Siempre me he sentido inclinada
hacía lo que envolvía la maternidad, así lo he confesado en los diferentes
escritos que se publicado y en las ocasiones que he tenido para decirlo
públicamente.
Teniendo en cuenta la brevedad de
la vida, lamento haber comenzado tarde en este mundo del acompañamiento. Tenía
56 años cuando terminé mi formación, aunque pensándolo bien, sé que fue el
momento exacto porque antes no habría podido dedicarme con la misma presencia y
disponibilidad que tengo ahora, pues la necesidad de trabajar fuera de casa y,
especialmente el cuidado y la atención plena a mis tres hijos, no me lo habrían
permitido.
En el tiempo transcurrido desde
que la finalicé y gracias a mi carácter curioso y mi formación continua, he
aprendido muchísimo. De partos, de nacimientos, de mujeres, de bebés, de
protocolos e intervenciones, de la vida…
He conocido también a personas
muy interesantes de las que he tenido una preciosa oportunidad para aprender.
Una de ellas es Ibone Olza cuyo
último libro, PARIR, termino de leer. Confieso que desde la primera línea me
quedé enganchada y que lo he leído y releído en una semana. Diría que lo he
devorado, por enfatizar el interés que me ha despertado.
Y es que en este libro se
confirman muchas cosas de las que veo y siento en cada acompañamiento que
realizo, sobre todo, en los partos. Porque, a pesar de que la función de la
Doula es acompañar hay momentos en los que yo misma siento esa necesidad de ser
acompañada y compartir sensaciones y emociones, cosa que no es fácil en esta
jauría humana.
Conforme he ido leyendo párrafo
por párrafo, página a página, he sentido la emoción de reafirmar esta pasión
mía por estar con mujeres en estos momentos de su maternidad, sobre todo en el
momento del parto donde puedo mostrarme como acompañante, protectora, guardiana
de ese sagrado momento y espacio.
Son varios los párrafos en los
que me he sentido plenamente identificada, segura de mí, convencida de que sin
ningún tipo de falsa modestia, hago bien mi trabajo.
Cuando afirmo que una Doula ha de ser mujer y madre para
empatizar con las emociones que envuelven a una mujer durante el parto, cuando
le digo que se deje llevar, que no se oponga a lo que siente y que lo acepte
como llega, que se abra para que su bebé pueda nacer, que se deje morir para
renacer, Ibone lo reafirma en su libro con estas palabras “Está
ahogándose y entonces es preciso que una persona que ya haya vivido esto, que
ya se haya ahogado, tenga el coraje de decirle ahógate, que la deje ahogarse,
morir…”
Cuando comento la necesidad de conocer a fondo las
emociones y la fisiología que envuelven el proceso de parto que se inicia, la
conveniencia de haber intimado con la persona que va a ser acompañada para
saber qué ofrecerle, qué no decirle, Ibone lo comenta en su libro con estas
palabras “si sólo con oír una voz dulce que te dice que va todo bien, sigue, o
si alguien te recuerda que es tu bebé, déjale nacer, confía en él…”
Estoy convencida de que una mujer
de cara a su parto no necesita una
preparación física, no necesita aprender posturas, cómo colocarse para parir o
cómo respirar, porque se trata de un
proceso fisiológico natural y el cuerpo sabrá cómo hacer si se le permite, y lo
que necesitaría realmente sería una preparación emocional y un buen
acompañamiento. Y cuando digo buen acompañamiento, me refiero a alguien que comprenda qué está pasando por
el cuerpo y la psique de esa mujer, cuáles son las emociones que la envuelven y
hasta qué punto es preciso que no sea interrumpida y se le permita manifestarse.
En el libro, Ibone lo comenta de esta forma “un aspecto clave de esa atención
era ofrecer apoyo emocional para que la madre se sintiera segura y protegida
para centrarse en su cuerpo y en su parto”.
Y sigo con la lectura
aprovechando cada momento libre, cada rato que puedo escaquearme de mis
obligaciones diarias. Y sigo absorta.
Y me siento presa dentro de mi
incapacidad para gritar al mundo que no soy una intrusa, que mi acompañamiento
beneficia a la mujer que me ha llamado, a su bebé, a su familia. Dentro de esa impotencia para defender una
profesión a la que no permiten nacer, me encuentro con personas que me
defienden, que me apoyan, que me nombran, que no temen hablar de las Doulas…
“Como
observa Penny Simkin, una Doula expertísima “el parto avanza bien cuando la
mujer se siente segura, cuidada y respetada, cuando puede moverse, estar activa
libremente, cuando su dolor se maneja de forma segura y adecuada. El bienestar
se incrementa con su pareja o seres queridos, con profesionales competentes,
con Doulas, en un lugar acogedor, cálido, bien equipado. Si la mujer se siente
avergonzada, ridiculizada, sola, insegura, poco respetada, se genera una
reacción psicobiológica que interfiere con el progreso eficaz del parto”.
Y leyendo, sus palabras me recuerdan
lo aprendido en la Formación de Salud Mental Perinatal Terra Mater, con la
misma Ibone y con Isabel, y con otros profesionales de su talla, un año de inmersión en las emociones y patologías que
envuelven los inicios de la maternidad. Y vuelvo al convencimiento de la
relevancia de una buena formación para poder acompañar y mantener las propias
emociones en su sitio. Y poder detectar si algo pasa en quien estamos
acompañando para derivar al profesional cualificado. Y me siento más segura, si cabe, conforme avanzo en la lectura.
Y llego al capítulo de violencia
obstétrica. Y recuerdo a cierta matrona en el peor parto que he acompañado. Y
la recuerdo ninguneando, infantilizando, negando, gritando, amenazando… a una
madre asustada llorosa y vulnerable. Y recuerdo a quien ha dicho que la
violencia obstétrica no existe, que es una invención de cuatro locas… y dejando
al margen mi dolor y mi rabia, sigo adelante con el libro.
¿Dónde parir? ¿Con quién? Y vuelve a mencionar el trabajo de la Doula como
figura guardiana, como figura de apoyo incluso para la matrona, para el equipo
que atiende a una mujer en su parto. Y todas sus referencias son acompañadas
con evidencia, con estudios, con personas que se han dedicado a observar y a
confirmar este trabajo silencioso que todavía hoy muchos se empeñan en denostar.
Y llego al final del libro
temiendo que llegue este momento. Y lo termino con lágrimas en los ojos… porque
me vuelvo a ver en sus palabras: “El parto se ha convertido en una de mis
pasiones. Creo que de verdad parimos como vivimos. La revolución del nacimiento
es imparable. Cada recién nacido nos mira a los ojos y nos cuenta el misterio,
la belleza, la magia de la vida. Todas las personas al nacer somos delicadas,
sensibles, preciosas, no lo olvidemos, para que todos los que nazcan puedan ser
recibidos sin violencia, con amor”.
Gracias Ibone por este libro, por
darme la oportunidad de mirarme y reconocerme, de quererme para poder darme, de
seguir haciendo lo mejor que sé hacer en este momento: acompañar. Nada más.
Con amor.
Nota. Reproduzco párrafos del libro con su expresa autorización.
Comentarios
Publicar un comentario
Dime tu OPINIÓN, por favor, me interesa y mucho
Si no usas ninguna cuenta, ELIGE la opción Nombre/URL, luego ESCRIBE tu nombre o nick y deja en blanco URL.
Dale a continuar, escribe tu comentario, pincha en PUBLICAR un comentario...
Gracias.