Relato de un parto exprés




Le llaman parto precipitado porque de alguna manera tienen que definirlo desde la parte física, sin embargo tengo dudas de que se haya estudiado a cada mujer que ha parido de esta forma, en cuanto a cuál ha sido la manera de vivir su embarazo, su preparación física, su sistema hormonal y sus creencias y vivencias en torno al parto.
Por lo que he podido investigar,  parto precipitado es aquel que sucede en menos de tres horas. Y se considera que solamente se da en un 3% de los casos en bebés a término.

Como Doula y por principios, sin cuestionar o juzgar lo que cada mujer decide hacer en SU parto, yo NO acompaño partos sin personal sanitario. Quizás en otro contexto y en otro país no tendría problema, pero aquí y tal y como está la legislación y las competencias, lo tengo muy claro.  Si no hay una matrona al menos, yo no acompaño en un parto.

Estas son notas aclaratorias para que se pueda comprender fácilmente lo que voy a relatar. Apunto que lo hago con el consentimiento expreso de los padres pues no se me ocurría hacerlo de otra forma.

Voy a omitir su nombre, realmente no tiene importancia. Os diré que nos encontramos cuando su nena no tenía todavía un año. Le hablaron de mí y quiso conocerme. Dos “casualidades” hicieron que me sintiera cercana a ella desde el principio.  Su madre se llama como yo y su hija había nacido el mismo día que la mía, con muchos años de diferencia, claro.

Me pareció una mujer dulce, serena, segura de ella misma. Físicamente preciosa y con un aspecto “alternativo”,  transmite calma en cada una de sus palabras. Esa tarde nos tomamos una cerveza y charlamos un rato en la terraza de un bar en una calle cualquiera de Valencia. 

Ella quería ser Doula y se formó para ello. Nuestra relación se  estrechó cada vez más. Mujer conectada con la tierra, con la Naturaleza. Para ella, integrar los procesos naturales forma parte de su día a día.   Clara y contundente en sus decisiones, la comunicación con ella siempre resulta fácil. Disponible en todo momento, e incondicional.

Un día me llamó para decirme que estaba de nuevo embarazada, estaba feliz pues fue una decisión meditada entre su pareja y ella. Le dije que si quería la acompañaría durante el proceso incluyendo el parto, ese iba a ser mi regalo por el cariño que le tenía.

Durante la gestación se manifestaba tranquila, segura y sin ningún tipo de temor. Conectada en todo momento con su bebé intrauterino y conocedora del proceso fisiológico, cada día estaba más radiante.
Charlábamos cada vez que teníamos ganas, sus conversaciones transmitían calma y seguridad, era una embarazada pletórica.

Quedamos en una ocasión para regalarle una sesión de hipno parto y francamente, sentí que ella estaba por encima de lo que yo pudiera ofrecerle… sin dudas, sin miedos, con confianza en su cuerpo y en el de su bebé, cualquier cosa que le dijera ya estaba integrada en todo su ser.
El embarazo transcurría con salud y en ningún momento me mostró un atisbo de duda, de miedo. Había decidido parir en un hospital. Tenía claro que todo iba a salir fenomenal… que sería un parto rápido y sencillo. De hecho, se repetía para sí misma “creo que no llegaré al hospital”. Tanto ella como su pareja habían decidido estar en casa hasta que sintiera que había llegado el momento de ir hacia el centro hospitalario elegido.  Yo estaría con ellos, y también una amiga matrona.

A poco más de un mes de su fecha probable de parto, preparamos en su casa un ritual de paso a la maternidad, un “blessingway”. Yo iba a tener el honor de ser su conductora y lo preparé con todo mi esmero y cariño.
Invitó a las mujeres de su corazón, madre, hermana, tía, amigas queridas, compañeras de formación…
El día salió sin luz pero el sol hizo su aparición dando al momento el brillo que merecía:  las ofrendas, los sinceros deseos de sus mujeres, las palabras de gratitud, las muestras de cariño, los abrazos, las lágrimas de agradecimiento y dieciséis mujeres produciendo oxitocina a raudales…
La futura madre estaba radiante como si toda la oxitocina que por allí circulaba se hubiera posado en las células de su precioso cuerpo de mujer a punto de parir…

Cuatro días antes de la fecha prevista del nacimiento de su hijo, me llamó y me dijo que quería hablar conmigo, que necesitaba que nos viéramos pues llevaba unas noches soñando con su parto. Algo me hacía intuir que éste estaba muy cerca… y así se lo dije.

La madrugada del día que habíamos quedado, me llamó a las 23:58 h.  Me dijo que había roto aguas pero que no tenía ninguna contracción y se iba a dormir, que ya me llamaría cuando hubiera movimiento.  Había llamado también a su amiga matrona quien le dijo que prontito por la mañana acudiría a su casa pues en ese momento no podía dejar a sus niñas.

