Hace tiempo que no utilizo este
espacio como confesionario íntimo y vuelvo a él tras unos días en que me invade
cierta tristeza.
Tal vez, en estos momentos en que
la pareja tradicional de mujer y hombre está anticuada, momentos en que
no se da valor al hecho de permanecer unidos
y felices toda la vida, momentos de necesaria apertura frente a todo tipo
de familias, tal vez, decía, mis palabras suenen ridículas. Sin embargo, es lo
que siento, son las emociones que me asaltan en estos últimos días… y son las
mías.
Quien me conoce o me sigue de
alguna manera, sabrá que dejé mi trabajo cuando nació mi primera hija. Fue una
elección meditada, libre y consensuada con mi marido. Él trabajaría fuera de
casa y yo me ocuparía del hogar, de los niños, de cuidar la familia con toda la
implicación que ello conllevaba.
Durante la crianza de mis tres
hijos me sentí sola en cuanto al su apoyo físico, no lo he
negado nunca. Su ocupación hacía posible
que yo hubiera renunciado a la mía, y por ello pagaba un alto precio: su
presencia no era tan continua como deseaba. La responsabilidad del puesto de
trabajo que tenía, hacía que permaneciera muchas horas fuera de casa. Por
tanto, todo lo demás lo llevaba yo casi en solitario. Siempre con la puesta en común,
con su apoyo, sabiendo que él hacía su trabajo y yo el mío, y ambos lo hacíamos
bien, lo mejor que sabíamos. Pero ello implicaba sentir el vacío de su persona…
Llegado un momento me asustó ser
consciente de esa querencia. Su vida era mi vida, tal era el amor que nos
teníamos, tal era la necesidad de contacto físico, de abrazos, de palabras…
recuerdo haber llorado simplemente al pensar qué sería de mi vida, con tres
niños, si a él le pasaba algo…
Por suerte, el tiempo me ha
ido aportando consciencia y serenidad para asumir y aceptar que estamos aquí de
paso.
El trabajo personal, la madurez,
la realidad de la vida me ha llevado a seguir a su lado pero desde otro estar,
desde otro sentir.
El otro día me comentaba una
amiga que está en proceso de divorcio, que estuvo muchos años aguantando
ciertas situaciones creyendo que eso era amor. Y le respondí que,
lamentablemente, había estado confundida. Porque el amor es desear lo mejor
para el otro, amor es cuando la felicidad propia es la felicidad de tu pareja,
cuando es imposible ser feliz si la otra persona no te trata bien, con cariño,
confianza, libertad y respeto. Y viceversa.
Marido cumple hoy 69 años
¡es mi Aries preferido! Y a pesar de ser un hombre activo a nivel físico y
positivo mentalmente, no deja de tener pequeños achaques… de los que ambos
somos conscientes. Por eso, de vez en cuando se me va la cabeza y pienso cómo
sería mi vida sin él… y a pesar de que me invade la congoja, sé que mi
situación no es la misma que era siendo los niños pequeños, esa situación de
querencia que antes he comentado.
Y él, hombre generoso y
consciente, como si leyera mis pensamientos, comentó que iba a mirar qué
pensión me quedaría si le pasara algo, pues aunque es un tema poco agradable
de hablar no por ello hemos de obviarlo puesto que algún día ha de llegar. Confieso
que tengo el estómago encogido mientras escribo, y precisamente por eso lo hago,
es como si soltando estas palabras aligerara un poco este sentimiento triste…
La convivencia, el permanecer
juntos tantos años desde este tipo de relación consciente, aceptada y feliz,
nos ha llevado a conocernos bien y hacer que nuestros días sean de lo más
agradables dentro de la realidad y de las posibilidades que tenemos.
Todavía me quedo mirándolo y
siento mariposas en el estómago, como cuando quedábamos para vernos al poco de
conocernos, como cuando volvíamos a casa del trabajo al poco de casarnos, como
nos sentíamos cuando podíamos dejar a los niños y nos permitíamos unas horas de
la más pura y salvaje intimidad.
Ahora soy consciente de que esa dependencia
se ha diluido para dar paso a un amor sereno, a un amor que todo lo cura y por
el que estoy dispuesta a vivir el resto de mis días…
Qué bonito lo que cuentas! Me ha encantado. Soy una madre y reciente doula que ha dado con tu blog porque nos lo han puesto como "tarea" en la formación de Doula de Entre mamás. Enhorabuena por vuestro amor! Yo, a pesar de ser más joven, también me he casado y apuesto por la relación de pareja como escuela de vida y amor. Gracias. Natalia
ResponderEliminarGracias de entrada Natalia, por dejar un comentario en el blog, . Y enhorabuena por tu apuesta en la pareja. Ojalá la relación sea hermosa y dure muchos años. ¡Y gracias a Claudia por recomendar mi blog! Un abrazo.
Eliminar