De grupos y similares en las redes sociales


Me he dado cuenta de que estoy incluida en un montón de grupos de los que se crean a través de Facebook. En algunos, por interés y voluntad propia, me he metido sola. En otros, la mayoría, me han invitado sin darme cuenta.

Hoy tenía un poco de tiempo antes de volverme al pueblo y seguir con la vorágine diaria que supone estar con varios niños, así es que me he puesto a repasarlos y ver realmente qué sentido tiene que permanezca en ellos. Y lo cierto es que he me dado cuenta de que se suele crear un grupo con muy buenas intenciones de trabajo y al final solamente participan los mismos miembros de siempre, mientras que el resto se dedica a publicitar cada cual lo suyo, ya sea personal o ya sea los temas que le interesa, que no quiere decir que sean los de la mayoría de los integrantes…

Así es que como todavía tengo reminiscencias de una educación en la que las cosas se pedían por favor y se daba las gracias, iré despidiéndome de algunos de ellos. Y me he quedaré con unos pocos que considero de más interés para mi, sin menospreciar a quien permanezca en los otros.

Mi tiempo es oro, tengo muchos sitios a los que acudir y aunque reconozco que me atrae mucho el ordenador, tengo que limitar la inversión real del tiempo que ocupo en algo que no me aporta lo que quizás necesite.

También, y siendo sincera, al final en los grupos hay tantas personas –y algunas de ellas con las que no me apetece compartir nada- que voy limitando mis intervenciones hasta que finamente no tengo nada que decir.

Así es que agradezco lo que en estos grupos he sacado de bueno. Las personas con las que he tenido más contacto y con las que he podido compartir algo interesante quedan en un rinconcito de mi ordenador personal, de ese que llevo dentro y que sigue funcionando. Porque quedan en mi mente y algunas, en mi corazón.
Gracias por todo.

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