Sí. Algunas veces
me asusto de lo que siento cuando ciertas personas pasan por mi lado, de lo que
me transmiten algunos mensajes que leo por ahí, de lo que veo en ojos que
desvían sus miradas, de lo que escucho en palabras que me suenan a truenos…
Durante un tiempo
he escrito mucho. En una época en que estaba saliendo de las profundidades, la
palabra escrita era una necesidad, era un bálsamo. Ahora, y siendo que mi
tiempo está más ocupado, mi mente está más lúcida y mi alma está serena, ya no
escribo tanto a no ser que de repente, sienta una necesidad imperiosa de decir
algo. Como ahora.
También me
sorprendo de lo que en algún momento escribí y al releerlo luego, con el paso
del tiempo, no recuerdo haberlo hecho,
no le reconozco la autoría, como si al estar escribiendo entonces me hubieran
soplado las palabras al oído. ¡Ja, ja!
tiene gracia porque alguien me dijo que, seguramente, cuando escribía, “otros” me lo estaban dictando… Yo ahí lo
dejo, no quiero averiguar más.
Y me sobrecoge la
sensación de sentir extraño el cuerpo frente a algunas cosas que leo por el
mundo virtual. Con algunas me veo identificada como si de mí se tratara, y me
mimetizo con lo que leo. En otras, es algo más extraño todavía, percibo algo como
si no fuera cierto, como si fuera puro drama, teatro o comedia. Como si un gran
interés se escondiera tras un halo de aparente bondad y de marketing bien
estudiado. Y me asusto como un bebé indefenso porque es muy real. Es algo que me paraliza y
que rápidamente me pide pasar página. No me toca, no es mi vida, no soy quién
para decir ni siquiera para sentir nada que no sea mío… ¡pero es que se repite
tan a menudo!
Aunque hay ciertas
cosas aparentemente inexplicables que me atraen, no quiero pensar en capacidades más allá de lo considerado “normal”,
ni en comunicaciones, ni en nada intangible, pero de vez en cuando me pregunto
qué narices me pasa.
En este otoño de mi
existencia estoy aprendiendo muchas cosas y una de las que más me cuesta es
callar… callarme todo esto que percibo, que lo vivo como real y que siento que en
demasiadas ocasiones puede perjudicar a otras buenas gentes. Pero como he dicho
antes, sé que no me toca, y hago el esfuerzo de aprender ¡siempre aprendiendo! a
callar, a separar lo que no es mío, a dejar que cada cual tome sus decisiones
caminando y apartando sus propias piedras del camino.
El hormigueo en el
plexo solar, el encogimiento de estómago, la aceleración del pulso se repiten
ante ciertas situaciones como si del aviso un peligro inminente se tratara. Y
no quiero ver más, poco a poco, me alejo… tal vez aún no esté preparada…
A mi me pasa lo mismo, sobre todo en lo de escribir.Lo demás... creo que son energías que chocan, se atraen, conectan o se repelen. Voy aprendiendo a hacer caso de mis reacciones sin absolutizarlas, porque también se equivocan a veces...
ResponderEliminarDíficil, esto de escucharse, coonocerse e intentar al mismo tiempo no juzgar...
Ah, se me olvidaba mandarte un abrazo fuerte. :)
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