Suelo
recordar las fechas de muchos de los partos de las mujeres que acompaño, sobre todo, si ha habido un vínculo… especial entre nosotras. Cuando nació su hija le dije que este día no
lo olvidaría nunca: también cumplía años Marido. Era el 12 de abril.
Marta, como algunas otras mujeres, me ha enviado el relato de su parto . Quiere contar al mundo su
vivencia como madre y su experiencia con una Doula…
“La llegada al mundo de mi
bebé fue animalmente suave y dulcemente salvaje… Desde el inicio de la gestación, la
fuerza de la unión femenina (en forma de círculo de mujeres) me acompañó.
En Brasil, (donde viví buena parte de mi embarazo) poco antes de saber que
estaba embarazada, comencé a formar
parte de un grupo de mujeres muy conectadas con el sagrado femenino. Algunas
de ellas doulas y activistas por el parto respetado. Gracias a ellas, comencé a abrir los ojos a una realidad, la
de volverse madre, que para mi era absolutamente desconocida.
A partir de mi embarazo, comencé a
darme cuenta de la desconexión tan grande que tenemos con la maternidad.
Desde el desconocimiento absoluto de cuestiones básicas, hasta extraños rechazos
a cuestiones tan naturales como dar de mamar a tu cría. Enseguida entendí que quería vivir el embarazo y, sobre todo, el
parto de forma natural, sin parafernalia innecesaria.
Decidí, con mi pareja, volver a
casa, a Valencia para que mi bebé
naciera en familia. No obstante, aquí no conocía a ninguna mujer embarazada
o madre que hubiese recorrido el camino que yo buscaba, el de un embarazo y
parto consciente y natural. Gracias a San Google, encontré el blog y
referencias de Concha. Aún sin tener referencias personales (que generalmente son
las más valiosas para mi) decidí contactar con ella. Me encontré con alguien
muy amable al otro lado del teléfono. Cuando finalmente pude conocerla en
persona, supe que había dado con la persona correcta.
En ese primer encuentro entendí que podía aprender muchísimo con Concha,
pero no fue hasta más adelante que entendí lo valioso que era contar con una
doula como ella. Cada vez que tuve una duda importante, Concha supo orientarme
y tranquilizarme. Tiene además un raro don, supo adelantarse y presentir cuándo
necesitaba algo de apoyo. No sé si fue casualidad, experiencia o una intuición
femenina muy desarrollada (tal vez una mezlca de las tres cosas) pero en muchas
ocasiones en las que necesitaba un poco de cariño, que alguien me tranquilizara
o se ocupara, ¡me escribía sin yo decirle nada!
Durante el embarazo tuve, en
general, una buena experiencia con el personal médico que me atendió, fueron siempre correctos y (salvo
alguna excepción) recibí buen trato. Pero el Sistema es el que es y siempre
me iba de la consulta médica con dudas sin resolver, dudas nuevas y medio
atontada y agobiada por lo rápido que deben trabajar estas personas. La matrona de la Seguridad Social con la
que tuve el seguimiento era tan profesional y eficiente como fría y distante.
En un momento de tantos cambios a todos los niveles, incluso siendo bien tratada, me habría sentido muy desamparada de no
haber podido contar con los cuidados de mi doula, sin ese calor humano y la
tranquilidad que transmite una mujer con experiencia.
Quería ser dueña de mi embarazo y sobre todo de mi parto y me asustaba
mucho la idea de verme hospitalizada (sería la primera vez en mi vida) en un momento
vital de tanta relevancia… No sé, no
quería vivir lo que entendía que era el viaje iniciático al mundo de ser madre,
un momento tan decisivo en mi vida, cubierta de sondas, en camilla, sin poder
moverme como yo quisiera y con un camisón horrible que solo dejara mi culo al
aire. Tras mucha lectura y trabajo con Concha me fui preparando para el parto que quería.
Nuestro parto comenzó de madrugada, cuando rompí aguas, tuve la sensación
de que un río bajaba entre mis piernas. Era el momento, me metí en la ducha y viví un momento de euforia maravilloso. No
tenía dudas, mi bebé llegaba. Llamé a Concha y se vino a casa en medio de
la noche.
Mi pareja preparó el salón,
encendió algunas velas, sonaba la música que había escogido para acompañarme
durante el parto. La voz de muchas mujeres me acompañó durante esas horas, Flávia Wenceslau, Rosa Zaragoza, cantos
a Oxúm y a Lemanjá, mantras, canciones de amor en portugués y español me
ayudaron a trasladarme otro mundo más sutil.
La presencia de Concha, firme y tranquila, sus cuidados: el calorcito en la
espalda, sujetándome el pelo, el agua calentita, su voz suave… Me ayudaron a
entrar en el ¨planeta parto¨ y ahí me
quedé, sin noción del tiempo, sintiendo la intensidad del dolor en cada
contracción y la serenidad de la pausa entre cada una de ellas, meciéndome
con su ritmo en la pelota, en el suelo, en el sofá. Me entregué a lo que venía, a la experiencia de abrir mi cuerpo para
que llegara mi bebé. Me concentraba
en permitir a mi cuerpo abrirse, en las visualizaciones que habíamos
practicado unos días antes.
Era una experiencia nueva,
pero la sentía a la vez antigua, natural, una vieja conocida… mi instinto iba
guiándome. Somos mamíferas, y en el parto se me hizo más evidente que nunca. Estuvimos todos tranquilos, viviendo lo
que estaba pasando con calma. Sabíamos que iba a ir todo bien. En un momento
dado, las contracciones se hicieron muy muy intensas, estaba claro, había que
salir ya.
