Esas mujeres poderosas que saben lo que quieren…



No me hace ninguna gracia, incluso me disgusto, cuando leo por ahí que las mujeres que buscan a una doula en algún momento de su maternidad, son mujeres con pocas luces y que son, de alguna manera, engañadas.

En muchas ocasiones, ya a través de las redes, ya en talleres o charlas, he dicho qué soy y qué hago (también qué NO hago…), pero no me importa volver a repetirlo: ACOMPAÑO, emocionalmente, a las mujeres que así lo desean en algún momento de su maternidad. Y nada más, que no es poco.

Quienes me conocen saben que es así. Que no les digo qué han de hacer con sus vidas. Que aporto información contrastada si me la solicitan. Y que las acompaño donde quiera que vayan, esté de acuerdo o no con su elección.

Una de las cosas más gratificantes que he encontrado a lo largo de estos años de acompañamientos ha sido conocer a mujeres que tienen las ideas claras acerca de su maternidad, que se informan, que deciden… y que, a veces, se enfrentan al pensar de otras personas.

Por esta misma razón, son mujeres que buscan espacios donde no escuchar las temibles sentencias ¿pero aún le das teta? ¿y todavía duerme contigo? ¿hasta cuándo piensa portearla? ¿y permites que coma con las manos? ¿y no le das papillas? Espacios donde sentirse libres para mostrarse con sus retoños tal y como son, especialmente, tal y como SIENTEN.

Y como dicen que “Dios los cría y ellos se juntan” así van surgiendo, cada vez más ¡afortunadamente!, grupos de mujeres que se unen para criar, para maternarse entre ellas, para maternar a sus crías bajo una misma filosofía de vida. Porque como también reza un refrán africano, “para criar a un niño se necesita toda una tribu”.

Mucho se viene hablando de la maternidad desde varios y bien diferentes puntos de vista.  Yo no quiero añadir nada ahora a pesar de que sí tendría mucho para rebatir, sin embargo, no es la intención de esta entrada.

La maternidad es un proceso en el que cada mujer se zambulle arreglo a experiencias propias y otras circunstancias. Es una oportunidad para crecer…o para quedarse estancada. Y la maternidad compartida se transita de forma más completa, más agradable, más segura…

Por tercer año consecutivo y desde que terminé la formación en Salud Mental Perinatal, dinamizo un Círculo de Maternidad donde las mujeres que acuden comparten sus historias
Por allí han pasado todo tipo de madres, de varias nacionalidades, de otros continentes.  Mujeres casadas o en pareja, separadas, madres solteras por elección… Mujeres investigadoras, informáticas, científicas, abogadas, psicólogas, empresarias, ingenieras, artesanas, actrices, funcionarias, bailarinas… y algunas que no trabajan fuera de casa y “solo” se dedican a criar.

El abanico de perfiles y personalidades de las mujeres que componen el Círculo a día de hoy es amplio y no me canso de decir que me siento privilegiada por conocerlas y enriquecerme de sus experiencias, por nutrirme de sus fuentes.

Ayer día 18 de diciembre, cerca de Navidades y a iniciativa de varias de ellas, organizaron una merienda, un encuentro más “informal” para pasar un rato distendido y divertido. Confieso que me sentí realmente emocionada y que en algún momento, un líquido deliciosamente salado asomó por los lagrimales de mis ojos.  Escucharlas desde esa sinceridad que surge del corazón, verlas ofrecer sus pechos en un acto de amor y conciencia, sentirlas reafirmadas en esta manera que han escogido para sacar a sus retoños adelante… sentir sus abrazos y ser partícipe de este cambio que solo puede darse a nivel particular desde este tipo de colectivos y desde muy adentro… ¡Si digo que me sentía plena quizás me quede corta a la hora de transmitir la emoción que me embargaba!.

Y como muestra de la alegría que nos acompañó en esta tarde especial, comparto –con el permiso de todas-  la fotografía de grupo que sacó una de las madres con un trípode, para que no se quedara ninguna de ellas fuera. No tenéis más que fijaros en nuestras caras… o mejor, en nuestros ojos, espejos de nuestras felices almas.

No quiero olvidar a las mujeres que, por circunstancias concretas no pudieron venir. Realmente, las echamos de menos.

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