Tal vez esté equivocada pero me cuesta creer que
una persona se empodera por lo que otra u otras le hacen creer. Creo que el empoderamiento,
de lo que últimamente se habla mucho, es algo que nace desde el interior, desde
las entrañas y que se consigue a base de
un trabajo personal profundo y constante.
Esta mañana
pensaba en una de las mamás que he acompañado en su embarazo y parto. Ella es
para mí la representación de una mujer empoderada. Y la he llamado para decirle cuántas veces me
sirve de ejemplo y lo agradecida que estoy por lo que me ha compartido, y por sentirla y tenerla cercana.
Cuando una persona tiene una historia personal de
ausencia de cariño en su infancia, de amor en su vida, de respeto y tolerancia… Cuando sus días han transcurrido en soledad y sin ejemplos
positivos de los que aprender… Cuando sus relaciones personales se construyen a
base de castillos de naipes… Cuando ha habido mal trato e incluso abuso del
tipo que sea… tantas y tantas circunstancias que conforman la vida de un ser
humano, de nada sirve hacerle creer que
es una diosa, que confíe, que ella tiene el poder. El peso que
lleva encima y el lastre que arrastra tienen mucha más fuerza que lo que se le
pueda decir en una preparación al parto, en una sesión de hipnoparto o en una de douleo.
Al menos y siempre desde mi experiencia,
así lo constato.
No negaré que
toda piedra hace pared y que está bien
proporcionar ese tipo de mensaje positivo, sin embargo, cuando una mochila
está muy cargada, tanto que rebosa, no cabe nada más por muy
bonito que lo queramos vender.
El empoderamiento viene desde un trabajo interior y en ocasiones, es imprescindible una ayuda externa cualificada que
utilice no solo palabras agradables o lisonjeras, sino técnicas y trabajos para
ir desalojando esa mochila de una forma progresiva, definitiva y lo menos
dolorosa posible.
Empoderar, para mí, no es dar a alguien un poder que no
se sabe manejar porque no viene desde dentro.
Empoderar es estar, y desde la más absoluta sinceridad, acompañar
en el camino que ese ser está transitando. También
informar y proporcionar las herramientas
que se solicitan sin ofrecer nada que no pueda ser digerido, abrir ventanas muy poco a poco para que vaya
entrando la luz y no forzar ningún
camino que no sea el propio.
Porque luego
vienen los batacazos, las frustraciones, las caídas y ese empoderamiento construido en el aire se va al traste.
Como he dicho
al principio, tal vez sea yo la que necesita revisar estos conceptos, tal vez
esté equivocada, todo es posible a pesar de que la experiencia del día a día me
muestre esta realidad que siento e expongo ahora.
Namaste.
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