El camino al hospital no fue muy agradable, las contracciones eran muy
fuertes y no veía la hora de llegar. Por suerte, mi pareja no perdió la calma conduciendo (yo creo que me habría
puesto nerviosísima) y acabamos llegando sin problemas al Hospital Dr. Peset,
en Valencia.
Salí como pude del coche y Concha me ayudó a llegar a urgencias. Ese corto
trayecto por el pasillo se me hizo eterno. Me hicieron pasar directamente y me
reconocieron las matronas. No recuerdo bien ese proceso, sé que fueron todas
super amables y tranquilizadoras. Desde
el principio me hicieron sentir bien y que estaba en buenas manos.
Me hicieron el primer tacto (muy molesto, pero me fueron explicando por qué
se hacía y pidiendo disculpas por el dolor) y nos dijeron que estaba de 8 cm.
Me sorprendió lo rápido que iba todo… de ahí pasamos al paritorio. Leyeron mi plan de parto, confirmaron
conmigo que quería parir sin anestesia (o al menos intentarlo) y me
ofrecieron una silla de parto, pelota, la camilla… vamos, todo lo que quisiera.
Lamentablemente no se pudo evitar que me
pusieran una vía (que acabé quitándome sin darme cuenta durante la fase
final del expulsivo).
En ese momento, con las contracciones muy fuertes y seguidas no pensaba, solo dejaba que mi cuerpo se
fuera ubicando. Probé la silla, intenté ir al baño y acabé poniéndome a
cuatro patas.
Así parí, a cuatro patas,
agarrada de la mano de mi pareja, asistida por dos matronas increíbles a las que estoy tremendamente
agradecida por el trato tan respetuoso, amable y divertido que nos dieron.
Acompañada también por mi doula, cuya presencia constante me hizo sentir
enormemente tranquila y serena.
Pude parir como quería, con
mis tiempos respetados, entre personas amables, con mi voluntad y mi cuerpo
respetados… con amor.
No tuve que enfrentarme a ningún problema externo, a ninguna invasión a mi
intimidad. No tuve que librar ninguna
batalla por hacer las cosas como quería porque todas las personas involucradas
se centraron en escucharme y entender lo que quería y necesitaba en cada
momento (y os aseguro que no hablaba ni me expresaba con demasiada
coherencia en los momentos más duros del parto).
Eso me garantizó libertad para
concentrarme únicamente en el parto, en gestionar el tremendo dolor, el darle
la bienvenida a mi hija. Tras dos hora en el paritorio, las matronas me
indicaron que tocara la cabeza de mi bebé, ¡ya asomaba! Un esfuerzo final, una,
dos, no sé cuántas contracciones más, hice fuerza con todo mi ser y me ayudaron
a que fuera yo la que cogiera a mi bebé en cuanto salió por completo.
En cuanto tuve a mi niña
conmigo se me olvidó completamente el esfuerzo y el dolor (muchas mujeres me habían dicho eso,
pero no me lo terminé de creer hasta que lo viví). Se inundó todo de mi bebé, de una ternura y una felicidad como nunca
había vivido.
Al cabo de poco tiempo con una contracción alumbré la placenta y comprobé
lo bonito que era el diseño de “árbol de la vida” que tiene el lado del bebé.
Me curaron con mucho cuidado y mimo un pequeño desgarro y nos llevaron a nuestra
bebé, al nuevo papá y a mí, la nueva familia, a una salita para hacer dos horas
de piel con piel.
Recuerdo ese momento con
mucho cariño,
comiendo almendras y anacardos (me entró un hambre voraz) que me daba mi
pareja, con la bebé entre mis brazos,
llorando de emoción y con una sensación de bienestar profundo (¡oxitocina al
poder!). Las dos horas nos parecieron veinte minutos, pero tocaba salir, nuestra
hija había nacido y poco a poco la iríamos presentando a nuestra familia y
amigos.
Encontramos a mi bonita madre
que vino corriendo a conocer a su primera nieta, y a Concha que había estado esperando
con ella y contándole como había ido todo.
Contar con una doula, contar con una mujer como Concha (que
sigue cuidándonos y ocupándose, informándonos sobre todo tipo de temas que necesitamos) fue clave para parir como quería hacerlo.
Sin miedo, confiando en mi cuerpo y mi bebé. Mi agradecimiento y cariño son enormes.
Parir con libertad, sin miedo
y de forma respetada es la experiencia más empoderadora que he vivido jamás. Me
sentí una mujer poderosa y valiente, capaz de grandes cosas. Ese sentimiento me acompañará mucho
tiempo.
Gracias y mil veces gracias, por tu amor, por tus cuidados y dedicación
Concha. Tú has hecho posible que este parto haya sido tan feliz. Te queremos,
gracias por estar conmigo, con nosotros, en este momento tan hermoso de
nuestras vidas”
Felicidades tocaya por el nacimiento de tu niña y por ese parto tan maravilloso !. Felicidades también a Conxa por acompañarte en ese momento !.
ResponderEliminarSoy madre de 3 hijos: 2 adoptivos y uno biológico. Lo que me ha hecho ver la maternidad de diferentes maneras pero igualmente emocionante.
El único parto que he experimentado, el de mi hijo Jaume, tuvo lugar en casa donde fui asistida por una comadrona. Y fue una de las experiencias más emotivas de mi vida. Muchas gracias por ayudarme a recordar mi parto !.
MARTA
Marta tenía las cosas claras en cuanto al parto que quería y por suerte tuvo un buen equipo de matronas a pesar de estar en un hospital.
EliminarEnhorabuena por tu experiencia y felicidades por tus tres maternidades. Y gracias por dejar un comentario, esto es lo que mantiene vivo mi blog.
Un abrazo.
Concha (Amamadoula)