Y de esta forma tuvo lugar su “parto precipitado”

A la 1:20 h su pareja me llama y me dice que está teniendo algunas contracciones, que ya me avisará según vaya.
A la 1:36 h me vuelve a llamar para decirme que vaya rápido que las contracciones son más fuertes.  Yo ya estaba subiendo al coche…
A la 1:50 h llego a su casa y me la encuentro con una contracción que la mantiene doblada.  Su pareja se va a por el coche mientras yo la cojo en un abrazo y tomamos el ascensor, donde tiene otra contracción que me indica que YA está pariendo…

En el zaguán de su casa, en una tercera contracción, se arrodilla en el suelo y me dice que no puede más que su bebé está naciendo.

El coche ya en la puerta y su chico preguntándome qué hace…  Yo llamo al SAMU porque la matrona finalmente no había podido acudir y mientras doy los datos y discuto con la telefonista que me pregunta cada cuánto tiene las contracciones a pesar de que le digo que está pariendo, el papá recoge a su bebé y se lo pone a la madre en el regazo. Es la 1:57 h del día 17 de febrero ¡dos horas desde que me había llamado la primera vez!
La cara de esta mujer pariendo, entre risas y gemidos de poderosa hembra mamífera, la expresión de ternura al tener a su bebé en los brazos y su pareja abrazándolos a los dos… esto es algo que nunca olvidaré porque se ha quedado grabado en mi retina para quedarse archivado en mi corazón.

Arropamos bien a la diada mamá-bebé, con mi abrigo, con mi bufanda, con las mantas que bajaron los vecinos al oír las voces y tanto el papá como yo no nos separamos de ellos, abrazándoles para transmitirles nuestro calor y observando que todo estaba bien, hasta que llegaron los sanitarios del SAMU.

La actuación del personal del SAMU, el traslado y lo que sucedió en el hospital, merecen otra entrada aparte.  Baste decir que aquí no lo voy a mencionar para no enturbiar este relato de amor, seguridad, poder y fuerza mamífera. Y que es lamentable que estas cosas sucedan por falta de información y actualización de los profesionales sanitarios.

La mamá alumbró la placenta en el hospital (NO al que a ella le habría gustado llegar sino al que le llevaron por cercanía a su domicilio), no tuvo ningún desgarro ni laceración.  Al bebé le hicieron un montón de pruebas por protocolo y confirmaron que estaba perfecto, pesando 3,600 gr, Se le agarró al pecho enseguida. Esa noche me quedé con ellos en el hospital hasta que amaneció y mi doulo vino a recogerme. Volví a casa con los bajos de mi abrigo mojados… sintiendo cómo estaba empapado de fluidos de Vida. ¡Incluso sentí cierta pena cuando lo llevé a limpiar a la tintorería…!
A los dos días de hospitalización, les dieron el alta.

A grandes rasgos este ha sido el parto más increíble que he acompañado y que quizás acompañe en toda mi vida. Pero en el fondo, no me ha sorprendido que sucediera así. Porque nada es gratuito, todo tiene su razón de ser.

Como he dicho en el relato, ésta es una mujer poderosa, segura, sin miedos. Que mira la Vida a la cara. Que se ha preparado para este momento con toda su conciencia. Que se ha informado de los procesos tanto físicos como emocionales que mueven los hilos de un parto y un nacimiento. Y que además, por si fuera poco, llevaba una sutil programación de confianza “creo que no llegaré al hospital”.

Cierto es que, a veces, pasan cosas que no deberían de pasar pero ¿alguien me puede garantizar que este nacimiento, que este parto no ha sido el resultado de un maravilloso trabajo de concienciación y sincronía?

No me queda más que agradecer a esta familia el enorme regalo que me han hecho, por permitirme estar a su lado, por darme la confianza de ver nacer a su hijo.  Estar codo a codo con el padre de este bebé,  y ver y sentir su comportamiento me aporta esperanza en los hombres capaces de comprender y de respetar los deseos de su compañera, sean los que sean.  Así se lo dije a él también en el emocionado abrazo que nos dimos una vez ya estábamos instalados en el hospital. Lloramos los dos, abrazados, porque las emociones contenidas también nos unían en esos momentos. Y es que la Doula, también cuida del padre que se deja cuidar…

Con amor.

Concha, vuestra Doula.


Comentarios

  1. Gracias Concha por compartir tu experiencia, es emocionante.

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    1. Yo soy testigo y comparto con el permiso de sus protagonistas. Gracias a ti por leerlo.

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  2. muy emotivo y gratificante para las mujeres, son estas historias.tengo 2 hijas y una de ellas tuvo su tercer hijo en noviembre en la camilla del hospital.mi nieto nació lo más natural del mundo fue su mamá la que se lo cojio puso en su pecho, con la cara atónita de los celadores, en 2/45horas mi hija trajo al mundo a su bebe todo fue muy bien tengo unas hijas muy fuertes y sanas...

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    1. Enhorabuena por tus hijas y por tus nietos. El nacimiento, el parto es un hecho fisiológico normal y cuanto menos intervenido mejor.
      Gracias por tu comentario.

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  3. Sin palabras me has dejado, que emoción, que momento tan increíble, la vida, sin mas. Precioso relato. Enhorabuena.

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    1. Así es Charo, la Vida que se muestra en todo su esplendor. Y yo, testigo afortunada.
      Gracias por tu comentario.

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