Una decisión feliz y acertada

Nos presentamos en representación de todas las demás


Cuando me enteré que se ofertaba una formación en Salud Mental Perinatal impartida por Ibone Olza y organizada por Isabel Fernández del Castillo a través de Terra Mater, no tuve ninguna duda de que ese era el complemento que estaba buscando para poder ofrecer un  mejor acompañamiento emocional a las mujeres que me buscan. Porque SOY DOULA.

Hay ocasiones en que me cuesta tomar una decisión, pero otras veces es algo que tengo muy claro a primera vista.

Así es que valorando someramente todo lo que supondría un año de formación a nivel de inversión de todo tipo (emocional, económica, energética…), pronto hice mi reserva de plaza comenzando a sentir mariposas en el estómago. No sabía hasta qué punto esas mariposas se iban a instalar e incluso reproducirse…

Y el año prácticamente ya ha pasado. Este fin de semana hemos tenido el último seminario, la puesta en común de proyectos, el terminar de hilar temas pendientes. Y la despedida, la emoción, los abrazos… el hasta siempre.

Compartir tiempo y experiencias con profesionales de distintas ramas desde la igualdad, el respeto, la tolerancia y el cariño es un ejercicio que debería de hacer, al menos, una vez en la vida cualquier persona que en su trabajo se relacione con semejantes.

Trabajadoras sociales, psicólogas, médicos, enfermeras, terapeutas, matronas… y doulas. Todas juntas, desnudando el alma, de igual a igual, enriquece y nutre. Y nos hace crecer desde la humildad y el reconocimiento a quien tenemos enfrente.

No voy a hablar de la formación en sí porque ya han sacado la segunda edición y es algo que a quien le interese, debe de comprobar por ella misma. Pero sí diré que no es una mera formación a base de contenidos teóricos. Además de éstos basados en la evidencia científica, en estudios contrastados, en artículos y libros de referencia, hemos trabajado nuestra parte personal más intima, algo que es básico desde mi punto de vista para poder estar junto a otras personas desde una perspectiva profesional, ya sea terapéutica o de apoyo, como es mi caso.

Como digo, en cada seminario y respecto al tema tratado hemos hecho nuestro trabajo personal. Le hemos dado la vuelta al calcetín para ver aquello que teníamos dentro. Para sacarlo, mirarlo a la cara, ponerle nombre y si era el caso, sanarlo.

Y esto es algo que considero básico para ser Doula porque no se puede acompañar desde la frustración, la carencia… la herida. La revisión y el crecimiento personal constante nos permite acompañar desde la ausencia de juicio, desde el respeto a cada decisión. Porque voy a decirlo por millonésima vez… acompañar es estar junto a alguien. Sin decidir por ella, sin decirle qué debe de hacer, sin juzgarla y sin querer salvarla de aquello que tal vez sea su camino de Vida.

El fin de semana ha sido intenso… He puesto cara a algunas de las compañeras (me gustaría nombraros a todas pero no lo hago por evitar el riesgo de olvidar algún nombre...) cuyas historias he estado leyendo a lo largo de once meses.

Nos hemos dado personalmente esos abrazos que en tantas y tantas ocasiones nos hemos enviado a través del correo. Hablar. Escuchar. Sentir mis emociones y vivir como en carnes propias las de algunas compañeras. Llorar al escuchar ciertas vivencias, reírnos en círculo y sentir el alma henchidaeste ha sido un fin de semana realmente nutritivo, y tal vez sea esta la palabra que en más ocasiones he repetido en estas horas.

Volviendo en el tren he estado leyendo el libro de Ina May Gaskyn “Partería espiritual” del que escuché hablar en mi formación como Doula  hace unos años. Metiéndome en el libro, en los relatos y experiencias de aquellas mujeres de la caravana por los años 70, mi pensamiento recurrente era lo fácil y lo constructivo que sería enfocar el nacimiento como el hecho más maravilloso en la vida de un ser humano. ¡Qué distinto sería el mundo si se viera este acontecimiento como algo que nos marca de por vida y que decide el futuro de la humanidad!

Al llegar a casa,  a pesar del cansancio pero desde la alegría que traía encima, estuve compartiendo con Marido parte de lo acontecido. Y así nos quedamos un rato abrazados en el sofá hasta que él decidió acostarse.

Antes de irme a la cama suelo desconectar todos los aparatos electrónicos de la casa, incluyendo el teléfono móvil, pero primero hago una última lectura rápida por si hay algún mensaje importante.

Y en esta ocasión lo hubo ¡y tanto que lo hubo! Me encontré con una entrada en el blog de Ibone Olza del que soy seguidora desde hace tiempo. Creía que ya no podría emocionarme más tras este fin de semana, pero leyendo lo que había escrito esta increíble mujer cuya calidad humana no tiene límite, los vellos se me erizaron y las lágrimas comenzaron a brotar por cuenta propia.

Gracias Ibone. No sé cuántas veces te lo he dicho durante estos meses. Gracias por tu humanidad, por tu calidez, por tu profesionalidad y por tu ternura.

Para mí como persona y como Doula, este texto significa una inyección de fuerza, de ánimo, de soporte para seguir en aquello que tanto amo: acompañar a las mujeres que me llamen.


Y como también comentó Isabel y asintieron todas las compañeras, lo que de las doulas digan por ahí… que se lo lleve el viento.








Comentarios

  1. Gracias Concha por expresarlo tan bien, una vez más. Tu Si me representas !!! Un beso muy grande. Carolina

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