Una de las mentiras que dijeron
en el fatídico informe doulas de 2015 era que apartábamos a las mujeres de su
familia, de sus parejas, de sus madres… y no sólo es una falacia, sino que, en
ocasiones, somos las doulas quienes favorecemos el acercamiento entre la madre
de la madre, y la recién nacida madre. ¿Que
resulta lioso? Me explico.
La relación madre-hija suele ser, muchas veces, conflictiva
por naturaleza, al menos en culturas occidentales. Cuando una hija se convierte
en madre hay una serie de circunstancias que, de entrada, propicia diferencias
e incluso, en ocasiones, alejamiento.
No voy a hablar de eso ahora. Si
os apetece documentaros, hay mucho escrito sobre ello (Mujeres que corren con lobos, de Clarissa Pinkola Estés, Ser mujer.Un viaje heroico, de Maureen
Murdock, amén de webs y blogs en los que se plasman estudios y vivencias).
A través de mi experiencia en
acompañamientos, he podido ver varias actitudes entre la hija, futura madre, y
la madre de la madre.
Hay embarazadas que por nada del mundo quieren decirle a
su madre que tienen a una doula porque temen una reacción de falta de aceptación, de enfrentamiento y sobre todo, en mi caso, una doula que es
mayor (de edad) y además, abuela. O sea, que es una figura maternante.
A pesar de que, desde mi papel de
doula no digo a las mujeres qué han de hacer o qué decisiones tomar,
cuando surge este tema, invito a reflexión. Porque a la hora de la verdad, las
emociones fluyen mejor cuando entre la madre y la hija hay buena comunicación y
se logra un entendimiento desde el respeto entre ambas.
Y ahora ya me centro. Uno de los momentos realmente bonitos después de haber
nacido el bebé, es cuando la madre de la madre se me acerca y me da las gracias
por haber cuidado de su hija… ¡no puedo contener las lágrimas, lo confieso! Porque
en ese momento, me pongo en su piel.
Y han sido muchas las abuelas que
he conocido y puedo decir que todas… excepto una que no lo perdonó, ni a su
hija ni a mí, me han comentado que
estaban tranquilas porque sus hijas les habían hablado de mí, no tanto como
persona sino como acompañante y sabían que durante el parto iban a estar cuidadas,
contenidas… y con un emocionado abrazo y
unas palabras que siempre percibo sinceras, me han agradecido esa presencia y ese cuidado que
ellas no pudieron dar porque sus hijas así lo desearon.
Este hecho se ha vuelto a repetir
hace unos días, cuando los padres de la madre llegaron a escasas horas de haber
nacido la niña. Ambos, con manifiesta emoción agradecieron mi presencia al lado
de su hija. Y luego, con más calma, entre la madre de la madre y yo mantuvimos
una tranquila conversación, ahora ya de abuela a abuela…
Así es que ya veis de qué forma se puede manipular una realidad tan hermosa. La doula no aleja a la familia, la doula la protege desde el amor más puro e incondicional. Ese es mi papel, entre otros y por ello me siento feliz y agradecida.
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