Leí esto "no tengo edad, tengo experiencia" no recuerdo dónde y
quedó grabado en mi mente. Ahora, con mis 65 años recién cumplidos puedo
confirmar que así es. Que el tiempo es algo
inmaterial y que según vivo mis días y lo que en ellos suceda, estoy de una
forma u de otra, teniendo presente que sigo aprendiendo y llenando de experiencias el disco duro instalado en mi
cerebro y la memoria ram de mi corazón.
Ayer, día 1 de junio, fui una vez
más consciente del tiempo transcurrido y como en una moviola, pasaron por mi
cabeza hechos, momentos, situaciones que han dejado su correspondiente huella.
Si tuviera que hacer un balance, diría, sin ningún género de dudas que soy una mujer afortunada. A pesar de los momentos muy duros. A pesar de todo tipo de pérdidas...
Y soy afortunada porque tengo salud, teniendo consciencia de lo que
ello significa, cuidando mi cuerpo
como envoltorio y sostén de todo lo demás. Y cuidando mi alma, no sin reconocer mis momentos oscuros, mis
sombras, mi desesperación pasajera…
Y soy afortunada por los seres de bondad que me acompañan con su presencia: madre, marido, hijos e hijas,
hermanas, nietos y nietas, sobrinas, primas, amigas…
Y soy afortunada por poder hacer lo que tanto amo: acompañar a otras
mujeres en sus momentos de maternidad, en los que ellas quieren, cuando ellas
lo consideran, cuando creen que puedo serles útil…
Ayer, día 1 de junio de 2017 al cumplir los 65 años, recordé a las mujeres de mi vida: las que
partieron para siempre, las que estuvieron muchos años y se fueron sin
despedirse, las que vinieron de repente
y tal cual desaparecieron, las que siempre están, las que apenas se asoman si
no las llamo, las que se muestran de
incógnito…
Ayer, mi radical cambio de imagen
no sorprendió mucho pues ya me conocen y saben que necesito hacerlo de vez en
cuando.
Por todo, este cumpleaños fue un día de fiesta, de júbilo y alegría. Marido estaba
feliz por verme feliz. La fiesta de la merienda con mis seres queridos, el álbum
de fotografías testimonio de mis últimos años, la palabras de cariño… los
abrazos y risas ¿qué más puedo pedir?
Termino como comienzo
reconociendo que los años no significan
tanto pues, ciertamente, mi mente y especialmente mi corazón, no corresponde a mi edad física y por
eso me confirmo en que, no tengo edad… tengo experiencia.
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