¡Qué preciosa palabra! Me suena a fuerza, a esplendor, a Vida.
Parir
es el resultado de un maravilloso viaje iniciático de diez meses lunares que comienza tras el seductor baile
entre un óvulo y un espermatozoide en una mágica danza que culmina con la penetración y fusión de uno en otro y una rápida multiplicación de células que van conformando al bebé
intrauterino.
Parir
es un hecho fisiológico normal, potente e involuntario que se produce
cuando el bebé decide que está preparado para nacer y comienza a transmitir
señales al cerebro de su madre, y que tiene lugar mediante un potente
reflejo de expulsión, el más fuerte que puede experimentar una mujer: el
reflejo de eyección del feto.
Y
puesto que parir es un hecho fisiológico natural e involuntario, de la misma
forma que lo es respirar, o hacer la digestión o incluso –y aunque sea escatológico-
defecar, no necesitamos que nadie nos
diga cómo hemos de hacerlo. Ni cómo
respirar. Ni en qué postura colocarnos. Ni tan siquiera que nadie acompañe (digo acompañe sin intervenir,
no asista o atienda profesionalmente)en ese momento a la persona que pasa por
el trance, hablando desde el punto de vista puramente físico.
Solamente hay que escuchar lo que el cuerpo
está pidiendo y dejarse llevar.
El
cuerpo de cualquier hembra mamífera está perfectamente diseñado para parir
cuando su cría está madura. Sin embargo, no todas las hembras mamíferas son
capaces de hacerlo sin que puedan surgir problemas. Y hablamos de las hembras
humanas.
Porque
parir es, además, un proceso en el que entran en juego unos factores muy
importantes: las hormonas. Y las emociones. Y aquí es cuando comienza a
complicarse el tema. Porque no todas las mujeres tienes sus emociones a punto
para cuando llega su momento de parir.
Está más que demostrado que las emociones generan distintos tipos de
hormonas. El estrés produce adrenalina y el bienestar produce oxitocina. No
voy a profundizar más.
Parir
de una determinada forma es el resultado de un trabajo personal que debería de
comenzar en el momento de pensarse madre. Y cada mujer, llegada la hora de la verdad, y si se lo permiten, parirá como ella es. Desde mi experiencia lo afirmo y también son
muchas las autoras que lo constatan.
Una mirada interior para saber por qué una quiere ser madre y cuál es el bagaje que va a llevar durante
la travesía de su embarazo. Y aquí, durante
esta trayectoria emocional sí que le va a venir bien un buen acompañamiento,
la presencia y disponibilidad de una
persona experta que sepa y comprenda lo que las emociones son capaces de
desencadenar. Y que conozca en profundidad a la persona que está
acompañando.
Porque cuando llegue la hora de parir,
para la persona que vaya a su lado no será necesario saber en qué posición está
el bebé, ni si tiene estreptococo negativo, ni siquiera de cuántos centímetros está dilatada…
Porque cuando una mujer está de parto
necesita a su lado alguien que la
conozca, que sepa cuáles son sus miedos y sus fortalezas, que con una sola
mirada vea qué siente, o qué puede estar necesitando. Y que posea las herramientas adecuadas para acompañar y para contener.
Y este también es un trabajo que se hace
con anterioridad porque, llegado el momento, ya está todo resuelto. Y no es
momento de intentar cambiar nada.
Parir es fuerza, es Vida. Parir es
dejar salir la fiera que una lleva dentro y permitir que el cuerpo se manifieste en su máxima expresión. Y no hay que minimizar la importancia del acompañamiento
apropiado porque de este momento en que pueden surgir fantasmas, tal vez dependa la memoria de toda una
vida.
Y ahora, con la información en la mano
y tu poder de decisión, elige a quien
quieres que te acompañe. Todavía estás a tiempo.
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