Lo habéis conseguido: se siente el miedo.



Sí. Las Doulas tienen miedo a mostrarse, era lo que pretendíais y lo habéis conseguido, porque somos débiles frente a otros colectivos institucionalizados. Porque no tenemos respaldo ni apoyo alguno.

¿Acaso en algún momento hemos dicho que lo somos? ¿Acaso no hemos repetido, por activa y por pasiva hasta el cansancio, que lo nuestro ES el acompañamiento emocional? 


Recientemente, Soledad Becerril, Defensor del Pueblo, ha hecho unas  declaraciones sobre el tema Doulas que, una vez más desde el periodismo desinformado, han resultado ambiguas y confusas.  En ellas, a pesar de que reconoce el derecho de cada mujer a elegir por quién quiere ser acompañada durante su maternidad, no se manifiesta respecto al derecho que nosotras tenemos de acompañar a quien nos busca. Dice que “las Doulas no tienen un papel activo en el parto porque no están preparadas al no ser personal sanitario” ¿Acaso en algún momento hemos dicho que lo somos? ¿Acaso no hemos repetido, por activa y por pasiva hasta el cansancio, que lo nuestro ES el acompañamiento emocional?

Estoy desanimada, es cierto. Y cansada. Y cabreada. Porque el maldito Informe Doulas está consiguiendo su propósito.

 “Ni lo pienses, estás loca, tú no necesitas una Doula porque fíjate lo que han dicho por televisión…”
 

A principios de este verano me escribió una mujer seguidora de este blog. Me dijo que estaba embarazada de su segundo hijo y que quería contar conmigo a partir del otoño. Su primer hijo había nacido mediante cesárea innecesaria hacía seis años y en esta ocasión quería conseguir un parto vaginal para lo que, según ella y parecía tenerlo muy claro, necesitaba refuerzo y apoyo emocional constante por parte de una mujer experimentada.
Sin embargo,  su marido le ha dicho que “ni lo pienses, estás loca, tú no necesitas una Doula porque fíjate lo que han dicho por televisión…” . Me ha vuelto a escribir para decírmelo...
Y ella, como buena esposa y como debe de ser (¡y se sigue hablando del patriarcado!) ha sido sumisa y obediente y se ha resignado a su segunda cesárea.

Mientras otras personas, igual me da que sea el marido, la pareja,  la madre o la matrona,  sean quienes decidan quién ha de acompañar a una mujer en SU parto, mientras haya una persona que decida por la madre, seguiremos careciendo de LIBERTAD.   Porque se siguen repitiendo los casos en que es el personal sanitario quienes deciden por las mujeres. Porque siguen diciendo que son ellas las que están para realizar ese acompañamiento emocional constante, presencial, continuado durante todas las horas que una mujer de parto necesite…

 “Aquí no entran Doulas porque lo decido yo…” 


Cuando una mujer en su plan de partoindica con claridad que la persona que la va a acompañar, libre y conscientemente decidido, es SU DOULA y quien la atiende en el hospital la recibe con “aquí no entran doulas porque lo decido yo…”  poco ejercicio estamos haciendo de nuestra libertad de elección.
Y es que volvemos a lo mismo ¿Acaso la matrona conoce a esa mujer y sus necesidades emocionales? ¿Acaso va más allá del proceso puramente fisiológico cuanto entra al paritorio una mujer a la que no conoce de nada?

Hace algo más de tres años estaba acompañando a una mamá en su primera maternidad. Perdió a su bebé en la semana 25 y fue muy duro para la pareja, como podéis imaginar. Yo les acompañé hasta donde me permitieron. La madre entró en un  proceso de depresión que ha estado trabajando durante este tiempo. Ahora, de nuevo embarazada ha contactado conmigo y estoy, otra vez, a su lado. Al lado de estos papás, con sus miedos, sus ilusiones y su soledad, ya que tienen a sus respectivas familias en la otra esquina de la península.  Todavía le falta para parir, está en la semana 30 habiendo superado, duramente,  el bache de lo ocurrido con su primer hijo… y se está informado para ver dónde irá al encuentro de este nuevo bebé. 
Ha visitado dos hospitales, uno privado y uno público. En ambos le han dicho que NO van a dejar que entre una Doula… Y la mamá está muy disgustada, está triste y enfadada porque no comprende esa negación rotunda y absurda.  Tiene que elegir entre la mujer que está a su lado apoyándola, conteniéndola, escuchándola y proporcionándole las herramientas que en cada momento pueda necesitar, y el padre de su hija. Y no puede hacerlo. Y se deshace en llanto. Porque a pesar de que yo insista en que todo saldrá bien… ella tiene un motivo que le causa pesar y malestar, suficiente para que llegado el momento, el parto no fluya…

¿Acaso las matronas que le han dado ese NO por respuesta la conocen y saben su situación personal y familiar? ¿Acaso conocen su historial de pérdida y depresión? ¿Acaso en las consultas invierten tiempo para averiguar todo esto? Tú que me está leyendo tienes la respuesta, no es necesario que yo diga nada…

Tal y como he comenzado diciendo, lo estáis consiguiendo y, aunque siempre me alegro cuando alguien consigue un logro, no puedo hacerlo en esta ocasión porque es un logro malévolo.

