La Vida va unida a la Muerte, y en ocasiones, nos sorprende sin esperar que esto pueda suceder. Bea me ha compartido su sentir a través de estas palabras y me siento además de emocionada, muy agradecida, porque apenas hice más que estar y abrazarnos en silencio. ¡Qué se puede decir en estos momentos!
Nada más que GRACIAS, Beatriz querida. Todo lo demás, ya lo sabes.
Te quiero mucho.
Concha, tu doula.
"Me reconforta tanto pensar
que, aunque yo te quería conmigo toda la vida, tú si pudiste pasar conmigo toda
la tuya, preciosa, mi niña…
Nunca imaginas que después de
una pérdida a las 12 semanas puedas volver a pasar por lo mismo; pero puede
ocurrir.
Llevaba ya varias semanas
inquieta, con mucho miedo interno, tenía pensamientos constantes de que algo no
iba bien, una sensación de pérdida. Intentaba apartarlos de mi mente, pensar
que simplemente es el miedo que me acompaña desde que perdí la “inocencia” en
mi primera pérdida, cuando te queda claro que no siempre todo va bien. Nadie
quiere hacer caso a su intuición cuando te está diciendo algo que no querrías
vivir jamás.
Recordaba mi embarazo
anterior, cuando tuve que acudir a urgencias por un sangrado en la semana 18,
me sentía tranquila a pesar del susto porque ya sentía a mi pequeño moverse en
mi interior.
En esta ocasión llegó la semana
18 y nada… la 19 y nada… pensaba que como llevaba la placenta en la parte
anterior y yo siempre he sido gordita de barriga pues que quizá se movía y no
podía sentirlo … pero ahí estaba el pensamiento subconsciente de que algo no
iba bien…. Y lo apartaba….
La noche anterior a la eco de
la semana 20 tenía un evento en una sala de fiestas, era un concierto de piano
acompañado con aromaterapia, pasión a la que me dedico hace años y yo con mi
barriguita me senté en un lateral de la sala mientras mi marido se encargaba de
“rociar” a los presentes con aromas durante el concierto…. ¡Que extraño que el
bebé no se moviera con un poco más de fuerza con la música! …. Miedo y más
miedo….
Llegó el día de la ecografía y
si algo, probablemente mi intestino, se movía yo pensaba que era mi bebé
moviéndose en pequeñito….
Qué potente es la intuición
cuando la has trabajado tanto tiempo y la usas a diario…. Cuando aparcamos el
coche cerca del hospital pensé para mis adentros: ¡Qué bien hemos aparcado!, ni
que nos fuéramos a quedar….
Y llegó la frase que todas
recordamos en la mente el resto de nuestras vidas al escucharla: no tiene
latido...
En ese momento, entré en un
estado diferente, como un kit kat de mi misma, mi marido se derrumbó a mi lado,
no entendía que esto pudiera estar pasándonos de nuevo.
De repente me sentí viviendo
una película desde fuera, como si no fuera real lo que ocurría a mi alrededor,
y si, habiéndome preparado inconscientemente para esto mi boca empezó a decir
todo lo que quería y necesitaba en este momento; me sentía con fuerza para
poder expresarme, esto me sorprendió a mí misma. Le dije a la ginecóloga que en
la ocasión anterior me habían tratado muy mal, y mi mayor miedo era sentirme
maltratada en un momento tan vulnerable, pero esta vez me sentía diferente. Le
dije que no sabía si el protocolo era el mismo pero que yo quería parir a mi
bebé y quería tenerlo en brazos todo el tiempo que quisiera. Ella me
tranquilizó y me confesó que es cierto que a veces los profesionales no saben
cómo gestionar estas situaciones con la humanidad que deberían.
Mientras subo a paritorio
empiezo a conectar con la realidad, y me desmorono. No quiero a nadie que no
sea mi marido acompañándome en el hospital; pero decido llamar a Concha, mi
doula. Concha me ha acompañado en momentos difíciles y en otros preciosos, como
el parto en casa de mi hijo pequeño. Sé que mantendrá su entereza y me hará
sentir acompañada.
