ¡tachán! ¡Caldera
en marcha! Y el caso es que el día
anterior me había encontrado un tornillo igual en el suelo, pero como no supe
de donde era, lo tiré a la basura. No
pagué por ponerme un tornillo, sino por saber qué tornillo era y dónde se había
de colocar. Y no todas las personas
saber hacerlo… ni hacerlo bien, reconozcámoslo.
Esto, según mi amiga Regi, podría ser una metáfora para decir que,
a veces, es más interesante pagar por un
servicio teniendo la garantía de que quien lo oferta tiene la suficiente
formación y experiencia para resolver aquello que estamos buscando. El
valor del dinero es algo muy personal y está en función de lo que esperemos
obtener, por tanto, ¿Quién decide lo que
es caro y lo que es barato?
Además, para que todo trabajo sea
reconocido, debe de ser remunerado mostrando que una persona es
merecedora de lo que está haciendo y de los ingresos que obtiene a cambio.
Creo que como en todo, buscar
información, valorar la formación, recoger experiencias de otras personas,
tener un contacto cara a cara para poder formarse criterio y luego, escoger.
Difícilmente nos equivocaremos de esa forma. Porque, normalmente, lo barato
sale caro.
Y sí, estoy pensando en un caso
concreto. Como decía mi padre “o hablo o reviento”.
Con Amor.
Asi es querida Concha, lo que se da gratis, no vale nada, o al menos no parece valer, el tiempo de una persona, su dedicación, su formación y su entrega ha de tener un precio, totalmente de acuerdo contigo. Un abrazo muy grande
ResponderEliminarGracias, Charo, se me había pasado este comentario.
ResponderEliminarVivimos en el mundo del despilfarro y en cambio no queremos pagar por cierto tipo de bienes, quizás por intangibles... ¡en fin, qué le vamos a hacer!
Un abrazo.