“El poder propagó el miedo. El miedo, la sospecha. La sospecha, el silencio. Y el silencio acrecentó el poder del ya poderoso”


He estado unos días de viaje con Marido y he visitado las Cuevas de Zumarragurdi. No sentí la presencia de las “brujas” que allí fueron quemadas, pero si qué sentí un escalofrío al leer el folleto que nos dieron al entrar. Transcribo un trozo para que cada cual sienta la similitud…

“El modo de vida de Zumarragurdi estaba ligado a la tierra, y en consecuencia, también lo estaban la sabiduría, las costumbres y el mundo mágico, principalmente pagano. Aquellas personas llamadas sorgin (brujo o bruja en euskera) eran las que poseían un profundo conocimiento de la Naturaleza, las plantas y las hierbas medicinales. La gran mayoría de mujeres también sabían de fertilidad, de reproducción, de partos y de los anticonceptivos de la época.

La tierra era la señora de la mitología y la dueña de la vida. A esta gente que vivía tan apegada a la tierra, la Iglesia Católica le obligó a mirar el cielo. El abad de Urdax, denunció que había brujas y en su búsqueda enviaron al Santo Oficio.

La Inquisición no veía con buenos ojos aquella sociedad de costumbres diferentes, creencias y sabidurías diferentes. La incomprensión y el ansia de dominación transformó aquellos rituales en aquelarres, los cánticos en conjuros, las palabras en sortilegios…

El poder propagó el miedo. El miedo, la sospecha. La sospecha, el silencio. Y el silencio acrecentó el poder del ya poderoso. Estas personas comenzaron a ser señaladas”.

Ahí lo dejo. Cada cual que piense, o mejor, que sienta cómo está la situación de las mujeres que quieren ser y mostrarse libres a la hora de decidir sobre su maternidad, en concreto en el proceso tan vital y tan vulnerable como es el embarazo, el parto y el posparto.

Vengo repitiendo desde que el desafortunado informe salió a la palestra y los medios se encargaron de difundir mentira tras mentira, que no hablaré por todas las Doulas de este país porque no sé quiénes son,  sino que esta es mi defensa y la de algunas a las que tengo el privilegio de conocer personalmente.

“La Doula es la mujer, preferentemente madre, que acompaña a otra mujer (que así lo quiere) en algún momento concreto de su maternidad”.

 

Y NADIE tiene el derecho a decir que esto no deba de ser así.
Si llega el caso de una mala práctica por parte de alguna Doula, ésta debe de ser denunciada por la madre que ha sido acompañada, pero con nombre y apellidos. No podemos estar todas en el mismo saco.
De la misma forma que se debería de denunciar a aquellas matronas y médicos que no respetan la libertad ni los deseos de la madre bajo cualquier excusa que, tanto la madre como el padre, no están en un momento propicio para comprender o defenderse…

Mujeres coherentes con formación sanitaria que atienden partos, que realizan perfecta y amorosamente su trabajo, las hay cada vez más. Por suerte conozco a más de una. 
Pero Doulas profesionales, honestas,  con la formación y las ideas muy claras, también.

Cada cual en su sitio. Por las madres. Por los bebés. Por el mejor de los nacimientos.

http://politica.elpais.com/politica/2015/09/29/actualidad/1443545672_409962.html








Comentarios

  1. La verdad que sí
    Mas de una vez he tenido que decir a alguien que eso que sale por tv.de comer placentas de k una doula impone no es cierto
    Pero se que las mujeres que no sabian de antemano que es una doula ahora tendran prejuucios e ideas preconcebidas y es una lastima
    Porque hasta ahora las matronas no dan este apoyo por mucho que digan que pueden darlo
    Y no son nadie para robar a las madres la posibilidad de elegir con mentiras

    Y ya que los hospitales no permitan la entrada pues me produce mucha desconfianza esos hospitales

    Una pena todo

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  2. Gracias por tu comentario. Aunque hay pequeños cambios, la realidad es bien otra de la que nos quieren hacer ver.

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  3. Concha, hay que mandar el miedo a la mierda y seguir combatiendo. Venga. Somos muchas las mujeres que no siendo doulas, ni habiendo tenido una cerca en su parto, defendemos vuestro sitio y vuestra labor.
    Al sistema hay que colársele por las rendijas. Y si no quieren doulas en los paritorios, que las mujeres digan que son AMIGAS, o sus novias, y qué pasa?? No puedo llevarla yo de acompañante a mi parto? Y si os conocen en el hospital que se atrevan a prohibiros la entrada, a ver. La policía se va a aburrir de ir a las maternidades!
    ¡No se van a salir con la suya!

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    Respuestas
    1. Gracias Caro por tus palabras de aliento en estos momentos. Lo cierto es que ya la palabra lucha me causa mal estar porque debería ser un camino conjunto, pero en vista de lo visto me temo que va a continuar siendo una batalla cuya victoria depende de la fuerza de unos pocos.
      Las mujeres tienen miedo, las doulas también, y muchas matronas lo mismo. Verás que pocas se atreven a dar la cara a decir que han tenido una doula que lo he hecho bien, si son madres. Y matronas que digan que han estado junto a una doula que ha sido un refuerzo y que ha hecho bien su trabajo. No querida, el callar y otorgar todavía nos hunde más. A todas las mujeres.
      Ojalá tu fuerza contagiara a más mujeres, ojalá...
      Un abrazo.
      Concha

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