Cuando hablo con ella, me
recuerda lo que yo ya había expresado: que quería estar con mi bebé lo que yo
quisiera y que le hiciera fotos; esto último no había pasado por mi cabeza, y
cuánto se lo agradezco, porque ahora me alegro y me alegra el corazón tener esa
fotografía.
Me ingresaron…. Y me encontré
con seres de luz que nunca me imaginé encontrar.
En todo momento me trataron
con respeto y cariño, me bajaron a dilatar a la habitación donde mi cuerpo,
rápido como el suele ser, dilató lo suficiente para que mi bebé naciera con
prisas. Le dije a mi marido que sacara
a toda la gente que acompañaba a mi vecina de habitación, le dio el tiempo
justo a volver con la cuña del baño en la mano para quitarme la ropa al vuelo y
poder subirme a cuatro patas a la cama. Allí nació mi pequeña. Sin vida hacía 3
semanas.
Cuando llegaron las
enfermeras la taparon con un empapador y me llevaron a paritorio. Allí fue
donde todo comenzó de verdad. Mientras
me pedían permiso para ver si había expulsado todo me pasaron al potro para
limpiarme, intentando evitar un legrado. No se oyó una sola palabra; la sala,
con 2 ginecólogas y 4 mujeres más entre matronas y enfermeras se mantuvo en un
silencio de respeto mágico; mi bebé, tapado encima de la mesa, a mi vista.
Una ginecóloga se acercó,
para poner su mano en mi hombro, me preguntó si estaba preparada; me dijo que
sabía que quería estar con el bebé y me preguntó si quería que me lo
prepararan. Asentí, dándole las gracias.
Esta misma ginecóloga me
explicó que un útero de 20 semanas es muy grande y que existe el riesgo de no
poder contraerse y eliminar todo, me recomendó una pequeña aspiración en
quirófano. Esperarían dos horas, que pasé junto a mi pequeña.
Cuando me pasaron a una sala
contigua, una matrona tenía a mi bebé en brazos, la habían preparado haciéndole
una pequeña cunita con un empapador, tapando en un lado la placenta. Me la
entregó…
El dolor y la tristeza me
sobrecogieron el corazón, mi cuerpo se había quedado vacío y mi pequeña estaba
en mis brazos. Qué pequeña era…. sus manos blanditas, sus pies…. pude besarla,
decirle cuanto la quería, sentir que no se había ido de este mundo sin que mamá
la acunara en sus brazos. La acuné… la abracé… y sólo podía sentir amor. Sentir
que esa pequeña había vivido hasta el último de sus días escuchando mi corazón
me hizo sentir en paz, mamá siempre había estado allí. Papá pudo despedirse de
ella, cogerla en brazos, e hice una foto de mi mano sosteniendo la suya, juntas
para siempre.
Luego vino el quirófano, un
lugar en silencio, donde me sentí tratada con cuidado y amor. Después vino la
noche…. Y con ella las primeras olas de dolor…
Concha vino a visitarnos al
día siguiente, nos abrazamos los tres y recibí el cariño y amor de quien
acompaña, la vida y la muerte.
Y puedo decir, que me siento
en paz.
El hecho de haberme podido
despedir, de tener en brazos a mi hija y mi creencia profunda de que la energía
transmuta y nunca se destruye me ha acompañado en este cara a cara con la
muerte; he podido verme a mí misma dando las gracias, siento un profundo
agradecimiento de que este pequeño ser haya estado dentro de mí 5 meses de mi
vida.
Dicen que la vida te devuelve
lo que siembras, todas aquellas personas a las que en algún momento sostuve me
han sostenido ahora, con muchos mensajes de amor y abrazos, sin juicios;
simplemente acompañándome en el camino. Y siento un profundo amor por cómo he
podido vivir este proceso.
La pena y la tristeza
seguirán presentes, como olas que rompen en la orilla, deben ir diluyéndose…
con pulsos del corazón que me hacen llorar y liberar el dolor. Pero no existe
culpa, no existe juicio; solo existe amor. Profundo amor por la vida.
Porque prepararse para la
vida sin prepararse para la muerte es no saber que la muerte solo existe porque
vivimos la vida"
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