No entiendo yo de muchas temas, pero me
pregunto a menudo, hasta qué punto el mundo gira sin más haciendo que las cosas
sucedan porque sí. Y de qué manera podemos influir nosotros, los seres humanos,
para cambiar los hechos.
Está claro que hay grandes poderes
económicos mundiales que mueven los hilos y que por culpa de ellos hay guerras
y hambrunas. El ansia de poder es incontrolable.
Sin embargo, en ocasiones puntuales se
emprenden acciones a través de colectivos que arrastran desde un deseo de bien
hacer, de paz. Y necesito creer que esa fuerza contrarresta, de algún modo, la
otra. La dañina. La que nos está destrozando el planeta. El futuro. Y la Vida.
Ayer se celebró el Día Mundial contra
la Violencia de Género. También contra la Violencia Obstétrica, un tipo de
violencia que se desconoce porque no se ve, porque se da por normalizada. Y en
esto me voy a centrar ya que es algo en lo que yo, desde mi lugar de mujer y Doula,
estoy aportando un granito de arena.
Como digo, ayer y desde hace unos años,
hay un movimiento social que se mueve básicamente por la red. Mujeres que muestran todo tipo de vejaciones
sufridas desde que se quedan embarazadas hasta incluso después de tener a sus bebés.
Prácticas que las somete, las humilla, las infantiliza, las descapacita… con
todas las consecuencias físicas y emocionales que ello conlleva. Movimiento social que cuenta, también, con la
colaboración de otras personas que no habiendo sufrido esa violencia
obstétrica, se solidarizan con sus sufrimientos.
Ayer, viendo todo lo que se estaba
moviendo por la red, no pude evitar pensar en aquellas mujeres que habiendo vivido
en carnes propias todo este tipo de abuso y sin haber sido conscientes de ello,
se hayan dado cuenta de cómo han sido víctimas de esta violencia. Y me pregunto
cómo se habrán sentido… Porque cuando se
pone la fe ciega en ciertos profesionales y pasa lo que pasa, lo siguiente es
no poder ver-se como necesidad prioritaria de protección. Quizás el tiempo vaya
desvelando la barbarie y entonces venga realmente el estado de shock. O quizás
la necesidad de protección continúe y una nunca se plantee nada...
Quiero añadir que estoy en contra de
todos los días de… (Día de la madre, de los enamorados, del padre, del niño,
del abuelo… creo que son movimientos consumistas) en cambio sí que estoy a
favor de organizar eventos para visibilizar aquello que se oculta. Y para esto,
las mujeres somos únicas. Los movimientos de mujeres arrastran y mueven
conciencias, al menos de otras mujeres y ya, de algunos hombres.
Y ayer encontré cantidad de rosas -el
símbolo de este movimiento- por las
redes sociales y, dicho sea de paso, creo que podían haber sido muchas más pero
comprendo cuan agotador puede ser abandonar la zona de confort. Por ello, nos
dedicamos a esperar a que nos den las cosas hechas para luego, decir con la
boca bien grande que nos hemos subido al carro…
Se dice que a las personas se les
conocerá por sus hechos, no por sus palabras… y es un pensamiento recurrente
que me insta a parar y a observar. Observar la implicación y observar los
movimientos desde fuera, como si en un juego de ajedrez estuviéramos. Ver cómo
se mueven las fichas según con quien se juegue la partida… (Ves, querida Regi
como yo también utilizo las metáforas…) y ver quien juega para participar o
quien juega con otras intenciones.
Lo triste es que este tema de la
violencia obstétrica no es algo lúdico, sino algo bien serio por cuya causa
deberían de haber miles y miles de personas que se levantaran, que alzaran la
voz y la pluma para manifestarse en contra de ella.
Sinceramente creo que cada cual desde
su ámbito de actuación, desde su postura personal y profesional,
desde la situación en que se halle, debe de aportar su experiencia, sus vivencias
y gritar bien algo que ¡ya está bien! Que el embarazo y el parto es de las
mujeres. Que ellas deben de decidir cómo, cuándo y con quien quieren parir. Que
los bebés son de sus madres. Que dejen de someterlas a todas esas prácticas que
no tienen sentido ni justificación. Que los profesionales que todavía estén
instaurados en su postura cómoda y poderosa sin querer comprender y aceptar la
neuro-bio-fisiologia de estos procesos como algo normal y natural, deben de
cambiar sus creencias para ofrecer lo mejor de su profesionalidad.
Creo que este es el principal objetivo
del movimiento en contra de la violencia obstétrica. Y estoy convencida de que
cada vez habrá más mujeres que estén dispuestas a trabajar por ello. Es
cuestión de implicarse, de hablar, de “mojarse”. Y de unir voces. Cuantas más
seamos, mejor.
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